13. Mi chico soñado

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Tiré de su camiseta, que aun llevaba puesta, y terminé de retirar su pantalón, dejándolo completamente desnudo

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Tiré de su camiseta, que aun llevaba puesta, y terminé de retirar su pantalón, dejándolo completamente desnudo

—¿Así está bien?

—Mejor que bien.

—No, aún no está del todo bien —afirmé, estirando mi mano para alcanzar el lubricante que había dejado en la mesita de noche— y solo para que quede claro. No estoy aceptando verte una vez al mes y estoy completa y totalmente orgulloso de ti.

—¿Orgulloso de qué?

—Del talento magnifico que tienes. Estoy muy feliz de verte crecer, de que no te dejes amilanar ante nada y de que vayas tras tu sueño aunque no sea en una gran ciudad. Siempre quise eso para ti.

—Lo sé —dijo, mordiéndose el labio inferior— Has sido mi inspiración los últimos ocho meses, mi amado sensei, nunca dudaste de mí, siempre me apoyaste.

—Tengo fe en ti.

Él se acomodó en el colchón cuando abrí el tubo de lubricante y dejé chorrear un poco en mi mano.

—Después de ocho meses contigo, día tras día, aun quiero que hagas conmigo lo que quieras.

Fui cubriendo mi pene, mirándolo a los ojos, con hambre, con la sangre bullendo en mis venas, con el deseo a mil.

—Ahora —murmuré— dime que es lo que quieres.

—Quiero... que me folles —respondió, su voz entrecortada mientras deslizaba sus manos por mi pecho.

Negué con la cabeza.

—Aun no estás listo.

—Estoy duro y goteando por ti. Estoy más que listo —jadeó, agarrando la cabeza de su pene húmedo.

Puse mis manos en sus caderas, listo para darle la vuelta.

—No —susurró— quiero sentirte completo.

Miré sus labios entreabiertos y el leve sonrojo en su rostro, realmente me estaba matando, no podía contenerme más, pero el quería algo y yo no se lo iba a negar.

—Móntame —ordené, pero sonó más a súplica.

Se estiró para besarme.

—Claro que si —dijo, cambiando nuestras posiciones y rodeando con su mano mi eje, empujándome contra su entrada, presionando con fuerza.

Lo atraje para un beso y me deleite en su boca, chupando su lengua, acariciándola, frotándola, tirando un poco, haciendo succión, y puse mi mano en su nuca, sosteniéndolo, necesitado y no queriendo separar mis labios de los suyos.

Cuando introdujo la corona de mi pene en su entrada, lo sentí tensarse, pero aun así, se deslizó dentro y el gimió.

—Llévame más adentro —le pedí, con mi voz ronca y necesitada.

Un deseo del corazón #1 - HP5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora