¿El final?

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—Chicos, vengan a comer, llegaron justo a tiempo —dice Regina al vernos entrar, frotando sus manos, emocionada.

Estaba segura de que esto iba a ser complicado.

—Emm, Mamá... —comienza Robert —...Elena debe irse —su voz me rompe el corazón.

—¿Oh, debes volver a casa querida? —pregunto triste, caminando hacia mí.

—Si —respondí, sinceramente, me dolía dejarlos. Sentía el nudo en la garganta.

—¿Pero, puedes quedarte a comer con nosotros? —pregunto George bajando las escaleras, detrás de Regina.

Miré sus rostros detenidamente y luego el reloj.

—Creo que me queda tiempo —les dediqué una sonrisa.

—Genial —dice George para terminar de bajar las escaleras, y pasar su brazo por mis hombros, caminando hacia comedor.

La mesa estaba lista, con diversos agregados que lucían apetitosos.

—¿Mamá, que estamos celebrando? —pregunta Robert frunciendo el ceño, odia las sorpresas.

Lo único que sigue manteniendo mi padre en el futuro, son sus gestos.

—Y solo comemos pavo en navidad —agregó Madelaine, entrando al comedor, dejando sus gafas de sol en su bolso.

—Con tu padre ganamos un caso hoy —dijo mirando a la chica que estaba frente ella, tomando asiento.

—Y hace tiempo no comimos algo diferente —dice mi abuelo, entrando para ayudar a Regina con los últimos detalles.

Todos sonreímos y nos sentamos. Yo entre George y Robert, Madelaine frente mí, Regina en una punta de la mesa, y su querido esposo en la otra.

Fue la mejor comida de mi vida. El abuelo explicando como conoció a la abuela, Madeline peleándose con Robert, y George presumiendo la comida de Regina.

Era perfecto.

Terminamos de comer, ayudé a Regina llevando los trastes, y en seguida subí al cuarto de huéspedes. Busqué en mi bolso el libro que compré, lo observé unos segundos, y sonreí.

Tomé un lápiz y escribí en la primera página.

Querida familia Smith:

Les agradezco por haberme recibido en su hogar sin siquiera conocerme del todo. Como agradecimiento, les dejo este libro, para que puedan recordarme.

Atentamente.

Su amiga la viajera.

Dejé el libro sobre la cama, y salí. Justo vi, a George salir de su cuarto, emocionado.

—Necesito mostrarte algo antes de que te marches —se acercó a mí, con algo en sus manos.

—¡Terminé mi libro! —me entregó un conjunto de pergaminos archivados. —y todo gracias a ti.

Sonreí inevitablemente, recibiendo el libro —es estupendo —exclamé con una sonrisa enorme —lo leería, pero no tengo tiempo.

—Ese es para ti, ya saqué una copia. Considéralo, un recuerdo de uno de tus viajes.

—Gracias Georgie —mencioné aquel apodo que el tanto aborrece.

Me miró serio —Ignoraré lo que dijiste solo porque te marchas Elena —me apuntó con el dedo índice.

Reímos ambos, y lo abracé.

—Estoy orgullosa de ti.

—Me alegra oír eso —dijo en un suspiro.

Un viaje a mi nuevo yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora