Joaquín soltó un suspiro mirando la hora maldiciendo internamente al ver que ya era las ocho, justo en ese momento el timbre sonó, por lo que rápidamente corrió a abrir la puerta, no sin antes intentar acomodar sus rizos para verse más decente.
— Hola —saludó el rizado con una gran sonrisa, extendiendo el ramo de flores, el cual fue tomado con un sonrojo— Te vez muy lindo —admitió.
— Gracias por las flores y el cumplido, pero ni siquiera me dio tiempo de arreglarme —comentó el menor, dándole el paso al contrario, colocando las flores en agua.
— A mi parecer te vez muy lindo —agregó Emilio, al ver cómo negaban decidió dejar el tema por la paz— Hubiera sido mejor ir a un restaurante, pero ya no hay vuelta atrás así que te ayudo a cuidar la cena en lo que te cambias—murmuró viendo como asentian, saliendo prácticamente corriendo.
Unos cuantos minutos el castaño regresó esta vez con una camisa a medio abotonar, un pantalón de vestir que según el mayor no dejaba nada a la imaginación.
— Ya quedó todo listo, relamente se ve muy rico todo —dijo el rizado con una gran sonrisa— Cuando me pasaste la dirección no pensé que fuera una mansión igual a la de tu padre y justamente a lado.
— No me pude alejar de él, así que compré la casa de a lado —admitió Joaquín con una sonrisa tímida— Sabes que somos muy unidos, de ser por mi me lo hubiera llevado a la universidad —bromeó un poco.
— Lo sé —murmuró el mayor con una gran sonrisa acercándose para tomarlo de la cintura, robándole un corto beso.
— Se supone que aún no debes besarme, quedamos que iríamos despacio —fingió molestarse el castaño, cuando en realidad le encantó ese beso.
— Eso podría cambiar pronto —admitió Emilio con una gran sonrisa, alejándose del abrazo, para esta vez si sentarse a cenar.
Empezaron a disfrutar de las preparaciones, mientras tomaban un poco de vino, al pasar de los años le habían tomado el gusto a tomarse una copa en ocasiones que lo ameritaban.
— ¿Qué tal vas con tu libro? —intrigó el rizado con una sonrisa que parece no desaparecer desde que volvió a estar cerca del menor.
— Ni siquiera he avanzado una palabra, cada cosa que escribo la odio por completo así que la borro —admitió Joaquín, soltando un suspiro frustrado, ocultando el hecho de que había comenzado con un nuevo libro totalmente diferente al que escribía.
— Yo digo que mejor te tomes tu tiempo, sino podrías odiar el libro que publicaras —comentó el mayor con una gran sonrisa— De hecho tengo una gran duda, ¿como es que publicaste tu primer libro y todo eso?—abultado sus labios cuando lo vio negar— Tengo derecho a saberla, ya que contaste nuestra historia, sin mi autorización— fingió estar molesto.
— Creo que tienes razón —murmuró el castaño, dándose por vencido— Como tal empecé a escribirla en segundo año, teniamos una tarea y simplemente salió, escribir el que se volvió el primer capitulo. Después de eso comencé poco a poco a escribir más capítulos, lo terminé en mi último año, lo mandé a una editorial y lo publicaron —contó con una sonrisa.
— ¿Jamás pensaste en darle un buen final? —intrigó Emilio, realmente tenía esa duda, aún no puede evitar pensar que de no haber cometido esa estupidez, hubieran podido ser tan diferente.
— Lo concidere, pero sentí que sería solo mi deseo de que hubiera terminado bien, así que decidí mantenerlo como fue —admitió el castaño con una mirada nostálgica.
"¿Y si esta vez tiene un final feliz, podrías quizá darle un diferente final?" pensó en preguntar el mayor, sin embargo decidió no decirlo, tampoco quería asustarlo o presionarlo.

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Tiempo extra
De TodoTras su reencuentro, su historia da un nuevo comienzo...¿Esta vez saldrá como desean?