🕯 | Disfraces de pareja

108 8 25
                                    

—Tiene derecho a guardar silencio, cualquier cosa que diga puede ser y será usada en su contra en corte. Tiene derecho a un abogado y si no puede pagarlo, se le asignará uno por parte del estado.

Elsa vio como en cámara lenta como empujaban a su novio a la patrulla con las manos en la espalda y le colocaban las esposas mientras ella era contenida algunos pasos atrás. Al otro lado del carro estaba la cinta amarilla delimitando el área donde yacía un cuerpo que era imposible de identificar por la sábana blanca que lo cubría. El policía empujó a Jack adentro de la patrulla y cerró la puerta tras él.

La muchacha los siguió hasta la comisaría y persiguió a los detectives hasta que la dejaron entrar a interrogatorio, pero solo consiguió que se burlaran de ella.

—¡Tiene que creerme, Jack no hizo esto! —Se volvía a los oficiales detrás de ella—. ¡Por favor!

—Señorita, tranquilícese.

—Interferir en una investigación policial es un crimen. No haga esto más difícil.

Elsa suspiró, más agotada que rendida. Dejó caer los brazos a los costados y el golpe opacó el sonido de su respiración agitada.

Susan Murphy, una detective que llenaba papeles a lo lejos, alcanzó a escucharla y se compadeció de ella. Se acercó con la intención de consolarla y le arrebató un suspiro.

—Tranquila, mujer —le dijo—. Vete a tu casa y descansa, después te diremos como habrá que proceder. —Entonces dudó y apretó los labios; algo le causó una extraña curiosidad en la postura y circunstancias de la joven—. ¿Qué fue lo que les explicaste?

—Usted tampoco va a creerme.

—Dame una oportunidad.

—Al que vieron allá no fue a él, Jack tiene un doppelgänger.

07:00 p.m.

Se encontraba frente al espejo vestida con su traje negro y con el cabello pobremente rizado; lo que sus cabellos lacios le permitieron, Jack le apartó la masa que rozaba su cuello y le colocó un collar delgadito. Ella sonrió y él le pasó su chamarra de cuero, estaba lista Sandy Olsson. Él se puso su propia chamarra y logró acomodarse el cabello castaño con mucho gel al estilo de Danny Zuko.

—Ahora sí vamos a ganar el concurso de disfraces —aseguró orgulloso.

Salieron de la casa y caminaron por las banquetas llenas de calabazas y hojas secas. La brisa fresca balanceaba las ramas de los árboles a un ritmo agradable. Ella venía admirando las pocas estrellas que se veían recargada en el hombro de Jack.

Ahí fue cuando tuvo el primer signo extraño, cuando pasaron junto a la tienda de postres y al voltear, notó a un niño pequeño vestido de vampiro volteando hacia la ventana con una expresión desencajada.

Elsa solo se enfadó un poco y Jack ni se inmutó, solamente bostezó y siguieron andando haciéndose bromas y juegos durante el camino.

Llegaron pronto al parque en el centro del pueblo lleno de calabazas talladas, adornos de fantasmas y arañas puestas. Ya no vieron muchos niños porque la pedida de dulces ya había terminado, los más pequeños ya estaban arropados. Más bien, estaba lleno de jóvenes y adultos todos disfrazados.

Había una tarima pequeña en medio del parque, puestos de churros, banderillas y algodones de azúcar, y vio bocinas. Rapunzel fue la primera que los vio y corrió a recibirlos. Eugene llegó caminando relajado detrás de ella.

Morir de frío | Jelsa One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora