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-¡Vamos, Sunny! -exclamó Aubrey con una gran sonrisa en su cara mientras daba saltos por las calles. 

-¡Espérame! -respondió él. Iba justo detrás de la pelirosa, quien al notar que estaba detrás de ella, lo tomó de la mano y tiró de él para ponerlo justo a su lado. Sunny esbozó una gran sonrisa-. ¡Gracias!

-Lo que sea por ti, Sunny.

Así siguieron tomados de la mano, saltando y riéndose. Los pájaros cantaban, el cielo tenia un color dorado y anaranjado, con un arcoíris, y una música alegre se oía. Aubrey sentía tal felicidad que le daba ganas de llorar. 

En un momento dado, Sunny tropezó con su propio pie y casi se cae. Pero ella lo pilló y lo alzó en brazos, al estilo nupcial. 

-Te dije que haría lo que sea por ti.

-Aubrey...

-Sunny...

En ese momento, acercó su rostro al de él para darle un beso, cuando oyó una voz desagradablemente conocida:

-¡WOW! ¿Qué hacéis? 

Aubrey miró hacia arriba, y sintió la sangre de sus venas congelarse al reconocer a Kel. Aunque no entendía... ¡¿por qué era una cabeza gigante flotante?! Y para el colmo, los miraba fijamente. Y no sólo eso... ¡¿HERO Y BASIL TAMBIÉN?!

-¡Qué lindos, me recordáis a mí y Mari!

-Estoy feliz, aunque por fuera, porque por dentro, ¡me estoy muriendo! 

-¡Buscaos un hotel, parejita!


Al instante, Aubrey abrió sus ojos, y quedó en silencio mirando el techo, rodeada de oscuridad, aún procesando que carajos acababa de soñar, mientras sentía su corazón later rápido. Poco a poco esbozó una sonrisa hasta que se rio por lo bajo ante la ridiculez de su sueño. Miró a su izquierda, y vio a Kel en el sofá, dormido, con un brazo colgando por el borde, y obviamente, baba escurriendose por su barbilla, mientras roncaba suavemente. Hizo una mueca de asco, aunque fue breve, porque luego sonrió. Al lado del sofá, estaba Hero, con una expresión de paz. Y enfrente de ella, a sus pies, estaba Basil, tapado con la manta hasta la nariz. 

Pero cuando miró a su derecha, Sunny no estaba. Sólo la almohada y las mantas, ligeramente desordenadas, como si se hubiese levantado e ido.

-¿Sunny? -preguntó en voz muy baja, como si él pudiese oírla y responderle. Despacio, se levantó y volvió a llamarlo. Fue a la cocina, al baño y después al jardín. Pero antes de salir, se golpeó la frente con la palma de su mano al no pensar en revisar ahí antes. Con mucho cuidado de no hacer ruido, abrió y en efecto, afuera estaba Sunny, sentado en la hierba. 

Al verlo ahí, sólo, sentado en el suelo, rodeado de las macetas con flores de Basil y en silencio, Aubrey sintió su corazón encogerse, pues aquella imagen le había transmitido una de soledad. 

Primero pensó en llamarlo, pero luego se le ocurrió una idea mejor. Esbozó una sonrisa, cerró la puerta tras ella y de puntillas, se acercó al pelinegro, se agachó tras él y lo agarró de los hombros mientras decía:

-¡Te encontré!

-¡AAA...! -por suerte, ella le tapó la boca rápidamente.

-Tranquilo, soy yo -susurró en su oído, algo pálida por el temor a que alguien se hubiese despertado. Rápidamente volteó y por suerte, no parecía que nadie hubiese despertado. Soltó un hondo suspiro.

¿LO INTENTAMOS OTRA VEZ?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora