Eran las 02:10 de la madrugada, y Aubrey seguía despierta. Sus ojos estaban clavados en el techo de su habitación, más concretamente, en una pequeña grieta, la cuál podía ver perfectamente a pesar de la oscuridad. Sus manos estaban apoyaddas suavemente sobre su estómago. La manta rosada la cubría hasta su pecho, que subía y bajaba lentamente debido a su respiración. Todavía llevaba puesta la camisa negra, y sólo se había quitado su falda vaquera, la cuál estaba tirada en el suelo de madera, junto a su chaqueta.
Tenía los ojos como platos, y apretaba sus labios. No dejaba de recordar aquella despedida.
-¡Sunny! -exclamó Aubrey al ver que su amigo salía de su casa, la cuál abandonaría aquel día para irse a su nuevo hogar. Cuando él la miró con su ojo izquierdo, no pudo evitar esbozar una gran sonrisa de oreja a oreja. Él siempre tenía un algo en su apariencia que le transmitía la timidez del pelinegro. Quizás eran sus hombros ligeramente hundidos, su mirada dulce, sus mejillas por lo general teñidas de rojo, o como agachaba la cabeza. Sea lo que fuese, le provocaba una inmensa ternura, y una gran necesidad de protegerlo de todo mal.
Sobre todo sabiedo lo mucho que sufrió los últimos 4 años.
Aubrey lo llamó por su nombre justo cuando el chico se encontraba cerrando con llave la entrada de la antigua casa, por lo que dio un respingo y casi se le cae de las manos la pequeña llave plateada. Volteó, sin poder creer que ella hubiese venido, y al ver a la chica de pelo rosa y moño azul en la acera de enfrente de su casa, sus mejillas se tiñeron de rojo y no pudo evitar una tonta sonrisa.
-Aubrey... -dijo en voz baja mientras se volteaba hasta quedar cara a cara. Sin embargo, no se atrevió a acercarse. Su corazó dio un vuelco, sintió su estómago revolverse, y las palmas de sus manos sudar. Sin darse cuenta, apretó la pequeña llave que sostenía en su mano derecha con fuerza, clavandosela en la piel.
La pelirosa notó como Sunny agachaba la mirada y temblaba ligeramente. Volteó un momento hacia el coche de la madre del pelinegro, quien estaba al volante, y miraba a su hijo con preocupación. Después miró a Aubrey, la cuál esbozó una pequeña sonrisa y alzó el pulgar derecho para indicarle que ella se encargaría.
Dando zancadas, la chica se acercó hasta quedar a tres pasos delante de de Sunny, quien sólo miraba sus zapatos.
-¿Estás bien...? -se sintió estúpida nada más terminar la pregunta. ¡Claro que no estaba bien! Hasta podía ver como su único ojo estaba lloroso. Siempre había odiado ese tipo de preguntas en situaciones donde era obvio que la persona no estaba bien. Y sin embargo, no supo como empezar... Ella estaba muy nerviosa. Podía sentir su estómago hervir, y su corazón golpearle en el pecho con fuerza. A pesar de todo, trató de verse calmada, con las manos en los bolsillos de su chaqueta, y forzando una sonrisa tranquilizadora.
-Sí... -murmuró Sunny, como respuesta a la pregunta de su bienestar. El corazón de Aubrey dio un vuelco por la tristeza. Si había algo que odiaba más que las preguntas tontas... eran las mentiras tan obvias como aquella.
-¿No te alegras de verme? -preguntó mientras se le formaba un nudo en el pecho, sintiendose culpable de pronto. Sunny reaccionó de aquella manera tan negativa nada más verla. Quizás fue un error. Quizás no debió venir a despedirse.
-¡No, no, sí me alegro! -respondió mientras alzaba la mirada-. Me hace muy feliz que... -dejó la frase al aire al notar lo que dijo. Ambos amigos notaron sus caras enrojecer de manera exagerada.
-Ah... -"Tierra trágame", pensó Aubrey. En serio, ¿quién decía sólo "ah" ante una declaración así? Tenía que arreglarlo rápidamente-. Es que quería verte una vez más antes de que te fueses.
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¿LO INTENTAMOS OTRA VEZ?
Romance¿Cómo será la relación entre Sunny y Aubrey después de que él haya revelado la verdad?