Podía enumerar las cosas que le gustaban, entre esas ver a esa mujer que le había robado el aliento con tan solo verla, realmente se había enamorado de ella, ¿como no? Si ella era sencillamente magnífica, adoraba cada aspecto que la conformaba y cada partícula de ese cuerpo enloquecedor, la amaba y la deseaba con una fuerza inhumana, generalmente la vida no suele ser color de rosa, pero para Armando era divina, la tenía con él como su esposa, y ahora la veía desnuda totalmente dormida sobre su cama después de haberle hecho el amor como una fiera, la veía apoyado desde el marco de la puerta, sus piernas y trasero estaban descubiertos, la sábana cubría sus pantorrillas y se colaba en medio de ellas hasta llegar al centro de sus muslos donde subía por su abdomen plano y cubría únicamente su seno izquierdo, entre más la veía le parecía más perfecta, era infinitamente hermosa y no encontraba belleza más magnífica que la de su amada esposa, era una diosa generalmente. Sus ansiosas de solo mirar no fueron buenas, con sigilo se fue acercando a ella y en el lado vacío junto a ella tomó asiento para empezar a aspirar el aroma florar de su perfume que estaba bien impregnado en su cuello, bajo una de sus manos por su cuello y tocó con suavidad uno de sus senos, deteniéndose a jugar un poco con su pezon, este se erecto casi de inmediato, pero quiso seguir con su recorrido antes de centrarse en un solo punto de placer, siguió bajando y acarició el abdomen de su mujer causándole un leve temblor, acarició su cintura y llegó hasta su cadera, se acomodó mejor junto a ella para sentir su trasero en su masculinidad, sabía que ya había despertado, de hecho supo que cuando se acercó ella ya estaba despierta, prosiguió delineando la figura esbelta de su amada con sus caricias hasta llegar a su venus donde acarició con suavidad y bajo para acariciar los labios externos de su zona, se detuvo ahí para terminar las caricias en los muslos de su esposa mientras la oía suspirar con rapidez, la sentía mover sus caderas contra él y le dio una palmada juguetona en sus glúteos oyéndola jadear ante el contacto de su mano contra su carne, tomó con suavidad su cabello y tiro de él con suavidad para dejar en su cuello más accesibilidad, lo besó y mordisqueó con suavidad la mandíbula de ella oyéndola gemir despacio. Siguió jugando con su cuello y con su seno derecho, apretándolo y jugueteando con su pezon con ese toque que solo él sabía hacerlo, ella no logró estar así y se giró para encontrar sus labios en un beso desesperados, sus lenguas chocaban con necesidad de probarse el uno al otro, sedientos de deseo, era ella quien lo desvestía de la única prenda que portaba y sin preliminares llegó al miembro de su esposo para acariciarlo con suavidad, ella mordía sus labios ansiosa por el deseo, más él solo podía verla y admirarla, su mujer era todo lo que quería, era la perfección hecha mujer, la lujuria y él libido en persona que tenía nombre apellido y era el de su amada esposa, no la dejó aprovecharse de que estaba a punto de correrse y en un movimiento rápido capturó sus manos traviesas con una sola y la acorraló contra la cama mientras alineaba su miembro en la hendidura de su mujer para iniciar a embestirla con fuerza, sonrió en medio de la primera embestida por ver la mueca de placer que hacía su amada mientras le suplicaba un beso desesperada por volver a conectar sus labios en medio de
las embestidas rudas que daba Mendoza, le premio con besos y caricias que daba en sus pechos con su boca, vio como retorcía sus manos después de varios minutos, ambos estaban agitados y sudorosos por el rudo vaivén, los gemidos que se escapaban de los labios carnosos de su esposa lo enloquecían de placer mientras se sentía inundado por la lujuria de hacerle el amor con rudeza, cada vez que hacía el amor con ella era una experiencia deliciosa que era única en su momento. La observaba morderse los labios y cerrar los ojos en lo que gemía su nombre, pidiendo más y más, él le daba lo que quería y maldecía complementando los gemidos de su acompañante con los suyos, los besos eran cada vez más largos y fogosos, conforme ella tuvo su orgasmo él le sonrió mientras se corría satisfactoriamente dentro de ella, la vio abrir sus ojos y sonreírle de esa forma tan especial en que lo hacía después de cada faena antes de atraparlo en el calor de su cuerpo y envolverlo en un abrazo para quedarse ahí en la cama esperando a recobrar el aliento y normalizar su ritmo cardíaco, nuevamente se encontraba admirándola mientras acariciaba el cabello sedoso de su amada que tanto le gustaba tocar para relajarla, pero había dos cosas que eran las que más le encantaban de su rostro, sus bellos ojos brillantes que tanta paz le daban y esos labios deliciosos que con solo verlos lo tentaban a besarlos, estaba loco por ella y no iba a negarlo, la amaba con esa locura única y sabía que lo haría hasta su último día.
𝐴𝑟𝑚𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑀𝑒𝑛𝑑𝑜𝑧𝑎 𝑥 𝑀𝑎𝑟𝑐𝑒𝑙𝑎 𝑉𝑎𝑙𝑒𝑛𝑐𝑖𝑎.
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𝑰𝒓𝒊𝒔𝒅𝒊𝒔𝒄𝒆𝒏𝒄𝒊𝒂
FanficCuando la luz de un arcoiris se cuela en las nubes y alegra el cielo con su esplendor. •𝑷𝒆𝒒𝒖𝒆𝒏̃𝒐𝒔 𝑶-𝑺 𝒊𝒏𝒔𝒑𝒊𝒓𝒂𝒅𝒐𝒔 𝒆𝒏 𝒍𝒂 𝒏𝒐𝒗𝒆𝒍𝒂 𝒀𝒐 𝒔𝒐𝒚 𝒃𝒆𝒕𝒕𝒚, 𝒍𝒂 𝒇𝒆𝒂• Distintas ocasiones en las cuales se incluirán los pers...