treinta y cinco.

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CAPITULO SIN CORREGIR.
Si gustan, escuchen la canción mientras leen. Voy a poner un asterisco en la parte donde pueden empezar a escucharla para que la historia sea un poco mejor.

-

Mamá y papá miraban de vez en cuando a Billy. Creo que tenían la idea de que él era un pretendiente mío, y lo estaban haciendo sentir incómodo.
Mi padre ya le había hecho las típicas preguntas; "¿Trabajas? ¿Cuántos años tienes? ¿Cuál es tu nivel académico?", etcétera. Y Billy me estaba mirando, como diciéndome "¿Por qué me pregunta eso a mí? ¿No se supone que sabe que Dyre es tu novio?".
Comenzaba a preocuparme que descubriera la farsa que había con Dyre.
Pero aún faltaba la pregunta más reveladora e incómoda.
"¿Qué intenciones tienes con mi hija?"
Por todos los cielos, quería que mi padre se callara y no hiciera aquella pregunta, porque de ser así, Billy terminaría de confirmar sus sospechas.
Pero la hizo.
Y Billy me miró de nuevo.
Me levanté de la mesa para ir al baño. Estaba temblando. Diablos, él me importaba. Me sentí mal por no haberle dicho la verdad desde el principio.
Estaba tensa, muy tensa. Me senté en el wáter con la tapa cerrada, y traté de relajarme un poco.
En primer lugar, ¿por qué me sentía tan mal de pronto? Porque le mentí a Billy. ¿Por qué me importaba tanto? Porque Billy me gustaba, y porque le tenía cariño. ¿Qué debía hacer? Disculparme.
Me levanté, y salí del baño, no sin antes tomar un respiro y acomodar mi ropa.
Billy estaba en la puerta de mi casa, al parecer me esperaba.
Tenía una expresión seria en su rostro.
- ¿Podemos hablar? - Pedí.
Él asintió con la cabeza, y abrió la puerta. Me dejó salir y fue tras de mí.
- ¿Qué ha pasado allí dentro? - Preguntó cuando comenzamos a caminar.
Suspiré.
- Verás. Mis padres no saben que estoy con Dyre.
Y allí estaba, mintiendo de nuevo.
Debí simplemente decirle que Dyre no era mi novio, que todo era para darle celos a alguien, pero ese era el problema. No quería verme como una loca obsesiva con su "ex novio".
¿Qué pensaría Billy de mí?
- Ya. ¿Era todo?
Asentí con la cabeza.
- Por un momento... por un momento creí que lo de Dyre era falso.
- ¿Lo de Dyre?
- Sí, su relación. Es que... no sé, nunca los veo juntos realmente.
- No somos mucho de estar juntos. - Respondí rápidamente.
- Ya.
Billy se fue unos minutos después, y yo regresé a mi casa.
- ¿Entonces? - Pregunté. - ¿Qué contestó Billy a tu pregunta?
Papá sabía de qué estaba hablando. Bajó el periódico que estaba leyendo y me miró.
- Dijo que sólo era tu amigo.
Mamá me miró haciendo una mueca. Al parecer quería que yo le dijera a mi papá toda ''la verdad''. Pero me fui a mi habitación, sin más.
Estaba cansándome de mentir tanto acerca de mi estado sentimental. ¿Por qué no podía simplemente asumir y hacer público que no tenía una pareja? Creo que me daba miedo. Me importaba demasiado lo que las personas pensaran de mí y no quería que creyeran que estaba sola.
(*)
Y me sentía sola.
Por más que intentaba negarlo, una gran parte de mí extrañaba a Rubén y lo quería aquí.
Quería simplemente despertar un día sin recordar nada de lo que había pasado entre nosotros.
El sentimiento que estaba experimentando era uno de los peores. Pasé de sentirme amada por una persona a todo lo contrario.

Maldita sea, nuestro último beso, no me lo podía sacar de la mente. La manera en que sus labios sabían, a nostalgia y tristeza.
Pero él ya tenía a alguien más. Celia lo estaba haciendo feliz y yo tenía que aceptarlo. Pero no podía. Seguía preguntándome lo mismo una y otra vez.
¿Me quiso alguna vez? ¿Todo lo que me dijo, fue real? ¿Aquellos ''te amo''?

Recordé el día en que me dijo que se iría.
''¿Te vas a ir ya?''
''Mañana por la mañana''.
Y recordé cuánto me habían dolido esas palabras, recordé el llanto que pronto dejé salir. La manera en que lo abracé, y las palabras que le dije.
''Te odio. Te odio tanto por no habérmelo dicho'', ''Te amo, no quiero que te vayas, te amo''.
También pensé en lo mucho que me había lastimado al no decirme que se iba tan pronto, creyendo que estaba haciéndome bien.

Pronto mis pensamientos volaron al día en que nos conocimos.

Me encontraba sentada en una banca de la escuela, comiendo mi sándwich. Uno de mis compañeros había venido a preguntarme si conocía al chico de nuevo ingreso. Hacían dos semanas desde que él entró a nuestro instituto y nadie había podido hablar mucho con él. Quienes habían conversado con Rubén decían que era muy raro. No era tímido, sino que cuando tomaba confianza, hablaba mucho para el gusto de mis compañeros.

Lo había mirado un par de veces, con aquellos pantalones holgados, y esas camisas enormes. Tenía unos ojos grandes, muy cercanos el uno del otro, y al parecer también tenía uniceja. Contaba con unos dientes enormes, algo amarillentos, y su cabello era castaño, alborotado. Pero maldita sea, me parecía muy lindo.

Terminé mi sándwich y tiré la bolsa al cesto de la basura. Me levanté de la banca y caminé a donde estaba él, leyendo un cómic.

- Hola. - Le saludé.

Se giró a verme y me sonrió a labios cerrados.

- ¿Qué tal? Me llamo Rubén Doblas.

Tal como me habían dicho, éste chico era extrovertido. Y no me molestó. No me hacía nada difícil el conversar con él.

- Oh, yo me llamo ____ Borchgrevink. - Le dije, con amabilidad.

- ¿Te vas a alejar también? - Preguntó, queriendo soltar una pequeña risa, después de unos segundos de silencio.

- ¿Alejarme? No.

- Es que la gente se aleja cuando les revelo mi secreto.

No tenía idea de a dónde estaba yendo aquella conversación, pero me interesaba. Tal vez aquel secreto era algo en lo que yo podía ayudar.

- ¿Cuál es tu gran secreto?

Me miró a los ojos, dejándome apreciar sus vetas verdes claro y oscuro, y aquellas pestañas cafés.

- Me tiro pedos muy sonoros y apestosos. - Afirmó, con seriedad.

Esperó mi reacción. Yo me eché a reír descontroladamente, y él se me unió.

Y cuando oí sus carcajadas exageradas, y vi cómo apretaba los ojos y fruncía la nariz, tuve un sentimiento en el estómago. Un sentimiento que confundí con hambre.

- Me caes bien. - Dijo cuando nos estabilizamos.

Inserté mi memoria USB en la computadora, para luego acceder a las fotografías que tenía guardadas.La mayoría eran fotos con Rubén. Había algunas de nosotros besándonos, otras con compañeros del instituto. Fotos que le tomaba desprevenido. O fotos que me tomaba a mí cuando no me daba cuenta.
Me gustaban tanto esas fotos. Y me hacían sentir más sola.

Era horrible cuando la gente me preguntaba por qué no era tan alegre como antes. ¿Enserio había cambiado tanto?
Por mal que suene, me dolía que Rubén estuviera feliz, que hubiera seguido adelante. Era tan difícil escuchar a alguien decir su nombre cuando no lo había visto en tanto tiempo.

Era como si lo nuestro nunca hubiera pasado. ¿Fue sólo una mentira? ¿Algo pasajero? Si lo que tuvimos fue real, ¿cómo diablos podía él estar tan bien, mientras yo me destruía por dentro?

Para cuando acordé, mis mejillas estaban húmedas. ¿Cómo habíamos acabado así?

De un ''me caes bien'', a un ''te quiero''. De un ''te quiero'', a un ''te amo''.

Y ahora, todo eso había sido arrojado al fuego. Como un pedazo de papel que tomas, arrugas y lanzas a una fogata.

''Te odio''.

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