18. Actividades, día de campo y un concierto.

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18.

Nadie narra este capítulo.

Desesperado, con sed de sangre y ansioso por carne.

La línea imaginaria, que nos divide de todo aquello que deseamos, que anhelamos con impulsos estúpidos, estúpidos y egoístas. Humanos supongo.

Lara observo desde el pequeño jardín frete al instituto hacia la ventana de la clase A. Esa en específico estaba en el segundo piso del instituto, cada una de las aulas de ese lugar tenía 3 ventadas, enormes de vidrio que brindaban una pisca del exterior, supongo que buscando que se parecieran menos a una cárcel.

El rostro de Ema apareció en la última del lado derecho, o la primero del lado izquierdo como gustes verlo. Llevaba el cabello revuelto, las ondas largas y rojizas caían por todos lados, desde esa distancia no se llegaban a observar las innumerables pecas que le rodeaban la nariz, y las mejillas, pero Lara sabía que ahí estaban. Estos días el uniforme le quedaba mejor, y mas con la sonrisa que se le dibujaba en el rostro todo el tiempo.

Un tanto del rostro de Asher se observaba también, su cabello castaño reposaba en su frente, lograba llegar incluso un poco más abajo de las cejas, y no dejaba de observar a Ema con una expresión relajada y un tanto atenta, lo que era extraño ver en él. Últimamente había empezado a invadir la clase A, junto con Eliot, quien había enviado un mensaje a Lara, como si lo estuviera llamando.

Le decía que se apresurara, y eso hizo a regañadientes.

Gracias a eso, no tardo casi nada en llegar al salón, había ido por unas palomitas, todo se resumía en perder una apuesta contra Eliot, y ese era su castigo.

—¿Siguen? —. Pregunto al solo llegar a Eliot.

Quien estaba sentado en una de las mesas, donde cualquier maestro le habría gritado que se bajara de inmediato, lástima que no había maestros cerca. Estaba a una distancia prudente de la pareja, pero los observaba. Cada movimiento, cada acción, cada mirada que compartían, los tenía recorridos y por ende guardado en su mente, y por más que sabía que esos dos solo estaban involucrados en una gran mentira, no podía evitar tener un poco de fe. Esa relación no pintaba del todo farsas, sino medias verdades.

Medias verdades, porque aunque existieran sonrisas que se pudieran fingir, las miradas, el problema es que los ojos susurraban lo que la boca prefería acallar.

Pero eso solo bajo su dudoso criterio.

—No se han detenido desde que te fuiste—. Suelta, y trata de alcanzar las palomitas. Pero Lara abre el paquete, apresurada, y se lanza un par directo a la boca.

Eliot le da una pequeña sonrisa, y ella le responde con un gesto de asco absoluto. Para justo después voltear ambos a sus amigos, como dos acosadores.

—¿No los odias? Es justo como si nos restregaran su amor a la cara.

—Bastante...

Y ambos se quedan en silencio.

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