LUCA

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¿Qué pensaría él si estuviera consciente de lo que hacía? De cómo lo miraba o cómo lo tocaba

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¿Qué pensaría él si estuviera consciente de lo que hacía? De cómo lo miraba o cómo lo tocaba. ¿Lo disfrutaría cómo parecía hacerlo en ese momento? ¿Le provocaría asco? ¿Jeonghan si quiera se adaptaba a sus gustos? Probablemente no. Probablemente el pelinegro ya tenía a alguien especial en su vida, probablemente no gustaba de los hombres, y si fuera así, ¿Jeonghan podría gustarle?

Cuando se conocieron lo único que podían sentir el uno por el otro era rechazo. A Jeonghan le dolía pensar que Cheonsa en algún punto de su vida pudo haber sido como Cherry. Pero la actitud de Jeonghan lo había cambiado en cierta medida. Tal vez si la personalidad del rubio no se hubiese superpuesto a la del pegaso, él podría sentir muchas más emociones y permitirse amar.

Ahora Cheonsa era la mayor parte del tiempo indiferente, calmado, obediente y absolutamente fiel a sí mismo, o mejor dicho, a Jeonghan. El pegaso había copiado el comportamiento de su dueño. Los únicos pensamientos que ocupaban su mente era ser un Jiwa ejemplar. Un Jiwa que estuviera a la altura de su compañero, un Jiwa dedicado y prudente. La gente de Xila solía elogiar al rubio todo el tiempo por lo bueno y educado que era Cheonsa. En algún punto, y sin que ninguno se diera cuenta, su capital ya los había moldeado a gusto y expectativa.

Y Jeonghan no pudo evitarlo.

Así como no podía evitar el hecho de que las manos de Seungcheol sobre él se sentían bien. Quería detenerlo, porque no era correcto, pero ¿Cuándo podría vivir algo similar si no era en ese momento? Era difícil aceptarlo pero no avanzarían más de ese punto nunca más. ¿Estaba mal? Seguramente sí.

Tomó el rostro de Seungcheol con fuerza y lo obligó a mirarlo.

- Ya basta - habló con la voz firme.

Seungcheol, aún con la mirada vacía pareció entender sus palabras. Primero una mueca de confusión apareció en su rostro, luego fue reemplazada por una molesta. Una expresión que dejaba ver un poco de la enorme frustración que llevaba por dentro. Se incorporó y sujetó su propia cabeza con ambas manos, mientras se quejaba con dolor.

- ¿Seungcheol? - dijo el rubio con cierto temblor en la voz.

El pelinegro lo miró de prisa. No parecía haber un cambio en él. Pero en un sólo movimiento, tomó el cuello del rubio y lo estrujó con fuerza. Jeonghan cerró sus ojos sintiendo el dolor acrecentarse en esa zona, sujetó la muñeca de Seungcheol con ambas manos pero fue un intento inútil. La fuerza de Crom no era un chiste, y la de Seungcheol tampoco. El oxígeno que Jeonghan respiraba era casi nada. Su cabeza comenzó a doler como nunca antes, su pecho ardía y sentía su cuello quebrarse a cada segundo que pasaba.

- ¡Dije que eres mío! - gritó el pelinegro estrujando con más fuerza.

El rostro de Jeonghan estaba rojo, sus ojos lagrimeaban y sus piernas se retorcían en un intento inútil de librarse de la fuerza del pelinegro.

RUN TO YOU [Jeongcheol]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora