𝐼𝑛𝑒𝑓𝑎𝑏𝑙𝑒

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—Mariposita, ven acá, deja los libros de mami.- La mirada verdosa de Valencia se posó sobre su pequeña niña de seis años, quien con dos libros en manos, uno que hablaba del proceso de transformación de las mariposas y todos las especies que existían en el mundo y otro que era su favorito, «Charlie y la fábrica de chocolates.» un cuento que adoraba leer al igual que «Matilda» y «Winnie the Pooh» eran aquellos libros que la pequeña pecosa leía o sus padres le leían cada noche sentados en el sillón rojo de la sala, la pequeña acostada en el pecho de su padre o madre mientras que quien leía daba caricias en su espalda y su acompañante acompañaba la lectura bebiendo un vaso de chocolate tibio, era una rutina y la parte del día favorita de Angélica, pues era un hábito que sus amorosos padres habían sembrado en ella, cosa que hacía que su princesa se llenara de amor y afición por los libros así como sus padres los cuales eran escritores y dueños de una de las editoriales más importantes del país.

— Solo quería ver con quien se quedaba el protagonista de tu novela mami... Papi si me dijo con quien se quedaba su protagonista.- La pequeña de mirada marrón como su padre le dio una sonrisita pícara a su madre la cual se derritió de amor ante este gesto que había sido heredado de su padre.

— Lo siento mucho, mi corazón, pero tu papi es un chismoso, pero yo soy una tumba y de mí no vas a obtener nada...- Soltó una suave carcajada y dando por finalizada su obra ordenó sus manuscritos y los dejó sobre su escritorio para después tomar los libros de su hija y acomodarlos en aquella estantería blanca que se adornaba de mariposas violetas y rosas la cual hacía referencia a que la estantería pertenecía a la joven Mendoza.

— A veces eres malita mami...- Angélica esbozó una sonrisa y siguió a su madre hasta su estantería.

— No, mi vida, eso se llama no dar adelantos, mejor dicho, es lo que se espera de un libro... Leerlo para descubrir si finalmente pasó lo que deducías del libro anterior cuando se trata de una saga claro.- La mayor esbozó una sonrisa y mientras tomaba a su hija en brazos su esposo apareció por la puerta sonriendo al verlas abrazadas.-

— ¿Ya vamos a cenar amores?, ya llego la comida china mía y de mi señora, como también el sushi de mi mariposita.

— Mi cielo, por favor, yo muero de hambre... Me siento agotada, pero gracias al cielo terminé, mañana en la tarde lo envió a la editorial y ya quedamos libres más o menos tres meses...

Aunque sus ocupaciones eran varias siempre tenían tiempo para dedicarle a su pequeña, pues pece a su madre había crecido rodeada de nanas y niñeras gracias al poco tiempo libre que sus padres tenían a causa del trabajo, había hablado con su marido y ambos decidieron llevar el trabajo desde casa para así dedicarse mejor a su hija, en su crianza y en prestarle la atención requerida a una niña de su edad, así como Marcela no confiaba en niñeras, Armando no confiaba en mucamas, preferían hacer las cosas por ellos mismos, era gratificante reunirse los tres para preparar su cena y luego sentarse en la terraza para cenar obteniendo una preciosa vista de Bogotá desde su apartamento o simplemente como ese día pedir comida y sentarse los tres en la sala a ver alguna película mientras cenaban.

Una vez la cena termino, Marcela fue quien recogió lo poco de cubiertos que se habían usado y tras dejarlos en el lavadero automático se dirigió a su habitación para lavar sus dientes, relajarse y dedicarse un poco de tiempo al darse masajes en el rostro, darse un baño ponerse su crema corporal favorita, su pijama favorito e ir con su marido el cual terminaba de preparar a Angélica para dormir.

— Ve a prepararte tú, vida mía, yo me encargo de poner el chocolate...- Besó sus labios de su marido y este con una sonrisa salió de la habitación dejándola con su hija.-

— Mami, hoy deseo leer el principito... Pero ¿ya le dijiste a papi nuestra sorpresa?- Una risilla cómplice se escapo de ambas y se miraron a los ojos con una sonrisa, Valencia giró su cabeza y se percató de que su marido no estuviese cerca.-

— No, mi amor, deseo que seas tú quien se la entregue... Mientras papi se prepara tú me ayudarás a preparar la sorpresa...- Hablaba con su pequeña mientras que la llevaba de la mano a la sala, y luego de poner a preparar el chocolate caliente, ambas tomaron asiento en la alfombra, debajo del sofá la ojiverde sacó una cajita de madera blanca y dentro de este había una bolsa la cual contenía una tarjetica escrita con anterioridad «La familia se extendió, el número tres fue nuestro favorito por mucho tiempo, pero ahora seremos cuatro, un número par y perfecto para nosotros, dale la bienvenida al nuevo integrante de la familia Mendoza Valencia.» junto a un mameluco blanco, un pequeño biberón, un peluche de osito y una ecografía en la cual se señalaba una pequeña manchita apenas perceptible a la vista.

Marcela con ayuda de Angélica adorno el interior de la cajita con todo lo que había comprado para que se vería perfecto apenas su esposo abriera la caja. Una vez finalizaron tomaron asiento en su sillón rojo y mientras que Angie se acurrucaba junto a su madre ella le daba pequeños sorbos a su chocolate mientras que el libro esperaba en su regazo.

— Uy, que rico huele el chocolate, ¿hoy lees tú o leo yo, mi amor?, recuerdo que quedamos en el capítulo cuatro.- Mendoza esbozó una sonrisa cuando su mujer también lo hizo y le entregó el libro.-

— A ver... El principito llegó a...- Hizo una pausa al ver a su hija levantarse del sofá e ir corriendo a la cocina.- Angie, ¿qué pasó?

— Fue por algo que le pedí amor mío, no te preocupes...

— ¿Segura de que todo está bien, amor?, no sé, te veo como nerviosa, te estás mordiendo mucho el labio inferior y no me digas que no porque tienes los labios demasiado rojos, ¿qué pasa, Marce?

— Ay mi vida...- La mujer soltó una suave carcajada y se acercó un poco más a su marido para besar sus mejillas mientras frotaba sus narices en un beso esquimal.- Nada, no te preocupes corazoncito, te prometo que no pasa nada malo, todo lo contrario últimamente nos pasan cosas demasiado buenas... Y deseamos darte una noticia que te aseguro te pondrá feliz.- La mujer se hizo a un lado para darle especio a su hija en medio de los dos, quien con la cajita en brazos miró a su papá con una sonrisa y se la entregó.

— Mis amores, ¿qué es esto?

— Solo ábrela papi, es una sorpresa mía y de mami...- La pequeña sonrió ansiosa y solo pego un pequeño grito de alegría al ver a su papá sonreír apenas el contenido de la caja se reveló. Armando no podía creerlo y al reaccionar un poco solo atinó en abrazar a las mujeres que tanto amaba mientras una lagrima caía por su mejilla, demostrando lo feliz que estaba en ese momento.

La llegada de Angélica a sus vidas había sido un momento hermoso, pues estaban en su primer año de casados, la niña llegó a iluminar sus vidas y a fortalecer mucho más su relación, darles un hermoso significado del amor y enseñanzas de la vida, demostrarles que era posible ser feliz sin importar las circunstancias y siendo felices a su manera sin importar el que dirán las otras personas, y ahora otro pequeño retoño que se formó en dos adolescentes que se amaron con locura desde el primer momento y que de ese amor ahora nacía un nuevo retoño, esta vez el pequeño hombrecito que ambos habían deseado y que trabajan en ello casi que a diario cuando a la niña no le daba el arrebato por dormir junto a sus padres, Armando lleno de gratitud y de alegría besó los labios, la frente y las mejillas de su esposa mientras le profesaba cuanto la amaba y cuán agradecido estaba por darle una felicidad que parecía ser infinita, luego abrazó a su hija y le declaró ser la mejor hermana mayor del mundo entero, los tres se unieron en un amoroso abrazo mientras que el amor y el festejo por ese nuevo ser que llegaba a iluminar mucho más su vida, que llegaba a enseñarles nuevas cosas y a hacerlos adaptarse a una nueva rutina que sin duda los tres estarían dispuestos a adaptarse para hacer que todo siguiera funcionando con la armonía de siempre.-





Uno cotito pero wonito

𝑰𝒓𝒊𝒔𝒅𝒊𝒔𝒄𝒆𝒏𝒄𝒊𝒂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora