𝑀𝑎𝑟 𝑑𝑒 𝑠𝑒𝑛𝑠𝑎𝑐𝑖𝑜𝑛𝑒𝑠

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Aquella dulce mujer lo ha cautivado, quizás sea sus encantos de mujer o simplemente sea su forma de ser y ver la vida, no le importa que sea casada, es lo de menos, sin embargo, a pesar de no tener importancia para ninguno de los dos sigue siendo un impedimento ante los ojos de todos, de su familia y sus conocidos... La noche fresca y los sonidos de las arboledas por la fuerza del viento anunciaban una fuerte lluvia, pero para Armando Mendoza esa era una buena noticia, tenerla esa noche para él, era algo que llevaba anhelando desde hace meses.
- Marce, tranquila nadie sabrá que estamos juntos, yo estaba dando una vuelta por los alrededores y encontré la cabaña, no sabía que tú estabas aquí descansando.- Comentaba mientras recorría el cuerpo de la mujer con sus ojos, encontrado su ropa totalmente ceñida a su cuerpo por la humedad que anteriormente había caído del cielo.-
- ¿Me prometes callar?, ¿Me darás tu palabra, Armando?- Interrogó manteniéndose cruzada de brazos ocultando sus pechos de la vista del hombre.-
- Te lo juro, mujer, por favor, tú sabes que no sería capaz de delatarte, si tú caes, caeré yo también.- Remilgo pasando una mano por su frente, recogiendo algunas gotas de sudor.-
- Ya lo sé.- Susurró.- ¿Por qué no vas a la ducha?, Creo que aún la tubería está en buen estado y sigue cayendo agua de la quebrada.
- Iré a revisar, mientras tanto ve a ponerte algo seco, no será que te agarre una hipotermia.- Bromeó el hombre con una sonrisa dirigiéndose al baño del lugar donde ambos pasarían esa noche.-
- Gracias al cielo, empaque ropa para más de una noche, ¿sabías que quería huir de mi familia?
- Marce, es algo que siempre has querido hacer, me sorprende que hayas tardado en hacerlo. Las comodidades de papi y mami no se encuentran en cualquier parte.
- Pero ya tengo mi propio patrimonio y está por encima del que ha conseguido mi hermano. Siempre he tenido buen manejo en las ventas.- Respondió desde la habitación, estando a unos pocos pasos de él, se apresuró a cerrar la vieja puerta de madera, creyendo que está cerraría, pero maliciosamente está estaba trabada, cerrando un cuarto del marco, aun así el hombre de ojos marrones podría verla cambiarse, sin embargo, él ya la había visto desnuda más de dos veces, aun así la idea de que la viera desnuda la hacían sonrojarse intensamente.-
- Siempre has sido más brillante que ellos, en todo, por eso tus papás están tan orgullosos de ti.- Musitó desde la ducha mientras se desnudaba adentro trataba de continuar la conversación, suspiraba y jadeaba en necesidad de verla desnuda nuevamente, la imagen de su cuerpo desnudo iba y volvía como un rayo, recordando la textura de sus senos, la suavidad de estos y el color de sus aureolas. «No más, Mendoza, no más.», sacudir su cabeza buscando espantar estos perversos pensamientos era algo difícil y sin más abrió la llave dejando caer el agua helada de la quebrada sobre su cuerpo.-
- Sí, gracias.- Susurró girando su mirada en todas direcciones pretendiendo no encontrar miradas ajenas a su cuerpo semidesnudo, rio para sus adentros al recordar las mañas de Armando para terminar colándose en su habitación y terminar haciendo el amor de la manera más pasional posible. Al final de vestir su cuerpo y retirar la ropa mojada de este, tomó una de las toallas que habían cerca y las junto con su cabello, para tratar de secarlo rápidamente.-

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- ¿Tú quieres cenar ya?- Preguntó Armando observándola en el sofá leyendo tranquilamente con la poca luz que aún quedaba en la cabaña.-
- Por supuesto, ¿Tú también vas a cenar?- Preguntó despegando sus ojos del texto para dirigirla a él.-
- Hace mucho tiempo que no tengo el privilegio de cenar con la señorita Valencia, entonces permítame atenderla.- Reprochó guiñando su ojo derecho galante ante ella.-
-Ay, Armando, tú sabes que si no he aceptado tus invitaciones es por mantener las apariencias y no hacer que la gente rumoreé cosas que no son.
-¿Cosas como qué?, ¿Qué te acuestas con otro hombre viéndote comprometida?, Porque la gente habla mucho de eso, Marcela, tú y yo sabemos perfectamente que es lo que sucede. Si para ti solo son acostones o hacer el amor para quitarnos las ganas, te equivocas yo disfruto estar contigo, me encanta amanecer a tu lado, pero veo que a ti solo te importan los prejuicios. Yo pensaba que eras diferente, Marcela.
- Armando.- Musito tirando su libro a un lado para acercarse velozmente al ojimarron y abrazarlo con fuerza.- Yo no te veo como eso, Armando, tú eres más que sexo para mí, entiendo que soy demasiado preocupada e incluso olvidadiza con ciertos asuntos, pero me atemoriza que mi padre nos descubra y nos haga algo, en especial a ti. Armando, mi cielo, mi corazón es completamente tuyo, aunque no sepa demostrártelo, yo te quiero tener a mi lado. Yo te amo a ti, mi vida.
- Ay, Marcela, Marcela. ¿Por qué siempre que trato de sacarte de mi vida vuelves y te adentras más en mi alma?, ¿ah?, ¿qué te he hecho para que no pueda sacarte de mi vida, mujer?
- No sé, no sé. Quizás sea el amor que sientes por mí, porque me amas y ese amor te embrujo.- Bromeaba depositando pequeños besos en sus labios, quienes querían ser atrapados por su contrario.-
- No te desesperes, disfruta el momento, déjate llevar por el mar de sensaciones, déjate llevar.

𝐴𝑟𝑚𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑀𝑒𝑛𝑑𝑜𝑧𝑎 - 𝑀𝑎𝑟𝑐𝑒𝑙𝑎 𝑉𝑎𝑙𝑒𝑛𝑐𝑖𝑎.

𝑰𝒓𝒊𝒔𝒅𝒊𝒔𝒄𝒆𝒏𝒄𝒊𝒂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora