¹ 𝐒𝐀𝐅𝐄𝐓𝐘 𝐍𝐄𝐓 | ᵗʰᵉᵒᵈᵒʳᵉ ⁿᵒᵗᵗ ✓

𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐓𝐑𝐄𝐈𝐍𝐓𝐀

ℭᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ᴛʀᴇɪɴᴛᴀ
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❀ '₊˚.༄ ೃ

—SI YO LO ATRAPO, NO TENDRÁ CABEZA—,gruñó Theodore mientras masajeaba suavemente el hombro de Stella.

—Theodore, por favor.

Este último sólo dejó escapar un gruñido mientras se colocaba el jersey sobre los hombros.

—Deberías habérmelo dicho ayer. Ya me habría ocupado de ello.

—No quería hacer una escena, y entonces...—Stella se giró hacia el moreno y se mordió el labio.—No quería preocuparte.

Theodore puso los ojos en blanco mientras se levantaba de la cama. El moreno sacó su paquete de cigarrillos, y sacó uno para encenderlo con el encendedor de Stella.

Stella suspiró al ver el cigarrillo. Aunque a veces lo echaba de menos, ver a Theodore matarse los pulmones con un cigarrillo la hacía estremecerse de vez en cuando. Pero el mago no se preocupó por ella. Mientras le calmara, el joven Nott seguiría haciéndolo.

El moreno era claramente adicto, Theodore no podía pasar un día sin un cigarrillo. Su consumo, variado: podía fumar cinco cigarrillos al día, como podía fumar dos en un día.

—¿Hacemos un trato?—exclamó Stella mientras se levantaba de la cama.

Theodore enarcó una ceja, pero dejó que Stella se explicara de todos modos.

—Deja de fumar y haz lo que quieras conmigo.

El moreno levantó una de sus cejas mientras aspiraba el humo.

—¿Lo que yo quiera?

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—¿Realmente hiciste ese trato?—preguntó Draco mientras rebuscaba en un libro sobre el armario evanescente.—¿De verdad vas a conseguir fumar menos? ¿Tú? ¿El que tiene un cigarrillo en la boca?

Theodore puso los ojos en blanco mientras se arremangaba. Aquí estaba la segunda persona que se había burlado de él por el trato que había hecho con Stella.

Si puedes fumar menos de tres cigarrillos al día, puedes hacer lo que quieras conmigo. Stella había reformulado la frase, después de oír a Nott decir que el trato era muy fácil.

—¿Por qué todo el mundo piensa que no lo conseguiré?—exclamó Theodore, arrugando la frente.

—Theodore, fumas todo el tiempo. Parece que necesitas fumar para vivir—.Draco se rió, sacudiendo la cabeza.—Además, si yo fuera tú no fumaría tanto, así podrás acostarte con Stella y dejar de decir que la echas de menos todos los días.

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Stella tenía la cabeza apoyada en la pared detrás de ella. Al encontrarse en la torre de astronomía, Granger disfrutaba mirando las estrellas e intentando distinguirlas. Hacía mucho tiempo que no estaba a solas consigo misma. Cuando se quedó con sus amigos, Stella sintió que no era rechazada. Por el contrario, los magos habían sido muy cuidadosos con ella desde el principio. Pero Stella sabía que no era por las razones correctas. Pero la bruja ya no quería pensar en eso, ahora lo único que quería pensar era en sus padres.

Quería saber, incluso después de todos estos años de rechazarla, si estaban orgullosos de ella. Stella los odiaba. Los odiaba porque no podía olvidarlos como habían hecho con ella. No era fácil vivir con unos padres que juzgaban cualquier elección que ella hiciera. No era fácil vivir con la sensación de que no era lo suficientemente importante para sus propios padres.

Cuando Stella recostó la cabeza en su regazo, una cálida mano se posó en su espalda. Granger jadeó y se giró para ver a su amiga frente a ella. Se agachó y se sentó a su lado.

—¿Te sientes bien?—preguntó suavemente.—Todos en la sala común te están buscando.

—Estoy bien—,suspiró la morena, cerrando los ojos.—Es que necesitaba estar sola unos minutos.

El moreno abrió la boca con las cejas levantadas.

—¿Quieres que te deje sola?

Stella sacudió inmediatamente su cara de izquierda a derecha mientras tomaba su mano entre las suyas.

—¿Crees que estarán orgullosos de mí? ¿Mis padres?—preguntó la bruja, mordiéndose el labio.

El mago se acercó a su amiga y le pasó una mano por el pelo.

—Muy orgulloso, sin duda. No saben lo que se han perdido al mantenerte alejado de ellos—.Susurró contra su pelo.

—Me pregunto qué les he hecho para que me traten así. Sabía que les gustaba más Hermione pero... duele que tus propios padres te rechacen.

Stella empezaba a sentir una gran emoción. Una emoción tan grande que unos sollozos la invadieron. El mago arrugó la frente y tomó suavemente el rostro de Stella entre sus manos. Cuando él puso su frente contra su cara, ella abrió los ojos y empezó a jugar con sus dedos.

—Ella, al rechazarte, han cometido un gran error. Por favor, deja de sentirte culpable por lo que te hicieron. Es por ellos que te sientes así. Pero no te merecían, y estoy seguro de que siguen sin merecerte—.dijo, secándose las lágrimas con el pulgar.

Su mano se apoyó en la mejilla de la morena y los pulgares del mago dibujaron círculos.

—Bésame—,exhaló Stella de un tirón.

El moreno frunció el ceño al escuchar lo que Stella le pedía.

—¿Qué?—preguntó con incomprensión.

—Bésame Theo, por favor.