𝐴𝑞𝑢𝑒𝑙𝑙𝑜𝑠 𝑡𝑖𝑒𝑚𝑝𝑜𝑠.

572 31 6
                                    

- Siento que estos diez años de matrimonio no nos sirvieron de nada, Armando. Quizás hubieramos podido salvar nuestro amor y nuestra unión, pero no lo logramos. Fue culpa de ambos, aunque la balanza se equilibra a tu parte, sabes bien que no estaba dispuesta a soportar tal cosa como esa y tú me juraste desde la primera noche de nuestro matrimonio hasta la última noche que jamás lo harías, pero tú tenías dos fachadas. Yo jamás tuve motivo para desconfiar de ti, además eso es algo que no se me da bien, el papel de esposa celosa y posesiva es algo que no añado a mi hoja de vida. Solo me queda decir que podrás ver a nuestra hija cada vez que quieras, solo podrás tener contacto con ella, no conmigo. El divorcio ya es un hecho, la separación de bienes también lo es, yo sé que es difícil, pero es lo más sano. También sé que Claudia Bosch no fue la única, pero quisiera saber, ¿de todas las mujeres con quién estuviste encontraste a quien verdaderamente buscabas?, ¿hubo algo que no te dí yo para que fueras a buscarlo en otras?
- No pude encontrarla, ella ya no está aquí, ella ya se fue de la ciudad, del país, del continente y de este plano.- Habló el pelinegro manteniendo su mirada baja, centrada en su café, buen ayudante para combatir con su desvelo.- No, Betty, yo... No sé qué me pasó, yo era feliz a tu lado y te amaba, pero hubo algo que me hizo falta, no sé qué fue. O bueno, si lo sé, solo que no estoy dispuesto a admitirlo aún.
«Ella no está aquí.» Esas palabras solo podían significar algo, aquella mujer por la cual su exesposo se apartó de su lado estaba muerta, había fallecido, ahora comprendía el llanto solitario del hombre a media noche y el vaso de whisky que mantenía en su oficina después de las seis, la muerte de esa mujer también lo mato a él, había cambiado. Su llanto era largo y roto, «¿A quien había perdido?»
- Entiendo. Armando, ¿al menos podría decirme que le pasó a ella?, Es que me preocupa verlo así.- Sondeo la azabache jugueteando con uno de los mechones de su largo y sedoso cabello, esperando ansiosa la respuesta de su compañero.-
- Te lo diré, pero no su nombre. Eso no... El día en que me enteré que ella se había ido fue cuando estaba en Medellín cerrando la negociación con Ángeles y en ese momento yo recibí una llamada de un hospital... Ella... Ella había sido asesinada... No sé quién pudo hacerlo, pero cuando la vi en esa cama, sin vida, sentí que perdí algo, ella se había ido. Malditos sea ese día.- Maldijo entre lágrimas aferrándose completamente a la taza de café que sostenía en sus manos, mientras su exesposa se preocupaba por el dolor del hombre.- Fue su hermano quién la asesino, un disparo, directo en el corazón. Él me la arrebato, Betty.
- No habían palabras para expresar lo que embargaba sus adentros en ese entonces, el pobre hombre que estaba frente a ella estaba dolido por perder a la mujer de la que hablaba, mientras ella solo sentía su corazón invadirse de felicidad al saber que tenía a su amada rubia de ojos azules, su amada Catalina.- L-lo siento muchísimo por ti.
- Gracias.- Respondió manteniendo la mirada en su café sabiendo que su exesposa quería saber más, se lo diría, pero no hablaría más de lo cuenta.- Me enamoré de ella, perdidamente de ella. Yo no sé qué me hizo o que me dio, pero me perdí en su mirada, su forma de ser y actuar, ella me envolvió poco a poco hasta dejarme marcado en mi corazón. Ese día no podía dejar de observar su rostro, teniendo la esperanza de que ella despertará o que fuera una mala pesadilla, pero nunca volví a ver sus ojos, sus labios habían palidecido y su cuerpo estaba frío. Puedo sentir su presencia cuando estoy en soledad mientras sostengo su retrato, quisiera tenerla conmigo, Betty y ser feliz con ella, pero el destino y la vida me la arrebataron de la manera más cruel posible.
- ¿Hace cuánto ocurrió esto?
- Cuatro meses, para ser más específico el catorce de agosto.
- Catorce... Yo siento mucho lo que estás pasando, pero yo tengo que decirte algo que lleva sucediendo hace años.
- Es con respecto a nuestro matrimonio, ¿no?
- Así es... Sé que tú estuviste con ella durante varios años, pero yo durante tu ausencia y tu abandono me enamore de alguien. Estaba mal por tu abandono cuando fue Catalina quien se acercó a mí y estuvo apoyándome.- Musitó la de ojos avellana observando la confusión en la mirada perdida de su ex marido, por algún motivo presentía que él ya tenía idea acerca de lo que iba a decirle.-
- Es ella de quién te enamoraste ¿verdad?
- Sí, Armando. Me enamore de Catalina Ángel.

Beatriz Pinzón, - Armando Mendoza.

𝑰𝒓𝒊𝒔𝒅𝒊𝒔𝒄𝒆𝒏𝒄𝒊𝒂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora