Prólogo

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Max
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Era un día como cualquier otro, la única diferencia era que me habían expulsado de Seik. ¿La razón?

No le agradaba al director, a mi tampoco me agradaba. Intento hacer que me expulsaran mucho antes de que se encontraran esos cassettes pornográficos en su oficina incendiada. Estuve siendo interrogado por la policía por semanas, hasta que encontraron esos cassettes. A mis padres no les gustó ello por obvias razones, culpar a un joven inocente por las perversidades de un viejo, al final el director ganó. Me fui del colegio y el director está en la cárcel. Debería de enviarle una carta felicitándolo.

Me sentía satisfecho, el director tenía su merecido y yo por fin me iba de ese colegio. Había mandado solicitud a otras escuelas cerca de dónde vivíamos, ninguna me aceptó. Tuve que enviar una a la escuela de mi hermano menor, donde sorprendentemente me aceptaron, no todas las escuelas aceptan a un estudiante que acababa de ser interrogado por la policía, menos acusado y empezando Octubre. No viviría ya con mis padres, sino con mis tíos y hermano, sería mi regalo de cumpleaños número dieciocho. Según mi hermano los nacidos el tres de noviembre son unos psicópatas, no le creo.

Mis padres me habían abandonado en el aeropuerto, ya tenía la edad suficiente como viajar solo. Cuando arribé a la ciudad, encontré a mis tíos sonrientes y a mi hermano, había crecido bastante.

-¡Max!

Mi tía Raquel y mi tío Louis eran los Crooves. Mi abuela había tenido tres hijos, mi padre, mi tía Raquel y mi tía Jenny. Raquel era la única que no tenía descendientes, prefería ser la tía sin hijos buena onda, no conocía bien a mi tía Jenny, ni a su pareja, pero si a su hijo. Debido a un grande accidente, mi primo quedó huérfano y vivía con nosotros, hasta que entró a un instituto privado, gracias a una beca que consiguió. De vez en cuando nos escribimos cartas.

 La ciudad era enorme, mis tíos y hermano me habían dado un recorrido, tenían una feria y un lugar dónde podías dar un paseo por el mar. Me habían presentado la escuela dónde iba a estudiar, la misma en la que estudiaba mi hermano. Me sentí feliz por ello, extrañaba a mi hermano menor, aunque no se lo dijera.

La escuela me había puesto pruebas sobre mis conocimientos académicos, todos los aprobé. La escuela era grande, ninguno llevaba uniforme, genial. Había muchas chicas lindas, como chicos. Me divertiría un poco antes de entrar a la universidad, me lo merecía. Me llamo mucho la atención que todos estuvieran en grupos, en Seik no había esas mierdas, todos se hablaban, aunque fueran bichos raros.

Cuando me habían dado los resultados, me di un paseo por la escuela, todos estaban en clases, algunos se veían concentrados. No se parecía nada a Seik en general, los pasillos eran grandes y los salones también, sin decoraciones o esas cosas, sería algo en lo que me tenía que acostumbrar. Me decepcioné al no ver a ninguno portando una corbata, a mi parecer se veían muy atractivos, en especial los hombres. Aunque las mujeres llevaban cosas de muchos colores que las hacían muy atractivas. 

Decidí dar un paseo por la ciudad, toda la ciudad estaba en movimiento, me gustaba. Cerca de la escuela había restaurantes de comida rápida y muchas papelerías, en Seik no había nada de eso. Cuando llegó la hora en la que iba ir a "casa" con mi hermano, caminé hacia la escuela. La calle se inundó de muchos estudiantes, con la mirada busqué a mi hermano, no era difícil de identificar, a menos que llevara esa horrible cachucha naranja, me haría cargo de ella.

 -¡Max!

Mi hermano, Paul, corrió hacia a mi con alegría y me abrazó. Traté de corresponderle, los abrazos no eran lo mío. Detrás de él vi que nos miraban un grupo de chicos, uno de ellos sonrió burlonamente antes de meterse una paleta roja a la boca, al lado de él había un chico de cabello rubio platinado, tenía un porte arrogante a pesar de no sonreír como los demás, debía ser el líder de esa pandilla. 

-Ven, quiero contarte muchas cosas -Paul se alejó de mi y empezamos a caminar hacia la casa de nuestros tíos. Al parecer no se había dado cuenta de ello.

Paul me platicaba sobre la escuela, estaba entusiasmado y no paraba de repetir lo mucho que le encantaba que estuviéramos en la misma escuela, Paul y yo jamás fuimos a la misma escuela, yo iba a colegio y él no, me molestaba que mis padres no quisieran que estudiara en colegio. Pero a él nunca le importó, parecía muy feliz, al menos podía hacer lo que quería, como yo, pero él tenía más libertad que yo.

-¿Cómo te tratan en las escuela tus compañeros?

-Bien -Paul contestó con una sonrisa, suspiré aliviado, Paul siempre había sido el juguete favorito de los chicos que disfrutaban molestar a otros, se molestaba conmigo cuando quería esperarlo afuera de su escuela para darle una paliza a esos chicos. Esa fue una de las razones por las que Paul se fue a vivir con mi tía Raquel-, formo parte de una pandilla.

Me detuve en seco, ¿había escuchado bien?, ¿Paul en una pandilla?

-Son buenos chicos -Paul también se detuvo. De pronto recordé aquellos chicos que nos miraban desde lejos, recordé al rubio platinado.

-¿El del rubio platinado?

-Si -Paul asintió con confusión- ¿lo viste?

-Cuando me abrazaste se nos quedó viendo, de seguro él es el líder, ¿no?

-Si, su nombre es ...-Paul dio un pequeño salto, después sonrió apenado y comenzó a caminar-, será mejor que te lo presente mañana, de echo les conté de ti.

Camine con la mirada baja, había algo en ese rubio que no me gustaba, en su mirada había algo. No presté atención en lo que me decía Paul de su pandilla, me encerré en mis propios pensamientos sobre las pandillas que había visto en mi recorrido. Llegué a la conclusión que ningún "líder" de aquellas pandillas tenía el porte del rubio.

-Quieren que seas parte de la pandilla.

-¿Qué?

-¿No me escuchaste?

Paul se detuvo en la puerta de la casa de nuestros tíos, había perdido la noción del tiempo. Mi hermano entrecerró los ojos analizándome. Tuve que ser honesto.

-No.

Paul rodeo los ojos con fastidio y abrió la puerta desganado. Ambos entramos a la casa, Paul cerró la puerta y dejó caer su mochila en el suelo. Paul caminó a la cocina, lo seguí.

-Te quieren en la pandilla Max -volvió a decir cuando se acercaba al refrigerador- tal vez no te interese, pero es importante para mi. Les hablé mucho de ti, y de Seik. Se interesaron en ti, además de que quieren a otro Reeves. Me dijeron que te propusiera esto.

Las pandillas no eran lo mío, pero sería agradable pasar más tiempo con mi hermano menor, además no conocía a nadie, más que él. Sonreí mientras me recargaba en la pared.

-Supongo que será divertido.

Paul saco su cabeza del refrigerador y me sonrió.

Sentimientos clandestinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora