Morir de frío | Jelsa One Shots

🕯 | Fiesta de halloween

Después de un día largo y pesado, me siento sumamente cansada, aunque Anna parece tener energía infinita. No contigo entender de dónde la obtiene. La luna ya brilla sobre el manto nocturno y los pájaros se fueron a dormir hace ya un rato.

El salón se ve magnífico, elegantemente acogedor, aunque divertido. Está decorado con antorchas que Kristoff talló con anterioridad y Anna encendió con paciencia, el piso está rodeado con calabazas talladas y encendidas que todos habían aportado, Anna además tuvo la atención de colocar telarañas falsas en las columnas y de preparar bocadillos de aspecto podrido o sospechoso.

Va a ser dentro de poco treinta y uno de octubre, fecha que para nosotros solía ser un día más, hasta que este año mi hermana encontró en un libro que los antiguos celtas solían celebrar sus cosechas la noche de ese día. Se consideraba que el mundo moría y renacía, así que todos los espíritus podían vagar con completa libertad. Las personas solían confeccionar máscaras y capas de pieles animales con la intención de ser irreconocibles ante los seres sobrenaturales, después de un tiempo, la religión modificó esta tradición nombrándola: "el día de todos los santos", sin embargo, algunas costumbres persistieron.

Anna quedó fascinada ante este folclore exótico y rápidamente planeó una celebración en el salón del palacio para revivir la tradición. Le pidió a las personas que tallaran calabazas, que las llevaran al palacio y que diseñaran unas máscaras para ser irreconocibles ante lo sobrenatural. Aunque fue una extraña sorpresa que la princesa sugiriera realizar un evento así, la realidad es que el pueblo pronto apoyó la idea de Anna, como suele suceder, e incluso se ofrecieron a aportar platillos y postres siguiendo la intención de honrar las cosechas, cosa que mi hermana aceptó encantada.

—Me voy a disfrazar de ti —dice mi hermana con la intención de romper el silencio—. Tú cuentas como ser sobrenatural— se burló un poco.

Escucho que Kristoff se ríe ante esto aunque no me hace ni pizca de gracia, pero él está tratando de ganarse a mi hermana, así que lo entiendo. Ella le lanza un beso y se adentra al palacio.

—¿Qué pasa, Elsa? —me pregunta él. Suspiro.

—Creo que nos estamos tomando este tema demasiado a la ligera, no deberíamos estar jugando con el tema de los espíritus.

—Solo nos estamos divirtiendo —responde con intención de tranquilizarme—. No porque ellos creyeran en eso significa que sea real. —Sonríe y lo hago imitándolo—. Los griegos creían en múltiples dioses, pero nosotros sabemos que solo existe un Dios verdadero.

—Supongo que tienes razón.

—¡Uf, espero que las calabazas duren hasta mañana en la noche! —Es la voz de Anna, me rebasa y se acerca para darle un beso a Kristoff en la mejilla. Apoya su mano en su pecho y le sonríe con coquetería—. Gracias por ayudarnos hoy.

Me siento feliz por ella y hasta orgullosa, definitivamente Kristoff es mejor elección que Hans. ¿Les desearé buenas noches? Huh, no.

Todas las noches trato de tener tanta paciencia para quitarme el maquillaje como la tuve para ponérmelo en la mañana, pero hay una sensación de incomodidad que no me permite tener el temple. Tener los ojos cerrados no es una opción, pero al abrirlos sólo tengo la impresión de qué hay sombras acechándome al rededor.