CAPÍTULO 8

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El sabor de la polla de JungKook era lo único que lograba calmarme.
Yo estaba de rodillas, mientras intentaba concentrarme en lo que tenía en la boca: aquel fantástico carajo, venoso y moreno, que solía quitarme todas las preocupaciones. Pero en aquella ocasión no funcionaba. YoonGi, el maldito padre de un alumno, no lograba salir de mi cabeza.
―¡Ah! ―se quejó JungKook.
Acababa de arañarle el glande con los dientes. Me la saqué de la boca y besé la zona afectada.
―Lo siento.
―No estás concentrado.
Y tenía razón. Nos encontrábamos en un motel de carretera, uno donde nunca antes habíamos estado, y a pesar de las ganas que tenía, me era difícil vaciar mi cabeza de problemas para llenarla solo de sexo.
―Quizá deberías follarme ―le dije―. Si me das fuerte me olvidaré de todo.
Fue entonces cuando llamaron a la puerta.
Los dos miramos en aquella dirección. Este tipo de moteles solía tener una cuidada «política de visitas» y nadie sabía que estábamos allí. Me puse de pie. Yo aún estaba vestido y JungKook solo se había desabrochado los pantalones. Lo justo para que yo pudiera chuparle la polla.

Llamaron una segunda vez. JungKook se subió la ropa y la puso en orden. Me quedé de pie, donde estaba, y él fue a ver. Desde donde me encontraba no podía ver quién era. Abrió la puerta y se enfrentó al visitante.
―Busco a JiMin―oí al otro lado.

Era YoonGi. Era la voz de YoonGi.
JungKook miró hacia mí, como si me estuviera preguntando quién diablos era aquel tipo, pero yo ya iba a su encuentro. Abrí de par en par y me enfrente a él. Lo primero que sentí al verlo fue la confirmación de que algo no marchaba bien. Parecía cansado y ojeroso, pero aún así estaba guapo como un demonio. Volvía a vestir de aquella manera formal de la primera vez: camisa azul y americana oscura. Sus ojos anhelantes se cruzaron con los míos, como si buscaran allí la redención.
―¿Cómo diablos sabías que estaba aquí? ―le pregunté
Me tendió mi cartera. Así que la tenía él. Pensaba que la había dejado en el coche o en mi despacho. Pero... pero ¿cómo?.. Entonces lo comprendí: el papel donde había anotado la hora y lugar de la cita con JungKook estaba dentro. Se me debió de caer del bolsillo trasero el día anterior, cuando me puse de rodillas delante de él para...
―¿Podemos hablar? ―me preguntó.
―No es un buen momento.
―¿Quién es él? ―señaló a JungKook con el mentón, sin mirarlo.
―Insisto. Ahora no es un buen momento.
Sin más, me empujó con el hombro y entró en la habitación. Vi como JungKook iba hacia él, pero lo detuve con un movimiento de la mano.
―Siento lo de ayer ―me dijo YoonGi, plantado en medio de la estancia, sin atreverse a acercarse.
La cama aún estaba intacta. Si hubiera llegado media hora después las sábanas estarían arrugadas y manchadas de semen.
―Yo también lo siento ―contesté―, pero creo que lo poco que había que decir sobre eso ya está dicho.
―¿Es tu amante? ―volvió a señalar a JungKook.
Parecía estar obsesionado con él.
―Sí.
―¿A él le haces todas esas cosas?

La forma de decirlo me ofendió, pero no quise que se diera cuenta.
―Sí, si quieres verlo así.
Sin que me lo esperara, fue hasta JungKook y le besó en la boca. Creo que a mi mentor le cogió tan desprevenido como a mí, tanto que no supo reaccionar. YoonGi volvió a mirarme. Yo no me había movido de donde estaba. Volvió a besarlo. Esta vez observé cómo JungKook se dejaba hacer, incluso cómo participaba, girando la cabeza y, muy posiblemente, metiendo la lengua entre los labios de aquel padre de alumno.
Ignoraba qué pretendía. Para qué había ido allí. Supuse que para hacerme daño, para humillarme. YoonGi había cogido a JungKook por la cintura, y se apretaba contra su cuerpo robusto y musculado. ¿Iba a follárselo delante de mí? ¿Ese era su plan? Permanecí atento. A la espera de hasta dónde era capaz de llegar.
La mano de JungKook bajó por su espalda y se posó en sus caderas. Vi cómo lo apretaba contra sí mismo. Cómo movía suavemente la pelvis para encajar polla contra polla y empezar así a moverse más lentamente.

Tragué saliva. Ni quería intervenir ni quería detenerlo.
YoonGi volvió a mirarme. A provocarme. Sin apartar los ojos, llevó una mano a la entrepierna de mi mentor, que estaba completamente duro.
―¿Es a mí a quien quieres hacerle esto? ―le preguntó JungKook.
Los dos lo miramos. YoonGi con ojos confundidos.
―No ―afirmó.
―Entonces yo he de marcharme. Creo que vosotros dos tenéis asuntos pendientes.
Sin más, tomó su chaqueta de cuero y abandonó la habitación. Antes de desaparecer me dedicó una ligera sonrisa que yo agradecí. Ninguno de los dos se movió cuando nos quedamos solos. Oí el motor de su coche al arrancar.
―¿Qué diablos me has hecho? ―me preguntó YoonGi.
Parecía desesperado.
―Nada.
―¿Y por qué no puedo dejar de pensar en ti? ¿Por qué no puedo dejar de pensar en follarte?
Era tan tierno como terriblemente sexi. Pero esta vez no iba a dar yo el primer paso. Esta vez no haría nada que no me pidiera.

LUJURIA | SAGA HOMBRES CASADOS #2 | ADAPTACIÓN YMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora