2. Mi talento

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"Permite mi amado Dios, que lo que acabo de encontrar, no lo pierda nunca"

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"Permite mi amado Dios, que lo que acabo de encontrar, no lo pierda nunca"

Despertar enredado entre sábanas de seda, en una cama que no me pertenecía, debería haberme asustado, sin embargo, mi sonrisa no había desaparecido desde el momento en que abrí los ojos.

Durante meses he repetido como si fuera una película, las maravillosas escenas que galardonaron la noche en que lo conocí. Off Jumpol, el guapo hombre que conocí una noche de abril, en una fiesta de cumpleaños a la que fui invitado, gracias a mi talento...

«Para mi madre, siempre fui un artista. Desde muy pequeño me gustó pintar, mezclar y combinar colores en mi mente, para luego plasmarlos en cualquier papel, incluso las paredes de mi habitación eran una buena opción. Observaba las aves, los árboles y flores, al igual que a un niño llorando, o una anciana sonriendo y la imagen se reproducía en mi cabeza una y otra vez, y tenía que dibujarla. Lápices de color, acuarelas, un lápiz carboncillo, plumones, o cualquier cosa que sirviera, estaba bien cuando no tenía mis pinturas acrílicas a la mano. Mis dibujos fueron mejorando con el paso del tiempo, en la escuela mis maestros de la clase de arte admiraban mis trabajos y cuando estaba en la secundaria uno de ellos, el señor Pakorn me convenció de presentarme a un concurso, el mismo que gané. Tenía catorce años y fue difícil convencer a mi padre, que me dejara salir del pueblo para reclamar mi premio; pero mi madre lo hizo por mí, y fue entonces que junto al sr. Pakorn visité por primera vez una galería de arte.

Las pinturas que se exhibían eran de ensueño, realmente maravillosas. Las piezas que pendían en las paredes adornadas por un rótulo que mostraba el nombre de la obra y del artista, me hicieron desear exponer un día mi propia obra. Me permití soñar...

Caminé un poco por el lugar, me gustaba mucho lo que estaba viendo y me detuve cuando una mezcla de dorados y azules llamó mi atención, me pareció interesante.

—¿Te gusta?

Lentamente me giré en mi lugar, en realidad, me sorprendió un poco que la voz no le perteneciera al Sr. Pakorn, me había entretenido tanto observando las pizas que sin querer me separé de él.

—Sí, lo hace.

—Tienes buen gusto muchacho —me dijo sonriendo amigablemente.

—Usted es...

Él extendió su mano hacia mí.

—Max.

—¿No hay apellido? —le pregunté, tomando la mano que me ofrecía.

—Solo Max —dijo con una sonrisa.

Tenía aproximadamente un metro ochenta, me veía pequeño a su lado, no parecía mayor de treinta años, sus ojos eran negros, rasgados, sus pestañas escasas se perdían bajo sus párpados y cejas tan negras como su cabello. Mantenía un aura cálida y amigable.

Un deseo del corazón #1 - HP5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora