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Como lo había planeado, Tzuyu se dirige hacía la aula donde queda con su maestra para estudiar. Su corazón late con rapidez y sus manos sudan mientras más se acerca a su destino.

Cuando logra deslumbrar el salón a lo lejos, ella apresura sus pasos hasta quedar delante de la entrada, pero lo que ve en el pequeño espacio entre las dos puertas la hace detener sus movimientos.

—Terminé algunos asuntos de la boda y me di cuenta que me encontraba cerca de la escuela y decidí venir a verte, Jihyo —exclama con una gran sonrisa la mujer delante de su profesora. Las dos se encuentran viéndose fijamente en medio del salón vacío.

«¿Quién es está persona?, ¿será aquella amiga?»︎ Tzuyu deduce con rapidez intentando pasar desapercibida por aquellas dos y tratando a la vez de no perderse nada de aquella escena.

—Realmente no esperaba verte estos días, pensé que estarías muy ocupada —responde la coreana y Tzuyu puede notar como su maestra se encuentra cohibida por la presencia.

—¡Nunca estaré ocupada para ti, Jihyo! De verdad te extrañaba mucho —exclama la desconocida y lo que ve a continuación la taiwanesa hace que su pecho se hunda; la mujer se acerca a su maestra para darle una gran abrazo que termina sorprendiendo a la última, pero después ella se relaja aceptando aquel contacto.

Tzuyu puede notar perfectamente aquella sonrisa triste que hace Jihyo mientras sus manos se aferran a la espalda de la contraria. Eso hace que su mandíbula se tense.

—Profesora Park —entra de forma abrupta sin medir la fuerza con la que abre la puerta—. Perdón por la interrupción —dice sin ninguna pizca de arrepentimiento cuando las ve separarse al escucharla. Ella ve como su presencia toma por sorpresa a Jihyo—. Vine a pedirle si podemos seguir con las asesorías —prosigue mirando fijamente a su profesora.

—¡Oh! ¿Ya es tan tarde? —la mujer exclama viendo el reloj que porta en su muñeca—. ¡Lo siento! No quería quitarte tiempo, seguro te encuentras muy ocupada —ella se disculpa sintiéndose avergonzada—. Me voy, nos vemos después, Jihyo —Tzuyu no duda en hacerse a un lado cuando  la mujer se acerca para salir del salón.

—Puedo acompañarte hasta la salida —la menor ve a su profesora con intenciones de seguirla, pero antes de tocar un pie fuera, Tzuyu la toma del brazo deteniéndola. Aquella acción toma de imprevisto a la coreana, quien se queda observando con confusión aquel agarre alrededor de su extremidad.

—En serio necesito que me ayude —Tzuyu le pide casi rogando para que se quede. Ella por ningún motivo quiere que Jihyo la siga.

Su profesora la observa; aquella mirada que le da la intimida, pero aún así Tzuyu no rompe el contacto con ella.

—Bien —la estudiante suspira cuando la escucha aceptar y la suelta sintiéndose segura de que no se irá.

Las dos se adentran al aula dirigiéndose al escritorio donde ya está preparada una silla a un lado.

La taiwanesa se siente nerviosa cuando deja su mochila a un costado del banco y se deja caer sobre él; sabe que no debe sentirse así porque, al final, fue su decisión el venir y ahora no puede arrepentirse.

Jihyo toma asiento a su lado para dar comienzo a la lección. En todo momento ella se mantiene en silencio, solo hablando cuando es necesario para aconsejar a Tzuyu. A la menor eso le baja un poco el ánimo porque realmente comienza a extrañar a su maestra entusiasmada por enseñarle algo nuevo para mejorar en la materia.

—Vamos a repasar las partes donde te equivocaste —la mayor habla cuando termina de revisar el trabajo improvisado que le había puesto a su alumna minutos atrás.

Mientras Tzuyu escucha a Jihyo hablar sobre los errores que cometió, ella observa su expresión, la cual es la más seria que alguna vez le haya visto. Tanto le impresiona aquella faceta profesional suya que no puede apartar la mirada de su rostro. Le cautiva lo atractiva que se ve cuando muerde su labio inferior y mantiene su ceño fruncido. Tzuyu piensa en como le gustaría quedarse aquí y mirarla por siempre.

La menor se pregunta que expresión tendría su profesora si le dijera lo que está pasando por su mente en este momento.

«Una vez que terminen las lecciones, ella y yo no volveremos a estar cerca»︎ aquel pensamiento hace que muerda el interior de su mejilla.

No lo puede aceptar.

—Buscaré ejemplos más fáciles —escucha a Jihyo antes de verla empezar a rebuscar dentro de su maletín.

«Será así, ¿no? Una vez que todo termine, Jihyo dejará de verme»︎ Tzuyu se encoge en su asiento pensando en aquel inminente final y el miedo que la inunda termina ganándole a su cobardía.

—Profesora Park —la llama con su mirada gacha. Jihyo deja sus pertenencias a un lado para observar a su alumna que mantiene su rostro oculto debido a su cabello que cae a los costados—. Me gusta.

Cuando dice aquellas palabras, la taiwanesa eleva lentamente su mirada hasta encontrarse con el rostro incrédulo de Jihyo. Sus ojos están abiertos de par en par mientras sus labios se encuentran separados; seguro queriendo decir algo pero sin saber que.

—A mí me gusta usted, profesora Park —vuelve a repetir pero ésta vez con más firmeza y presionando contra sus dedos la madera de su asiento.

—¿De qué estás hablando, Tzuyu-ssi? —la oye reír levemente mientras deja sobre el escritorio unas hojas—. No deberías estar diciendo cosas como esas. No es para nada gracioso.

—No estoy bromeando —Tzuyu habla con un tono ofendido. Le duele el hecho de que su mayor vea sus sentimientos como un juego.

—Es mejor que sigamos estudiando —Jihyo niega con su cabeza antes de centrarse de nuevo en el trabajo y eso termina por enfurecer a la estudiante.

—Estoy siendo sincera, profesora —insiste ganándose una exhalación pesada por parte de su contraria.

—No tengo tiempo para lidiar con bromas de una niña.

—¡N-no soy una niña! —Tzuyu objeta al sentirse insultada por ser llamada así. No tiene doce años, está cerca de cumplir la mayoría de edad.

—Para mí una persona de tu edad es una niña —responde sin siquiera verla ya que su atención está en los textos que tiene sobre el escritorio.

Tzuyu presiona sus labios hasta que formen una línea antes de levantarse de su asiento sorprendiendo en el proceso a Jihyo.

—Me gusta profesora, y no puede hacer nada para cambiar eso —comienza a hablar cuando cuelga su mochila sobre su hombro—. Yo solo puedo pensar en querer seguir viéndola para siempre y correr hacía cualquier lugar donde esté —confiesa con voz temblorosa y esa es su señal para dar un paso atrás—. Si me disculpa, prefiero que continuemos nuestras lecciones mañana —se despide con una leve reverencia antes de correr hacía la salida.

—¡Espera, Tzuyu...! —pero es demasiado tarde, la taiwanesa ya había abandonado el aula dejándola sola—. Está niña... —Jihyo musita frustrada revolviendo sus cabellos—: ¿Cómo puede decir cosas cómo esas? —dice con los ojos brillosos cuando siente como las puntas de sus orejas se calientan.

Claramente Tzuyu no pudo observar la expresión que hizo Jihyo cuando dijo lo que piensa al verla.

say you love me ⌗ jitzuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora