Capítulo 1

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Erick y Eliot eran hermanos gemelos.

Pero había una pequeña variante en su parecido.

Eran muy parecidos, pero Erick era un Omega, y Eliot era un Alfa.

Y por alguna razón, sobre todos los parecidos que tenían, esta diferencia lo marcaba todo.

A veces, ambos tenían que considerar algunas cosas,

como lo era el hecho de su madre había sido marcado por un alfa que no amaba,

o que su padre era un alfa que no veía a los omegas como algo que valiese la pena.

Como que su madre era un omega que repudiaba a los alfas.

Como que su padre no tenía ninguna intención de tener un hijo omega.

Pero los tuvieron, a uno de cada uno.

Entonces crecieron sus primeros años de esta manera,

Eliot era un niñito alfa que era muy mimado por su padre,

que le compraba juguetes de a montón y le sacaba a comprar helados,

y que por alguna razón, sólo lo paseaba a él, sólo le compraba a él.

Con un hermanito con el que jugaba cada que podía, y se reía.

Y una mamá que, por alguna razón sólo abrazaba a Erick,

y que, cuando él tenía pesadillas, nadie acudía a consolarlo,

por mucho que gritase, nada más cuando Erick gritaba, su madre hacía acto de presencia.

Erick, en cambio, era un niño que tenía las palabras “omega” y “alfa” impresas en su cabeza

desde que tenía uso de memoria.

Que veía a su mami llorar todo el tiempo, siendo abofeteado a cada rato por su padre,

que por alguna razón le llamaba “Piruja”, y que eso, según su mami, era una mala palabra.

Pasaba mucho tiempo con él, y sólo veía a su papá cuando este iba a trabajar y regresaba,

pero estaba bien.

A Erick le gustaba mucho cocinar con su mamá y jugar con su hermano Eliot.

Aunque a veces… no entendía por qué él tenía muñecos de trapo que su mami le hacía,

y Eliot tenía siempre los juguetes más bonitos que los dos veían en el televisor.

Los dos gemelos tenían, pues, bastante cosas en contra, pero aún así jugaban todo el tiempo.

Aquel día, el papá de ambos había traído bastantes juguetes en una caja muy bonita que tenía el signo de los alfas. Y los niños correteaban emocionados alrededor del costoso regalo, metidos en su cuarto, a sabiendas de que ese era su mejor lugar para jugar.

-Mira esto – Decía Eliot, que era el menor de los dos, sacando un hermoso auto de carreras de la caja.

-Wow – Atinó a decir Erick, tomándolo para verlo mejor. - ¡Es tan bonito, Eliot!

-¿Verdad que sí? – Se rio con gusto, empezando a buscar si había algún otro en la caja para que empezaran a jugar los dos, pero… como siempre, sólo había una cosa de cada juguete dentro de la caja. Hizo una  mueca, mientras seguía buscando. –Deberías decirle a papá que te compre cosas también.- Decía con inocencia. –Quiero que juguemos con mi pista entre los dos.

Erick y EliotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora