Capítulo 9

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Max
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—¿Entendiste Max?

Asentí con lentitud, en realidad no había puesto del todo atención. Solo lo importante había escuchado, ese típicas reglas que tienen en las pandillas, y hablando de ellos pensaba en una en particular. Me había desilusionado un poco pero no se podía hacer mucho, simplemente seguir esa estúpida regla, cosa que no estaba en mi naturaleza seguirlas. Aunque me seguía preguntando como Ares podía importarle un carajo, bueno era Ares Strano después de todo.

—¿Ya casi llegamos?, hemos recorrido casi media ciudad. -Dije rodando los ojos, estaba aburrido.

—Ya casi Max, nuestro punto de reunión debe ser un lugar que no este a la vista de los demás, si no seríamos un blanco fácil. -Contestó mi hermano.

—¿También hay un pasadizo secreto o algo? -Recargue de nuevo mi rostro en mi mano. 

Casi anochecía, las calles aún estaban llenas de gentes. Las luces de la ciudad eran anaranjadas, lo que le dada un toque misterioso, en especial por la calle donde estábamos pasando, a unas cuántas cuadras más nos habíamos alejado del centro de la ciudad, no creía que esta ciudad fuera tan grande. De pronto Ares se había detenido, me asome por la ventana para ver lo que pasaba. Un hombre de muy mal aspecto se había parado a la ventana del lado del conductor, sus ropas no eran de los más nuevas, ni tampoco las mas viejas.

—Carga cinco, nivel uno. -Dijo Ares al bajar la ventanilla.

El hombre me miro fijamente, su ceño se había fruncido arrugando su frente. Si era el que cuidaba hacía de maravilla su trabajo en intimidar.

—Pase. -El hombre se apartó sin dejar de sostenerme la mirada, hasta que lo perdimos de vista entre los autos lujosos. Sus ojos eran como los de un oso.

—Al parecer le agradas a Jack. -Dijo Ares divertido.

—¿En serio?, me miro como si fuera un intruso. -Contesté.

—De echo lo eres, ya que no te habíamos traído aquí. -Paul suspiro con fuerza. —Por favor no me hagas quedar mal enfrente de todos.

—¿Cuándo te he echo quedar mal? -Lo mire con los ojos abiertos. Paul no contestó se limitó a mirar por la ventana. —¿Por qué hay tantos autos lujosos?

—¡Te lo acabo de explicar desde que salimos de casa! -Exclamó mi hermano mirándome con incredulidad. 

—Lo siento estaba analizando lo otro que me decías. -Me defendí.

—¿Y de eso si te acuerdas? -Alzó una ceja mi hermanito, Merlín, como se parecía a mi madre cuando se enojaba.

—Si, bueno, ¿vas a aclararme la duda o no? 

—Dedúcelo por tu cuenta. -Paul se giró en su asiento cruzando los brazos, parecía un niño chiquito haciendo un berrinche por una paleta.

—¿Me puedes aclarar la duda Ares? 

Paul miró a Ares con ojos acusatorios. —Ni se te ocurra.

—¿A cambio de qué? -Ares me miró por el retrovisor. —No doy información gratis, todo tiene un precio querido Reeves.

Sonreí de lado. Antes de que abriera la boca, Paul se me había adelantado. —Te cubriré los primeros tres días de Noviembre.

—Trato echo. -Sonrió Ares. —Lo siento Max, tu hermano fue más rápido.

—Que injusto. -Dije rodando los ojos.

—Lo siento Max pero no me gustaría  tener que dar un paseo por la ciudad en la semana de mi cumpleaños. -Sonrio Ares mirando al frente. —Por cierto, ya casi cumples años ¿no?

Sentimientos clandestinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora