𝐵𝑒𝑙𝑙𝑜𝑠 𝑜𝑗𝑜𝑠 𝑎𝑣𝑒𝑙𝑙𝑎𝑛𝑎.

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Por sus fosas nasales inhaló aquel polvillo blanco que le había ofrecido. «Deberías buscar ayuda, no es bueno que estés inhalando esa porquería.», hizo caso omiso y termino de inhalar la sustancia que parecía distraer sus problemas y pasarlos momentáneamente, pero cuando el efecto se desvanecía el vacío volvía y el dolor igual, no le quedaba más remedio que buscar otra dosis de la droga y adormecer de nuevo los dolores generados por su alma.
- Catalina, mi misión ahora es esperar y esperar hasta que esto me cause una sobredosis y quien sabe de pronto morir.
- ¿Por qué te haces esto?
- Porque es mortífero ver al ser que amas con otra persona... Porque ahora estoy pagando mis males y no puedo estar con ella.
- Armando...- Sentenció la relacionista pública intentando consolar el llanto desmesurado de Armando que no dejaba de nacer a causa de la pérdida que él mismo había ocasionado.-
- Fuiste correspondido por ella, pero tus acciones lo dañaron todo.
- Ya lo sé, pero mira. Ahora ella se está casando con ese idiota en lugar que conmigo. ¿Crees que Betty me perdone?
- Seguramente. Pero, no quisiera verte así.
- ¿Que más da?- Suspiro tirando la bolsita blanca al suelo, iba a morir con el corazón roto, que irónico el hombre que jamás quiso enamorarse termino perdidamente enamorado de su dulce secretaria, el tierno roce de su mirada y la divinura de su persona lo hicieron perderse en esa bella mujer que había conocido en un cóctel, cuando él era un hombre que solo se dedicaba a acostarse con modelos cuando la vio quedó envuelto en ella, y fue más grato para él al tenerla trabajando para él. Pero el sueño de que su Betty se convirtiera en algo que más que su novia se perdió cuando él cayó tan bajo en serle infiel, supo de inmediato que la había perdido cuando ella ya no lo observaba a los ojos y se fue de lo que una vez denominaron hogar con sus ojos avellana enrojecidos y sus pómulos húmedos por las lágrimas de sangre que él le había causado. Desde esa tarde primaveral, Armando no supo más de ella, Armando no volvió a buscarla cuando se enteró de que se había vuelto a enamorar. ¿Dónde quedó su amor eterno que le daba a entender con cada beso, cada caricia, cada acción, cada palabra?, Prácticamente el pacto se deshizo, las bellas acciones de su Betty ahora le pertenecían a otro hombre, otro hombre que no era él... Lo único hermoso de todo esa tragedia fue el último beso que ella le brindo cuando fue a buscarla, la encontró vestida de blanco crema, sus rizos negros caían sobre su espalda y sus ojos avellana brillaban. Ella le dijo cuanto lo había amado y él le declaró cuanto la amaba, le pidió fugarse e irse juntos a una nueva ciudad donde nadie supiera de ellos, pero Beatriz lo freno con un suave y dulce beso que para él eran una confirmación de ello, pero después ella le contesto. «Yo te dejé de amar y mi felicidad está ahora con el hombre que me voy a casar. Yo te quiero, pero no te amo, fui feliz contigo como también fui infeliz. Fueron lindos meses los que pase a tu lado, pero todo se fue esa tarde de abril.»

𝐴𝑟𝑚𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑀𝑒𝑛𝑑𝑜𝑧𝑎 𝑥 𝐵𝑒𝑎𝑡𝑟𝑖𝑧 𝑃𝑖𝑛𝑧𝑜́𝑛.

𝑰𝒓𝒊𝒔𝒅𝒊𝒔𝒄𝒆𝒏𝒄𝒊𝒂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora