catorce.

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Me senté en la cama a causa de un mareo horrible. El sol estaba enviando sus rayos directamente hacia mi cara, y toda la habitación lucía blanca. No sabía dónde estaba.
Puse mis pies en el suelo para luego levantarme. Me acerqué a la puerta de aquella habitación, y la abrí. Cuando un olor a panqueques recién cocinados invadió mi nariz, me asqueé y corrí al baño.
Devolví más de lo que había comido. Levanté la cabeza, y enjuagué mi boca. Me miré en el espejo, mi cabello estaba hecho un desastre.
¿Qué demonios pasó? ¿Dónde estoy?Salí del baño, dirigiéndome de vuelta al cuarto, mientras recogía mi cabellera en un moño. Toqué mis sienes, y con los ojos cerrados, trataba de analizar la situación. Sentía que me habían dado un martillazo en la cabeza, me dolía muchísimo.
- Rubén y yo fuimos a la segunda fiesta del Russ. - Susurré. - Bebimos mucho... Y nos separamos.
- Y entonces yo te vi, estabas muy borracha. - Dijo una voz femenina, desde la puerta de la habitación. Me giré a mirarla. - Te traje hasta mi casa, y te presté mi habitación.
- ¿Quién eres? - Tras mi pregunta, ella se quedó callada. - Gracias... - Le dije, percatándome de que estaba siendo algo grosera, después de todo ella me ayudó.
- No es nada. - Respondió la chica. - Me sorprende que no me recuerdes. Tenemos varias clases juntas. - Suspiró. - Me llamo Bere. Mi madre es mexicana y mi padre noruego. Vivo aquí desde los 12 años. - Añadió, dándome un pequeño resumen de su vida.
Percibí en el tono con que lo dijo que estaba algo fastidiada de tener que presentarse nuevamente conmigo, seguro porque ya lo había hecho antes.
- Oh...
- ¿Quieres una aspirina?
Asentí con la cabeza, y ella se fue.
Busqué mi celular entre las sábanas, y lo encendí para revisar la fecha. Miércoles, 23 de abril de 2008.
8:03 a.m.
13 llamadas perdidas de "mamá".
- Las clases se suspendieron. - Dijo Bere, entrando a la habitación con una pastilla y un vaso de agua, y haciéndome sobresaltar.
- ¿Por qué? - Pregunté antes de introducir la pastilla en mi boca y tragarla con ayuda del agua.
- Anoche fue un desastre. - Me quitó el vaso y lo colocó en el buró. Tras ello se sentó en la cama, y yo la imité. - La mayoría estaban borrachos. Los profesores decidieron suspender las clases puesto que son los primeros días y aún no estamos acostumbrados a desvelarnos o emborracharnos.
- Uh, qué bien. - Suspiré. - Tengo que irme, mis padres me están esperando y seguro que me matan en cuanto llegue.
- Vale. - Respondió. - Si quieres tomar algo para comer en el camino puedes hacerlo. Había hecho panqueques pero me percaté de que no te sientes muy bien.
- De hecho no. - Contesté, levantándome. - Gracias por todo, Bere.
- Por nada.
Tras aquella breve conversación me fui de su casa.
Estando frente a la puerta de mi hogar, respiré profundamente, preparándome para lo peor. Abrí la puerta, y no vi a nadie en la sala. Opté por escabullirme hasta mi habitación, pero paré en seco cuando escuché que me llamaban.
- ¡___! - Dijo la voz de mi padre desde la cocina.
Suspiré, y caminé hacia allí. Cuando entré, vi a mi madre, mi padre y la madre de Rubén sentados a la mesa.
- ¿Dónde estabas? - Preguntó mi mamá. Veía que sus ojos estaban hinchados y rojos, y tenía maquillaje corrido.
- Oh, mamá... Perdóname.
Me hacía sentir muy mal verla llorar.
Ella suspiró.
- ¿Dónde estabas? - Volvió a cuestionar.
Me vi obligada a decirle la verdad.
- Me emborraché y una chica me llevó a su casa...
- ¿Quieres que te crea? Seguro te fuiste con un chico.
Tapó su rostro y comenzó a sollozar. La madre de Rubén y mi padre me miraban mal.
- No, mamá... Te lo prometo... Amanecí en la casa de esa chica. Bere.
Mamá limpió sus lágrimas, y luego de mirar a la madre de Rubén, dirigió su vista a mí.
- Estás castigada. - Susurró. - ¿Dónde está Rubén?
- No lo sé... - Respondí, en voz baja. - Anoche lo perdí de vista.
¿Lo delataba? Sabía que había pasado la noche con una chica, recordaba lo que había visto.
Estaba algo celosa.
- Pasó la noche con una chica. - Dije.

~

Apliqué rímel en mis pestañas mientras mordía mi labio. Estaba arriesgándome mucho, pero esperaba que valiera todo la pena.
Me coloqué un suéter encima del vestido que llevaba, y me miré una última vez en el espejo.
Cogí mis zapatos de tacón en mis manos, y los aventé por la ventana. Tras ello, salí por la misma, teniendo cuidado de no arruinar mi vestido.
Corrí y corrí hasta el pub.
No pensaba perderme otra fiesta del Russ por estar castigada.
- Hola, Bere. - Saludé en cuanto la vi.
- ¡Hola! ¿Quieres tomar algo?
- Claro... Pero no alcohol.
- Obvio no. - Soltó una pequeña carcajada y tras ello se fue a buscar bebidas.
Me senté en una de las sillas que estaban cerca de mí, y esperé.
Las luces moradas, azules, verdes y rojas me impedían ver bien a quienes estaban allí. Me preguntaba dónde podría estar Rubén. Tal vez también lo habían castigado, pero conociéndolo, no creía que se fuera a quedar de brazos cruzados. Probablemente también se habría colado en la fiesta.

- ¡¿QUÉ DIABLOS HACES?! - Le grité a un chico que justo me había robado un beso. Tras ello, le pegué una enorme bofetada y salí de el bar.

Miraba el cielo oscuro, con el corazón acelerado y unas náuseas terribles, causadas por aquel beso.
Si algo odiaba era que abusaran de mí e hicieran cosas que yo no quería.

- No sabía que eras tú.

El corazón se me detuvo al escuchar aquellas palabras de la persona que estaba detrás de mí.
Me giré a verlo y me quedé congelada.

- Rubén... - Susurré.

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Recuerden decirme qué les pareció el capítulo.

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