Capítulo IV

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Ali se encaminó hacia la cafetería, donde ya lo esperaban Ferman y Doruk para resolver el dilema del paciente perdido, si es que se lo podía llamar de esa manera. Al llegar, pudo observar como su jefe y su compañero estaban hablando, mejor dicho, discutiendo con la madre del niño. Se acercó unos pocos pasos para poder escuchar lo que decían y así, poder meterse e intentar solucionarlo.
Ferman, al notar la presencia de Ali, fue hasta él y le dijo:

—Ali, no podemos convencer a la madre para que lo lleve de nuevo a su habitación. Le dijimos que esto era malo para él, pero sigue negándose.

—¿Le preguntaron al niño cómo se siente?

—Sí, lo hicimos. Él dice que se siente bien, por lo tanto tampoco nos ayuda —dijo algo desanimado—. ¿Será que tú puedes hacer algo?

Ali se quedó callado unos instantes, pensando una solución para este problema.

—Veré que puedo hacer —finalmente respondió en un suspiro.

El joven comenzó a avanzar lentamente, notando como los gritos se hacían cada vez más fuertes, provocando que, inconscientemente, se tapara los oídos y se detuviera.

—¡No! ¡no lo haré! ¡mi hijo se encuentra bien! —gritaba enojada la mujer.

—A ver. ¡¿Cuándo va a entender que su hijo no está bien?! ¡Se encuentra en un estado grave y usted solo lo empeora trayéndolo aquí! —decía Doruk, casi perdiendo la paciencia.

La mujer rió ante las palabras del doctor.

—No me diga, ¿acaso ahora no puedo darle de comer a mi hijo porque le estoy haciendo daño?

—¡Eso no es lo que yo...

Doruk detuvo sus palabras. Harto. Con su paciencia agotada. Aquella mujer lo estaba volviendo completamente loco, en el mal sentido.

—¿Sabe qué? Me rindo. Chapulín es tu turno —dijo dándole paso a Ali, quien se acercaba temeroso.

—Hola... buenos días —habló nervioso—. Soy el doctor Ali Vefa y me gustaría pedirle...

—Si lo sé, otro doctor que viene a pedirme que devuelva a mi hijo a su habitación —se quejó la mujer, interrumpiendo a Ali.

—Sí, justamente eso. Supongo que ya se lo habrán dicho pero, realmente no creo que sea el mejor momento para sacar a su hijo a comer... pero podrá hacerlo luego de que se recupere de su cirugía —dijo esbozando una leve sonrisa.

—¿Cuál cirugía? Mi hijo está perfecto, no necesita ninguna cirugía.

—Perdone pero no creo que lo que usted dice sea cierto —comentó Vefa desviando la mirada.

—Pero doctor Ali, me siento bien, ya no me duele —dijo feliz el niño.

—¿Lo dices en serio, pequeño?

—Si doctor, el dolor se fue y yo me siento muy...

La sonrisa que posaba sobre el rostro del niño se fue desvaneciendo, al igual que él. El pequeño Cihan se había desmayado, cayendo inconsciente en los brazos de Ali, quien evitó la caída contra el piso.
La madre se sobresaltó, jamás había visto a su hijo así, estaba muy asustada.

—Le dijimos que no era una buena idea —musitó Ali.

La mujer finalmente comprendió su error y se sintió culpable de la condición en la que se encontraba ahora su hijo.

—¡Doctor discúlpeme! ¡No sabía lo que hacía! ¡Por favor, salve a mi Cihan! —suplicaba a punto de romper en llanto.

—Ali, acuesta al niño en el piso, vamos a revisarlo aquí —exclamó Ferman.

Perdido en ti || AlFerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora