20 Otra vez

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 A los pocos días Murad sano completamente y Gulfem  vino con el a visitarme a mis aposentos, Suleiman había dicho que no podía salir pero nunca dijo nada sobre recibir visitas.

 Gulfem se sentó en el Diván mientras que Murad se puso a jugar con sus hermanitos, estar tantos días en cama solo debió ser muy triste para el.

 -Gracias Farah por salvar a mi hijo, de no ser por ti Murad en estos momentos no estaría conmigo.

-No digas eso, Murad y Mustafa son como unos hijos más para mi y quiero que estén sanos y a salvos- Y no mentía los quería como unos hijos más.

-Tanto Mahidevran como yo estos días intentamos hablar con su alteza pero no nos quiere recibir, en realidad no recibe a nadie solo a Ibrahim.

Ibrahim, pobre Ibrahim, era el  mejor amigo  confidente de Suleiman paro termino siendo ejecutado baja las mismas ordenes de este para que luego Suleiman se arrepintiera y escribiera en los siguientes años poemas haciendo hincapié en los temas de la amistad y la confianza entre amigos. Incluso los mismos historiadores narraron su muerte como injusta, decían que  fue víctima de las intrigas de Hurrem, la que tenía una enorme influencia sobre Suleiman y que se encargó junto a su yerno Rusten Pasha de tejer una serie de complots, para lograr que Suleiman lo eliminara.

Me hubiera gustado saber más de la dinastía otomana, solo recuerdo todo lo que decían los guías turísticos, que frustración.  

-Parece que sigue furioso porque desobedecí su orden pero no me arrepiento.

-Ya se le pasara porque gracias a ti Murad esta vivo, solo le quedaron algunas cicatrices por la varicela. 

Al escuchar eso me levante me dirigí a un de los estantes que estaban en una esquina y saque un pequeño frasco y regrese donde Gulfem para darselo.

-Toma, esto borrara las cicatrices de Murad, es una crema que yo misma hice. 

-Gracias otra vez Farah.

En eso se abrieron las puertas de mis aposentos entrando unas cridas con los dulces y postres que había pedido antes que llegara Gulfem.

-Gulfem acompáñame a disfrutar estos dulces que mande hacer, son realmente deliciosos se que a Murad le encantara.

-Esta bien-Asintio con la cabeza y se giro hacia donde estaban los niños jugando-Murad ven, trae a tus hermanos.

Así que nos sentamos a disfrutar de los dulces.

-No reconozco algunos dulces- dijo Gulfem mientras se llevaba un bocadillo a su boca

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-No reconozco algunos dulces- dijo Gulfem mientras se llevaba un bocadillo a su boca. 

-Así es se me había antojado comer algunos dulces que comía antes de llegar aquí. 

-¿Se te había antojado?¿Acaso estas embarazada?

-Así es, estoy embarazada, pensaba decírselo a su alteza pero ya vez como están las circunstancias, pero dejemos de hablar de eso y disfrutemos de los dulces como lo esta haciendo Murad.

Murad al escuchar su nombre levanto la mirada y tenia los cachetes llenos como las de una ardilla, se veía tan adorable. 

-Come tranquilamente Murad, te puedes atragantar , nadie te va a quitar los dulces- Le decía Gulfem limpiándole sus mejillas. 

-Es muy lico, siempre hay dulces licos con Farah

-Puedes venir todas las veces que quieras Murad-Le dije sonriéndole

-¡¡¡Yeaaaaa!!!- grito muy emocionado  

-Si que es un glotón- dije sonriendo 

-No será una molestia para ti?-pregunto Gulfem preocupada.

-No te preocupes no me molesta que Murad venga a verme y de paso juega con sus hermanitos.  

Quería que crecieran entre ellos con un fuerte lazo de hermandad y que siempre se protegieran y cuidaran y no hubiera rivalidad entre ellos, eso era lo que menos quería. 

Mis hijos al ser pequeños comieron solo un par de dulces y nada más.

Cuando terminamos de comer Gulfem se despidió y se fue con Murad, mis hijos se pusieron a jugar entre ellos, mientras yo me puse a dibujar un cuadro de ellos jugando, quería retratarlos en cada etapa de su vida. Mientras pintaba me preguntaba porque todavía no había venido Suleiman a verme ya que Murad ya estaba sano, yo esperaba unas disculpas por la forma humillante en la que me trato y hasta que no lo hiciera no pensaba decirle que estaba embarazada, el que estaba en falta es el, por no tener la suficiente confianza en mis capacidades y por la forma en la que me trato.

-Si que tienes un papá cabeza dura- decía mientras acariciaba mi vientre plano.

Lo único bueno que había pasado últimamente fue aumentar mi riqueza, a este paso me convertiría en la mujer más rica de toda la dinastía otomana,  quería utilizar parte de ese dinero para empezar a hacer donaciones y crear fundaciones que ayudaran a las mujeres y niños, en que en estas épocas lo pasaban muy bien.








Un nuevo comienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora