Capítulo 13

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Atónita.
Transcurrieron unos segundos antes de que Måy pudiese pensar con claridad.

¿De veras la acompañaba al lugar donde se dirigía des del principio? ¿Por qué? Y ¿cómo lo sabía?
También podría estar mintiéndole, pero, perdida e indefensa como estaba ¿qué sentido tendría?

-Hablas en sueños -aclaró el chico-. Y sé lo que estás pensando, pero mentir no me serviría de nada. De hecho, si puedo, normalmente prefiero evitarlo. Anoche te prometí una explicación, así que aquí va:
》Como tú, yo también tengo un pueblo: los Thælvīl. Es muy probable que jamás hayas oído hablar de nosotros, pues somos nómadas, y jamás nos quedamos en un mismo lugar más tiempo de lo imprescindible. Descendientes de una rica dinastía, nuestros antepasados decidieron dejar de lado la opulencia del mundo material y centrar su vocación en la ayuda a los necesitados. Los más jóvenes viajamos con nuestros padres, que nos instruyen en el arte del ayuda, hasta la mayoría de edad. Entonces debemos partir en solitario, y prestar nuestro servicio a quien lo necesite. Al terminar, podemos volver en busca de los nuestros.

-¿Cómo os encontrais, si la tribu también se desplaza? -la desconfianza de Måy se había convertido de pronto en curiosidad

-A veces se tarda unos meses, a veces toda una vida -declaró Leuquim-. Por el camino encontramos y ayudamos a mucha gente. Es una manera de hacer que nuestra ayuda se expanda por los confines de la tierra, y podamos llegar a más personas. Al final, cuando los dioses consideran que nuestro servicio ha sido realizado, vuelven a reunirnos con los nuestros.

Måy sintió un escalofrío al imaginarse vagando sola por el mundo, sin saber dónde se encontraba su hermano ni si lo volvería a ver algún día. No lo habría podido soportar.

-Los dioses me han llevado hasta ti-prosiguió Leuquim-; designándote como mi primera misión. Tras ayudarte, podré iniciar el viaje de regreso con los míos. Y créeme, no hay nada que desee más. Por lo que -tomó la mano de Måy entre las suyas, sin dejar de mirarla fijamente con aquellos ojos color caramelo. Eran ásperas y callosas, pero el tacto resultaba extrañamente agradable-, Måy de Daduic; voy a asegurarme de que llegues a Oirętsīnīm sana y salva antes de que el plazo termine. Lo juro por mi familia.

En busca de NoicåcūdĕDonde viven las historias. Descúbrelo ahora