Prólogo.

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Ni yo sé qué hago, diosmio

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Los Han eran una familia feliz; estaba el omega Yongbok, abuelo de la familia, y el alfa, la abuela Innie, que era la matriarca de aquella manada. En la juventud de su matrimonio tuvieron dos hermosos hijos, Jisung y Seungmin, ambos alfas debido a los genes dominantes de su madre; era muy poco sabido que el 90% de las crías que engendra una mujer alfa en su compañero omega resultaban ser alfas, a diferencia de los alfas hombres. Claro que, la mayoría de las veces, nadie prestaba atención a eso.

Jisung era el mayor de los hijos, un apuesto alfa de cabello castaño claro que trabajaba en las oficinas de Dior Corea como director creativo de la revista, ejerciendo en segundo plano su sueño de ser diseñador. Poseía un aroma extraño para los demás alfas ya que, en su gran mayoría, era sutil hasta que te daba cuenta que emanaba de Jisung.

Olía como a limpiador de autos; cuero, un poco a combustible, y ese sutil aroma a pino que te recordaba el interior de un vehículo recién lavado. No era el aroma más agradable de todos, especialmente para los omegas, pero resultaba algo de atractivo en Jisung, como si tuviera perfecta lógica que oliera de esa manera.

Seungmin, el menor de los Han, un alfa unos centímetros más alto que su hermano y cabello oscuro, trabajaba en un bufete de abogados en el centro de Seúl, pasando demasiado tiempo ocupado que poco tenía para pasarlo con su familia, pero se las arreglaba para visitar a su hermano entre descansos, usualmente almorzando juntos al menos un par de veces a la semana.

Su aroma, por el contrario de Jisung, no era del todo inusual, pero sí parecía extraño para una persona como él. Olía a pintura acrílica, aceite y madera con una suave pizca de té de jazmín casi imperceptible a no ser que realmente lo estés buscando. Sus compañeros de trabajo solían murmurar sobre cómo su aroma no parecía encajar en una oficina, asociándolo más con algo libertino como las artes, pero Seungmin era bueno ignorando lo que no quería escuchar.

Uno pensaría, al verlos a él y a Jisung juntos, que eran los mejores hermanos y que se llevaban muy bien, pero lo cierto es que Seungmin duró 7 años sin hablar con Jisung, siendo ese el motivo por el cual se distanció de sus padres; evitó todas las reuniones familiares, se saturó de trabajo y viajó a todos lados, cualquier cosa que le impidiera ver a su familia, hasta que hace tres años llegó otra noticia que le hizo sentirse resignado, volviendo a dirigirle la palabra a su hermano, aún actuando receloso a su alrededor sin importar cuánto se esforzara Jisung por volver a ser lo de antes.

¿El motivo? Fácil, Hwang Hyunjin.

Cuando estaban en la universidad, Hyunjin y Seungmin compartían la clase de fotografía, un pasatiempo para el menor de los Han, un posible futuro para Hyunjin, haciéndolos inseparables el uno del otro. Sin embargo, al estudiar diseño de modas y administración, Jisung también compartía algunas clases con él, lo que terminó convirtiendo al chico en un amigo en común entre ambos.

Ahora bien, Hwang Hyunjin era el omega más atractivo de todo el campus, con un suave aroma a pergamino y tinta con leves suspiros de manzana que te hacía mirar dos veces, a juego con una melena negra que rodeaba sus hombros y ojos terriblemente agudos, labios carnosos y tan alto que parecía imposible para el resto que se tratara de un omega. Jisung y Seungmin lo adoraban, quizá ambos en diferente medida, Jisung lo consideraba su mejor amigo, Seungmin lo había tomado como su pareja mucho antes de siquiera pensarlo.

Era bastante normal que, durante la universidad, Hyunjin usara alguna prenda de Seungmin para andar por el campus, haciendo que sus aromas se mezclaran a tal punto que era difícil distinguir el olor natural de Hyunjin. Tampoco era raro que el omega usara algo de Jisung, después de todo eran mejores amigos y el castaño era el hermano de Seungmin, se supone que no había problema.

Pastel de Cereza.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora