veintiocho.

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Me desperté con escozor en la cintura y las piernas. Aparté las sábanas de mi cuerpo y vi que mi vestido se encontraba terriblemente arrugado, y la tela me estaba irritando la piel. Me levanté de la cama. En el suelo estaba Bere, dormida, con el maquillaje corrido, y algo despeinada. Su vestido también estaba arrugado.
Reí levemente y me dirigí al baño.
Mi mente estaba lúcida; habíamos ido a una fiesta la noche anterior (sin permiso de mis padres), Bere se separó de mí por un rato y yo coqueteé con un muchacho llamado Jason, quien era originario de Estados Unidos. Le di mi teléfono después de que bailáramos un poco. Luego me reencontré con Bere, nos fuimos a mi casa, y entramos por la ventana. Por el cansancio no nos desmaquillamos ni nos cambiamos de ropa.
Así que ahí estábamos, hechas un desastre. Me vi en el espejo y me lavé la cara. Escuché la puerta de mi habitación abrirse y a mi mamá soltando un ligero grito.
- ¡AY! ¿Tú qué haces aquí?
Salí corriendo del baño, para enfrentarme a ella. Bere estaba despertándose apenas, se talló los ojos haciendo que su maquillaje se terminara de arruinar.
- ¿Qué explicación me tienes para esto? - Preguntó mi madre, cruzándose de brazos.
No se me ocurrió ninguna excusa lógica, así que cerré los ojos y solté un suspiro.
- Bere y yo nos fuimos de fiesta anoche.
- ¿Con el permiso de quién te fuiste? - Cuestionó, furiosa.
Simplemente negué con la cabeza, evadiendo su pregunta.
- Mamá, ya casi tengo 18 años.
- No me importa. Estás castigada.
Giré los ojos. Al fin de cuentas no tenía con quién salir (mas que Bere).
- Y si estabas pensando en aquello que le dijiste a Rubén cuando se fue, vete olvidando.
- ¿Qué le dije? - Pregunté, confundida.
¿De qué hablaba?
- De visitarlo. No te vamos a dejar ir a España sola ni en broma.
Abrí los ojos como platos.
- No me puedes decir eso. - Dije, acercándome a ella y tomándola de los hombros. - ¡NO!
La zarandeé levemente y ella se soltó de mi agarre. Abrió la puerta y me señaló con su índice.
- No irás. - Espetó antes de salir.
Bere miraba toda la escena con impresión. Se levantó del suelo y me miró.
- ¡Perdóname! - Exclamó, tapándose la boca con las manos.
Negué con la cabeza.
- No te preocupes, no ha sido tu culpa.
~
Deposité el disco recién limpio en su estante y dejé el trapo en el mostrador.
Tomé mi laptop y puse algo de música.
La venta había estado estable durante ese día, habían venido unas quince personas y apenas eran las 11 de la mañana.
Abrí mi cuenta de Facebook, que había creado dos semanas atrás.
Vi que tenía un mensaje y lo abrí. Era Celia.
"¡Hola! Espero que estés bien. Hace mucho que no hablamos. Me acabo de comprar una cámara web, espero que podamos hacer videollamadas pronto, ¿te parece?"
Antes de que pudiera responder el mensaje, entró alguien a la tienda. Esta vez era un niño, lo que me simpatizó bastante.
Me pidió  que le diera los mejores discos que tenía; diciendo que eran para su hermano (quien al parecer era un gran fanático del rock).
El pequeño se fue muy contento tras pagarme, y volví a mi computadora.
Le respondí el mensaje a Celia diciendo que hablar por videollamada estaría genial; ella estaba en línea, así que respondió al instante.
Me creé una cuenta de skype y la agregué.
Al instante comenzamos la videollamada.
- ¡Hola! - Dijo ella, bastante animada.
Le sonreí con sinceridad.
- Hola, tanto tiempo.
- Oh, lo sé. ¡Te extraño mucho! - Exclamó.
Hice un pequeño puchero dándole a entender que yo también lo hacía.
Comenzó a contarme lo bien que le iba en un trabajo que había conseguido como cosplayer, posaba para algunas tiendas de disfraces y ganaba mucho dinero.
Me alegré mucho por ella, pero también me puse a pensar en que podría estar trabajando en otra cosa en ese preciso instante; haciendo algo que realmente me gustara.
El ambiente era muy agradable en la tienda de música, pero no me apasionaba buscar y cobrar discos.
Quería hacer algo más.
Tenía tiempo, además; si encontraba un buen trabajo y ganaba dinero, podría visitar a Rubén y Celia.
- ... y me acabo de mudar cerca de Rubén.
Abrí los ojos enormemente.
- ¿Enserio? Wow. Qué sorpresa.
- Lo sé, es bastante loco, ¿sabes? Todo esto es muy emocionante. Quisiera que estuvieras aquí. Málaga es genial.
Suspiré levemente. No quería decirle que me habían dejado sin permiso. ¿Y decepcionarla? No, ni loca.
- En fin. - Dije. - ¿Ha conocido ya Rubén a Mangel?
Celia negó con la cabeza.
- Pronto se irá a Japón con el padrino, por cierto.
- Oh, wow. Genial. - Respondí.
No me emocionaba mucho distanciarme aún más de Rubén.
Deseé con todas mis fuerzas que todo esto acabara y despertar con él a mi lado.
- Oh, ____. Debo irme, mamá me necesita.
- Ah, claro, ve tranquila. Salúdame a Rubén, por favor. - Le pedí.

Ella sonrió y asintió antes de colgar la llamada.

Me pregunté por qué la vida tenía que ponerse tan difícil para mí justo cuando iba viento en popa; Rubén me quería y yo a él. Pero no, él tuvo que irse y dejarme sola para aburrirme cada día vendiendo discos.

Regresé a mi casa después de mi turno y subí a mi habitación sin cenar.
Marqué el teléfono de Rubén y esperé a que él respondiera.

- ¿Hola?
- Te prometo que de alguna manera u otra estaré allá algún día.

~
Necesito ver sus comentarios.

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