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En cuando Sunny abrió la puerta de la habitación de golpe, se hizo un pesado silencio en la blanca habitación. Los tres amigos, a excepción de Basil que seguía inconsciente, clavaron sus ojos en el pelinegro que acababa de entrar. Su único ojo mostraba un brillo especial, que denotaba una gran seguridad. Como si hubiese tomado una decisión. 

-Tengo algo que deciros -dijo en voz alta y de forma clara. Aquella frase le provocó un escalofrío a Aubrey, y un gran pavor. 

-Oye, ¿está bien que te levantes? -soltó sin pensar. Estaba nerviosa y algo asustada. ¿Qué iba a revelarle Sunny a ella y a sus amigos? ¿Tendría que ver con el motivo de la pelea entre él y Basil? 

-Hey, Sunny, ¿estás bien? -preguntó Kel acercándose a él y apoyando una mano sobre su hombro.

-Quizás deberías regresar a tu cama -comentó Hero, acercándose también. Pero Aubrey se quedó atrás. Tenía una mano agarrando y arrugando con fuerza la tela de su camisa, mientras apretaba los labios. 

-No puedo -respondió Sunny-. No hasta que os diga la verdad. 

-¿La verdad? -preguntó Kel-. ¿De qué hablas?

-Estoy seguro de que puede esperar... 

-No, Hero, ya me lo guardé por 4 años, no pienso guardarlo más. 

-¿A qué te refieres? -preguntó Aubrey. Hero y Kel voltearon a verla, y Sunny la miró fijamente. Apretó los dientes y esta vez agarró la camisa con ambas manos y tironeó de ella-. ¡Sólo dilo ya! -su cuerpo temblaba ligeramente.

-Aubrey... -murmuró Kel con sus ojos como platos. 

-Oye, tranquila, ¿sí? -añadió Hero mientras le sonreía.

-¡No, no puedo! -sacudió la cabeza. 

-Mari no se suicidó -soltó Sunny de tirón, mientras su cara palidecía de golpe. 

Aubrey abrió sus ojos de manera exagerada y suavizó el agarre, hasta soltar la camisa poco a poco. Hero le daba la espalda y no podía ver su cara. Y Kel agarraba con fuerza el hombro de Sunny. 

-¿Qué dijiste? -murmuró Hero. Aubrey apenas lo escuchó, así que se acercó. 

-Que Mari no se suicidó -repitió, esta vez con voz más firme-. Ella... fue... -agachó la mirada-. Fue mi culpa. 

Después de una eternidad en la que todos permanecieron callados, digeriendo lo que acababan de oír, Kel finalmente preguntó:

-¿Cómo que fue tu culpa? 

-Fue sin querer -su voz sonó algo temblorosa-. Estábamos peleando arriba de la escalera, y yo sólo quería irme, pero Mari no quería dejarme así que... 

-¿La empujaste? -preguntó Aubrey sin darse cuenta. Tenía ambos brazos colgando, como sin vida. Cuando la escuchó, Sunny la miró de forma fija.

-Sí. 

-Pero... -siguió-. ¿Por qué Mari apareció...? 

-Yo lo hice. Con... -agachó la mirada de nuevo-. Con ayuda de Basil.

-¿Basil lo sabía? -preguntó Kel.

-Él me vio. Como la empujé... y él sugirió que hiciesemos que pareciese un suicidio -se cubrió la cara con ambas manos-. Yo... me quedé en blanco. Estaba aterrorizado... No quería que Mari muriese. Fue... Fue un accidente... Así que... por eso... -soltó un sollozo, y Aubrey sintió una apuñalada en el pecho-. Lo siento... Lo siento mucho... 

Nada más decir eso, Hero caminó a grandes zancadas hacia la puerta, empujando ligeramente a Sunny, quien lo miró en shock, y con lágrimas derramándose sobre su mejilla izquierda. Luego miró a Kel, quien le dio un abrazo. 

-Kel... 

-Está bien -interrumpió en un tono suave-. Te perdono. 

Sunny se agarró al castaño con fuerza y escondió su cara en su hombro, echándose a llorar. Mientras, Aubrey se quedó observando, sin saber como reaccionar. Su cabeza daba vueltas, confundida por todo lo que acababa de oír, y sintiéndose mareada. Sabe que debería estar enfadada. Debería gritar, reaccionar con violencia, sacudir a Sunny mientras le recriminaba lo mucho que él y Basil les había hecho sufrir por 4 años. 

Y sin embargo... sus pies estaban clavados en el suelo sin saber como reaccionar. Hasta que salió de su trance cuando Sunny la miró con la cara ligeramente roja, y con su ojo negro cristalizado, mientras decía con voz rota:

-Aubrey... 

Se acercó a grandes zancadas hasta quedar justo delante de él. Kel se había hecho a un lado y miraba sintiendo los mismos nervios que Sunny. Sin saber muy bien que hacer, Aubrey lo agarró de los hombros, haciendo que el pelinegro se sobresaltase. A pesar de que tenía el ojo derecho cubierto, la pelirosa podía ver el miedo que su otro ojo mostraba. No, no solo eso, sino toda su cara, su boca entreabierta, sus cejas curvadas hacia arriba, como él se sujetaba de su camisa de hospital, al igual que ella lo hizo con su propia camisa hace un rato... 

-¿Aubrey? -preguntó Kel, extendiendo una mano, como queriendo apoyar una mano sobre el hombro de su amiga. Pero finalmente no lo hizo cuando Aubrey abrió la boca... y volvió a cerrarla. Agarró con fuerza los hombros de Sunny, quien hizo una ligera mueca por el dolor, haciendo que ella suavizase la presión. 

-Yo... -empezó, pero de nuevo, no dijo nada. Se limitó a apretar los dientes, a soltar a Sunny, y al igual que Hero, salir de la habitación, sólo que no empujó al más bajo, quien, al igual que Kel, la miraba atónito. 

Mientras caminaba rápidamente por los blancos pasillos del hospital, sin ningún destino en particular, Aubrey notaba una gran cantidad de sentimientos dentro de ella: se sentía impactada, furiosa, triste... pero no odio. Por algún motivo, simplemente no era capaz de odiar a Sunny o a Basil a pesar de lo que acababa de oír. 

Y cuando se metió en el baño para chicas para refrescarse el rostro con el agua del lavabo, recordó el momento en el que, en un arranque de ira, empujó sin querer a Basil al lago, a pesar de que el rubio no sabía nadar. Recuerda el pavor que sintió, el miedo, la culpa... Todavía se seguía sintiendo culpable, y su corazón aún se encogía  al imaginar lo que hubiese pasado si Hero no hubiese llegado a tiempo. 

Quizás por eso no los podía odiar; sentía empatía. Entendía que Sunny lo hubiese hecho sin querer en un arranque de ella, ya eso mismo le sucedió. Y también entendió por qué fingieron que Mari se suicidó. Se imaginaba como se hubiese sentido ella si Basil hubiese muerto por su culpa... y se odiaba a sí misma. 

Si así se sentía ella de tan sólo imaginar una posible tragedia, entonces Sunny y Basil debían de sentirse peor. 

Por lo que inspiró y exhaló hondo, y regresó a la habitación de Basil. Al entrar, vio como Sunny estaba al lado de la camilla del rubio, abrazándolo, mientras que su amigo le correspondía. Cuando el pelinegro oyó la puerta abrirse, giró su rostro hacia ella y Basil hizo lo mismo. 

A pasos calmados, se acercó a Sunny, quien instintivamente estrechó con fuerza a Basil, quien lo miró algo nervioso. Pero no tenían por qué temer. Aubrey apoyó una mano sobre el hombro izquierdo de Sunny y esbozó una pequeña sonrisa. Basil abrió sus ojos como platos, mientras que el pelinegro no podía evitar corresponder la sonrisa, mientras enrojecía de manera violenta. 


                                                                                        ***

-Ugh... -se quejó Aubrey mientras se apoyaba sobre su codo derecho mientras que se llevaba su otra mano a la cabeza, con sus ojos cerrados con fuerza. Tenía mechones rosados sobresaliendo hacia arriba. Abrió un ojo para mirar la hora en su despertador. 

Las 11:30.

-Bah -soltó mientras se tumbaba de nuevo, y se cubría con la manta hasta arriba-. Una hora más.

¿LO INTENTAMOS OTRA VEZ?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora