12. Mi hogar... TU

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—¿Estás loco? Sal de aquí antes de que tu padre se dé cuenta

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—¿Estás loco? Sal de aquí antes de que tu padre se dé cuenta.

—No lo hará, está preparando las cosas para el desayuno de mañana y mi madre está tomando una siesta.

—Sí, pero...

—Mi madre está en la segunda planta y mi padre en el extremo opuesto de la casa —dijo con una sonrisa traviesa dibujada en sus hermosos labios— Así que... no pierdas tiempo y empótrame contra la pared.

Lo fulminé con la mirada y cerré la cortina de la ducha con fuerza. Me estaba bañando antes de toparme con la mirada lujuriosa de Gun.

—Anda, no seas así —se quejó, lloriqueando— Tenemos que tener sexo antes de la cena.

—Estás pensando en la cena, cuando apenas hace una hora tu madre nos sirvió un almuerzo que probablemente serviría para alimentar a un batallón —Gruñí.

—No estoy pensando en la cena, estoy pensando en echar el polvo que me ofreciste temprano. Y además, el almuerzo no fue taaan grande.

—Nadie come así Gun.

—Lo hacen aquí. Eso es simplemente un buen almuerzo —dijo mientras deslizaba sus manos en la ducha, buscando tocarme.

—¿No te piensas ir?

—Off Jumpol, sal de una maldita vez o déjame entrar, pero necesito echar un polvo ahora mismo, sino voy a salir y buscar a alguien más.

—¿Me alcanzas la toalla?

—No, —dijo rotundamente, mientras su mirada viajaba por todo mi cuerpo, deteniéndose un poco más en mi entrepierna— Me gusta lo que estoy viendo.

Le gruñí e inmediatamente me tiró la toalla.

—Me encargué de conseguir toallas de tamaño extra grande, para que no tuvieras que mostrar más de la cuenta si por casualidad llegaban mis familiares. No puedes mostrarte a nadie ¿entendido?

Me hizo sonreír, siempre me habían tildado de posesivo, pero Gun, demonios, él sí que era celoso y posesivo.

—¿Habrá más gente aquí? —pregunté, porque había asumido que solo seríamos nosotros.

—Oh, sí. La hermana de mi padre con sus hijos suelen venir a la cena de Navidad. Ya sabes, para saludar y compartir un momento en familia. Como que ya se ha vuelto una tradición para nosotros.

—Estupendo.

—Sí, suele ser divertido.

—Si tú lo dices.

—Pero eso será mañana, no esta noche —dijo, dando un paso más y deslizando sus manos sobre mi pecho húmedo— ahora, aquí, solo somos tu y yo.

Tomé sus manos, y las alejé de mi cuerpo, porque no iba a dejar que me sedujera en este momento. Debía ser fuerte.

Un deseo del corazón #1 - HP5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora