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Si a Tzuyu le preguntaran cuales son aquéllos pequeños momentos de felicidad que más le gustan, respondería cosas como ir por comida deliciosa junto a su mejor amiga Dahyun, el comprar su bebidad de chocolate favorita después de un pesado día de clases o resolver por fin un problema matemático que la tenía estresada.

Tzuyu respondería cualquiera de esas cosas con tal de que a nadie se le pasara por la mente que su clase de inglés le gusta de igual manera que todas aquellas situaciones. El estar contando los segundos para que de inicio mientras siente que su corazón se acelera cada vez más es una prueba clara de que eso también le da felicidad. Y no es que sea su materia favorita, y mucho menos es la mejor de su clase; sus apuntes están llenos de dibujos y escritos tontos, además de que pierde la concentración con facilidad, pero ¿cómo no hacerlo? Si su profesora por, sexta vez, se le cae el gis de la mano interrumpiendo su explicación a causa de eso mientras se disculpa apenada.

Tzuyu no puede evitar que una sonrisa ladina se forme en su rostro. Ella está comenzando a creer que las manos de su maestra están hechas de mantequilla porque no encuentra otra explicación a la facilidad con la que caen las cosas de sus manos.

Por esa razón es que Tzuyu le cuesta poner atención en la clase, y no es por la torpeza de su profesora, sino de ella en su totalidad: de Park Jihyo.

La conoció hace meses en primavera. Ella se presentó ante la clase como su profesora de inglés. La primera impresión de Tzuyu fue algo parecido al miedo; Jihyo desprendía un aura de autoridad y exigencia que llegó a preocupar a muchos de solo pensar en lo estricta que sería con los trabajos, pero esa faceta cayó rápidamente al segundo día cuando Park mostró su verdadera personalidad; alguien tímida y torpe. No faltaba el día en que sonriera de manera avergonzada cuando, al entrar al salón, un libro de textos, de todos los que carga, cayera de sus brazos después de tropezar con sus propios pies.

Tzuyu no pudo quitarle la mirada a partir de ese día, aunque tampoco es como si tuviera otra alternativa, es su profesora, se supone que tienes que mantener tus ojos en ella para entender todo lo que dice, pero el caso de Tzuyu es diferente; ella no puede dejar de observarla. No puede dejar de mirar la forma increíble que le queda el cabello corto hasta los hombros. Tampoco que, a pesar de lo grandes y hermosos que son sus ojos, se cierran en su totalidad cuando sonríe mostrando las dos filas de sus dientes. Tzuyu no quiere dejar de escuchar su voz, y menos el sentir un cosquilleo en su estómago cuando comienza a hablar en inglés mientras explica el tema porque piensa en lo atractiva que es al hacerlo. Y a pesar de que Jihyo es torpe con ciertas cosas, no hay nada más que le derrita el corazón que el ver aquella personalidad suya, porque no logra entender como un adulto puede comportarse así.

Y Tzuyu sabe que está mal pensar así de su maestra porque es solo una alumna, pero aún así no puede evitar sentir felicidad cada vez que la ve atravesar la puerta del aula con una radiante sonrisa mientras saluda alegremente a todos, como si darle clase a treinta adolescentes fuera lo mejor del mundo.

Tzuyu solo puede pensar que está metida en un gran problema cuando acepta que está enamorada de su profesora; de Park Jihyo.

say you love me ⌗ jitzuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora