2: Arreglos

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Esa noche no padeció en absoluto el ojiverde, la dama le ofreció una rica comida y una suave cama, además le calentaron agua y se pudo bañar en una tina caliente, algo que hacía semanas no tenía. Cuando amaneció la mujer le dio de desayunar sin que él lo pidiera. Nuevamente solo meneó la cabeza en señal de que iba a ceder pese a lo amable de Millie. Tomó su maleta y se dirigió a su nueva casa. Solo suspiro había mucho por hacer, pero¿por dónde empezar? Un trabajo era lo primero para tener dinero con el cual arreglar la propiedad.

Aunque pensando bien era mejor gastar algo de su dinero en la remodelación de la casa para no seguir con su peculiar vecina. Por lo que cortó el pasto de jardín, podo los árboles pero no quito ninguno, con los troncos hizo un pequeño aunque práctico cerco alrededor de la propiedad, fue al centro del pueblo dónde compró material para las reparaciones, víveres, así como algunas herramientas. Lo primero fue hacer confortable al menos una habitación para poder dormir, así que sacó las pocas cosas que se pudrian en la propiedad. Al final del día tenía sólo una cama de madera dura, un petate y una piel de oso para descansar, no era mucho, sin embargo estaba orgulloso porque lo había conseguido él solo. La noche se acercaba y no tenía muchas opciones de que hacer, no hasta el siguiente día, entonces se puso a poner leña en la vieja estufa de la cocina para preparar algo de caldo. Entonces sonaron nuevamente las voces, esto solo molestó al caballero, no se notaba en absoluto asustado.

- Tck, estos fantasmas no entienden. Hmp, supongo que lidiar con ellos... ¿qué quieren? - preguntó gélido al aire sin dejar su deberes

~ ¡Vete! ~ resonó el eco mientras uno de sus tazones empezó a moverse

- ¿Por qué me debería de ir? Tú estás muerta... - dijo sin vacilación el ojiverde

~ ¡Está es mi casa! ~ exclamó la voz en la pared

Ulquiorra apenas suspiro, no tenía humor para luchar con un espíritu chocarrero como ese. Así que de su camisa blanca sacó un extraño collar con pequeñas cuentas y piedras, colmillos pero especialmente resaltaba un dije de plata con un complicado diseño con extrañas inscripciones en aparente latín, con una cruz celta por detrás y delante un pentagrama con una letra en cada pico. Aquello provocó una serie de fuertes gritos en las paredes. Con calma fue a su habitación, de su maleta sacó una caja de madera con un manto encima.

- En algunas religiones se usan "recipientes" para atrapar desde fantasmas hasta demonios. En realidad no hay bien o mal sólo son seres capaces de traspasar las dimensiones visibles para el ser humano. Así que aquellos que por la forma en que murieron o por cosas banales se aferran a un lugar. ¡Patético! - dijo con expresión fría el caballero

Empezó a rezar un extraño canto. Abrió la caja, dentro un sin número de escritos estaban tallados. El alma en pena intentó resistir el ser atrapado en esa pequeña madera, entonces el ojiverde reveló dentro de su manga un rosario con una campanilla que hizo sonar haciendo aún más terribles los gritos.

~ ¡Está es mi casa! ¡Él me lo prometió! Pero se fue, me engañó y maté a sus hijos... no lo pude matar a él ~ dijo una voz femenina en el eco

- Una dama de blanco. Ya veo entonces hay que hacer algo más... - comentó el muchacho

Fue a la cocina, rodeó cada ventana con sal, después fue a su maleta y sacó unas plantas junto con una piedra blanquecina, les prendió fuego y con el humo fue recorriendo las habitaciones hasta acorralar al fantasma.

- Hay dos opciones: te envío al inframundo donde serás tarde o temprano llevada al infierno hasta expiar tu pecado... o te encierro en esa caja... - dijo el pelinegro

De alguna forma el ente finalmente se metió en la pieza de madera con una pestaña cerradura de plata.

Ciffer sin mucho ánimo solo tomó la caja y la puso en su maleta para seguir con su cena. Después se fue a dormir con toda tranquilidad. Ya no había gritos ni poltergeist. Al día siguiente se levantó con normalidad, se dio un baño con agua fría y salió de la casa cuando su vecina incómoda lo interceptó.

El extraño chico de enfrente Donde viven las historias. Descúbrelo ahora