3- Despedida.

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En el transcurso del viaje hacia la escuela de mi hija, me centre en observarla a ella, en ver su rostro, en acariciar su cabello y en abrazarla todo lo que podía, sabía que al llegar a el destino pactado tendría que despedirme de ella, y yo no estaba ni remotamente preparada para ese momento.

Los minutos se me hicieron demasiado cortos, de un momento a otro ya estábamos al frente de la escuela estacionados esperando que Sarada bajará del vehículo. Le hice una seña al moreno preguntándole si podía bajar, para mí sorpresa acepto a que lo hiciera y no espere más para hacerlo.

Me baje del vehículo con cuidado, cuidando cada uno de mis movimientos para evitar que el moreno pensará que quería escapar y dispara en contra de la vida de mi hija o incluso la mía.

Él también se bajó del carro y seguía con el arma apuntandome en la cabeza.

Pensé innumerables veces en escapar, en salir corriendo con mi hija en brazos hasta internarme en la estructura estudiantil buscando ayuda, pero para mí desgracia yo sabía que no llegaría demasiado lejos. Él hombre que me tenía amenazada era un oficial de policía, él era compañero de mi esposo y por ello, sabía que jamás fallaba en un disparo, siempre le daba al objetivo y eso me tenía sumamente asustada, porque si él quería nos mataría a ambas en cuanto corrierámos los primeros metros, estaba segura que caería antes de llegar si quiera al patio delantero de la institución. Y eso era algo en lo que yo no me podría arriesgar.

Decidí primero proteger a mi hija ya luego vería como me salvaría.

Me baje del carro y agache a la altura de Sarada. Observe cada una de sus fracciones y al pensar que sería tal vez la última vez que la vería mis ojos se cristalizaron.

—¿Qué te pasa mami? —pregunta ladeando su pequeña cabecita.—¿Por qué lloras? ¿Estás triste?

—No pasa nada mi amor, todo estará bien. —le sonrió levemente de manera un tanto triste y asustada.— Q-quiero decirte que te a-amo y que siempre lo h-haré mi niña.

—Yo también te amo mami, te amo muchísimo. —me sonríe para luego abrazarme con sus pequeños brasitos.—

—Q-quiero que también le digas a tú padre que lo a-amo muchísimo y que en dónde me encuentre lo seguiré amando como el p-primer día...lo mismo para ti mi amor, te amaré siempre, u-ustedes son lo más importante para mí. No lo olviden nunca.

—No lo haré, cumpliré mi promesa mami, le diré a papi exactamente lo que me dijiste. —sonrie separándose un poco de mis brazos.—

—Eso mi amor. Quiero pedirte también que... cuides mucho de tu padre y lo que es más importante, que te cuides a ti. Siempre estaré aquí —le señaló su pequeño corazoncito.— Recuérdalo. —cuestiono con una mueca que no llega a ser una sonrisa.—

—Lo haré mami, estarás muy orgullosa de mí.

—Siempre lo estaré princesa, siempre lo estaré. —Y no retengo más mis ganas de llorar y me aferró a ella, la abrazo con todas mis fuerzas sin querer separarme de ella, sin querer dejarla ir. Cuanto quisiera permanecer a su lado. Cuidarla y verla crecer por mucho tiempo pero...no sé si lograré hacerlo.

«Y la verdad, por más que luche, no lo logré.»

Fui separada bruscamente de mi hija, rompiendo así el abrazo que nos mantenía unidas a ambas, el moreno de manera furiosa me arrastra del lado de mi hija para depositarme de manera nada amable en el asiento del copiloto; cerró la puerta del auto tan fuerte que me sobresalté, mi niña también se asusto y sus ojos brillantemente negros cuales gemas oscuras miraban todo de manera nerviosa y asustada.

Le sonreí con mi mejor sonrisa y le dije de manera silenciosa… «Todo estará bien» y yo esperaba que así fuera.

Me despedí de ella con un gesto de mano, y le susurré un pequeño «Te amo.» mientras la veía aún parada en la entrada de la institución.

Me dolió tanto cuando ya no pude divisirarla desde donde estaba que empecé a sollozar de manera inconsciente.

Sentí un apretón en mi mano que me trajo de vuelta a la realidad, este no era el momento para desmoronarme. Debía volver, yo debía hacer todo lo posible por salir viva de esto para volver a estar con mi familia por mucho tiempo.

Separé mi mano de la del moreno como si si tacto quemara. La quite de manera tan brusca pero no me importo, el se molestó por mi actuar más no dijo nada.

Apretó la mandíbula claramente molesto e hizo puños sus manos por encima del volante. No sabía que hacer y ciertamente estaba muy asustada como para pensar. Decidí tranquilizarme primero y luego pensar en un plan que me ayudara a escapar.

—A...¿A dónde vamos...? —cuestiono en un susurro demasiado bajo pero que de igual manera él logró escuchar claramente.—

—A un lugar que sé que te va a gustar y que además, es un lugar donde no nos podrán encontrar nunca.

«Y en eso sí que se equivoco, ya que si nos encontraron...aunque lamentablemente fue demasiado tarde para mí.»

"Asesinada"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora