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Emilio sonrió suavemente mientras escuchaba la emoción de su madre al platicar de lo lindo que se ve saliendo con el castaño, a pesar de lo que trato de ocultarlo fue imposible pues los vio besandose aquel día de su reconciliación.

— Cariño no debes molestar a nuestro hijo con tantas preguntas— susurró Manuel intentando calmar a su esposa.

— Cómo sea, solo prometeme que lo traeras pronto a cenar junto con su padre  —pidió la señora bastante emocionada.

El rizado asintió, sabía que la última cosa no se podría pues Joaquín le había confesado que no le había dicho a su padre de su regreso, le dolió el enterarse de eso pero simplemente lo aceptó y le dio tiempo.

— Debo ir a trabajar, gracias por el desayuno —comentó despidiéndose de sus padres para salir directo a su trabajo en una pequeña oficina.

Justo estaba en medio día laboral  cuando recibió un mensaje de parte del castaño diciéndole que si quería  cenaran esta noche, de inmediato acepto pidiendole que fuera en su casa, sin comentar que la razón era para evitar que Adan se entera sin que lo desearan realmente.

En cuanto Joaquín recibió la condición de la cena de inmediato se apuró a hacer los pendientes que tenía para así poder tomarse su tirmpo para arreglarse y poder impresionar al rizado. Justo estaba terminando de dar los últimos detalles cuando escucho el timbre de la casa, así que bajo a abrir encontrándose con su padre que lo miró curioso.

— Vine a dejarte esto —comentó Adán extendiendo unos cuantos mufins de loras azules con betún— Los prepare con Jenifer y se que te encantan así que te traje unos, pero no espere interrumpir tu salida con tu ¿novio?—susurró algo dudoso, no había querido preguntar por respeto a su hijo, sin embargo sabía que había alguien.

— Muchas gracias —susurró Joaquín tomando el toper con los mufins, dejando entrar a su progenitor sentándose ambos en el sofá— Aún no somos novios, pero lo seremos pronto, él me gusta demasiado, la pasamos sumamente bien y se podría decir que me estoy enamorando de él ... Otra vez.

— ¿Otra vez? —intrigó el señor, recibiendo su respuesta al ver la mirada preocupada de su hijo— Es Emilio ¿verdad? —intrigó a pesar de la respuesta obvia.

— Me reencontré con él hace más de un mes, hubo algunos conflictos de los cuales te enteraste de algunos, afortunadamente los arreglamos y ahora estamos bien. No te dije por miedo, tú más que nadie viste como sufrí cuando terminamos y pensé que no lo aceptarías por todo eso —dijo Joaquín abrazando fuertemente a su padre cuando terminó de hablar.

— Perdón por no haberte dado la confianza de contarme que habían regresado, yo te apoyo en tus decisiones —murmuró Adán dejando un beso en los rizos de su hijo— Te amo mucho mi niño, confía en mi para lo que necesites... Ahora ve con tu cita y se feliz.

— ¿Así como tu con Jenifer? —intrigó el castaño tras haberse separado del abrazo— Me gustó que te casaras con ella.

— Así como yo con Jenifer, busca tu felicidad mi niño —pidió el señor.

Joaquín asintió busco su chaqueta para salir de la casa despidiéndose de su padre para ir a buscar a su lindo rizado. Pará cuando llegó a su destino tocó la puerta, la cual fue abierta recibiendolo con un beso en los labios.

— Te ves muy lindo —susurró Emilio con una gran sonrisa— Dame si quieres también tu chaqueta —pidió una vez que hicieron lo pedido se arrepientio un poco, pues el castaño dejó ver su linda cintura por el top que traía, sería difícil controlarse con esa vista.

— Te ves muy guapo —admitió el castaño mirando como aquella camisa con varios botones desabrochados daban una buena vista— Traje unos mufins que hizo mi padre, me pidió que te trajera.

Tiempo extra Donde viven las historias. Descúbrelo ahora