Capitulo 8: Una Bebita Incontrolable

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Volkov se acerco deprisa sin perder más el tiempo hacia su oficina donde aun se podía escuchar el llanto de la pequeña. Sin dudarlo forzó la cerradura e ingreso, intento localizarla pero al no verla se dejó guiar por el lugar del que provenía el llanto para por fin verla bajo su escritorio. Al verla tan inquieta, desesperada y asustada por todo el alboroto, no lo pensó dos veces antes de tomarla en sus brazos.

— Tranquila... — le dijo este mientras que inconscientemente comenzaba a arrullarla — voy a traer a Horacio devuelta... — dijo recordando cómo tuvo que dejar que se lo llevasen para poder asegurarla a ella — lo juro...

Esta se comenzó a calmar al sentir que estaba en los brazos de su padre alfa por primera vez... De alguna forma la pequeña lo sabía. Sabía que el era su padre... después de todo, también llevaba un poco de su aroma.

Volkov por otro lado, se quedó observando la por unos minutos mientras inspeccionaba cada rasgo de la pequeña. Encontrando algunas similitudes, sobretodo en el color de sus ojos grises y su cabello rubio, casi tan claro como el alguna vez lo llegó a tener. Pero no quería ilusionarse... Horacio ya le había dejado muy en claro que él no era el padre, no eran nada...

— Me hubiese gustado que si fueses mi hija — le dijo mientras que la pequeña agarraba el chaleco de este y comenzaba a sonreír.

Salió de la habitación con la pequeña en brazos y cubierta con su manta para que no viese todos los cuerpos que habían por el suelo. Mientras iban bajando las escaleras, este permaneció alerta, con una mano apuntaba firmemente su arma hacia enfrente y con la otra sostenía a la pequeña sobre su hombro. Dejando que tuviese al alcance los cabellos plateados de este y entre risas comenzase a tirar de estos.

— ¡Auch! — se quejó el alfa — oye... para ser tan pequeña tienes mucha fuerza — le dijo riendo mientras se detenía y guardaba su arma para poder liberar su de las pequeñas manos de Lucía, la cual no se tomó esto para nada bien e hizo una mueca de disgusto — Ey, a mi no me pongas esa cara jovencita — le dijo al ver la mueca que había hecho— ...el mismo gesto que tu padre... — pensó al recordarlo y no pudo evitar sonreír.

— ¡Horacio! — escuchó el grito de Maia seguido por múltiples pasos.

Volkov dejó de lado sus pensamientos sobre el Omega y terminó de bajar las escaleras para encontrarse con Maia, Gaia y sus compañeros frente a los ascensores del edificio.

— ¿Dónde está mi hermano? - le preguntó la alfa acercándose a este de manera amenazante — ¿y que haces con mi sobrina? — le siguió diciendo molesta al ver cómo la pequeña estaba acurrucada en el pecho del ruso — entrégamela — ordenó pero en el momento en que esta se dispuso a tomarla, este se alejó.

— No, ella está bien conmigo —  le dijo sin saber como esas palabras había salido tan natural de sus labios — está bien, no le ha pasado nada — finalizó mientras que todos los demás lo observaban.

— No me importa — insistió y volvió a acercarse logrando esta vez tomarla de los brazos de este haciendo que sin darse cuenta, comenzase a soltar sus feromonas dejando notar su enojo por dicha acción. Pero antes de que este pudiese hablar, la pequeña ya había comenzado a llorar otra vez.

— ¿Vez lo que hiciste? — le recriminó el alfa — devuélvemela  — pidió mientras se acercaba pero esta no lo dejo.

— Es mi sobrina, estará mejor conmigo — dijo mientras intentaba calmarla sin obtener resultado.

— Sólo vas a empeorar las cosas — le siguió recriminando mientras su alfa interior comenzaba a desesperarse.

— Tú eres el que empeora las cosas por aquí ¿porque no mejor te vas y dejas a mi hermano y a mi sobrina en paz? — gritó en esta ocasión, asustando a la pequeña más de lo que estaba.

Mi Pequeño Secreto [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora