- Capítulo 8

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Desperté por la fuerte lluvia del exterior. Me di un baño rápido y me puse un vestido suelto y cómodo. Solía ir con pantalones pero ese día me levanté con ganas de ponerme algo diferente. Mis heridas estaban casi curadas gracias a mis pociones y ungüentos.

Cargué mi morral a mi espalda y comí unas tostadas con zumo. Luego me dispuse a atender clientes.

Ninguno llegó. Y normal. Fuera llovía muchísimo. Eso y el viento dejaba las calles desiertas.

Desiertas salvo por mí.

Que al ver que no venía nadie cerré la tienda y me fui a la capilla derethi. Llegué sin ser arrastrada por el viento y la lluvia.

Estaba vacía al completo. Nadie había ido a rezar y los sacerdotes menores de allí vivían en edificios separados unas calles más allá. Seguramente estaban en otras capillas menores.

Andé por el pasillo principal y fruncí el ceño al no encontrarme con el molesto Dilaf, que siempre solía estar allí.

Sonreí para mí misma y me senté en uno de los bancos mientras escurría el agua de mi vestido.

Sí: estaba totalmente empapada. Y dejando el suelo perdido, obviamente. Pero ¿y qué?
Nada peor de lo que había pasado semanas atrás podía pasarme ya.

Sequé mi pelo con un pañuelo seco que tenía guardado.

Me di cuenta de que goteaba agua por todo mi cuerpo y casi echo a reír al ver la estupidez que habúa hecho.

Obviamente había valido la pena. Él estaba allí. Andando hacia mí.

Me miró con el ceño fruncido y mirada de desaprobación.

- ¿Se puede saber qué estás haciendo? Estás herida y está lloviendo muchísimo. Deberías haberte queda...

- Ya estoy prácticamente curada -le interrumpí sintiéndome una rebelde.- Mis pociones siempre son efectivas. Además, no tenía nada mejor que hacer. Por cierto... ¿dónde está el pesado...?

- He enviado a Dilaf a otra capilla hoy. Hay una que se está inundando en la parte sur de Kae -dijo en un suspiro.

Sonreí levantándome.

- ¿A qué has venido?

- A traerte esto -le tendí una poción.- He trabajado en ella por días. Te mantiene despierto y no tiene efectos secundarios -le miré. Él no cambió su expresión.- Ninguno.

- ¿Has venido por esto? -dijo alzando una ceja y guardando el botecito.

Asentí.

- Sí. Y bueno, si mañana no vuelvo es porque la Shaod ha funcionado demasiado bien; voy a probar la poción esta noche -dije andando entre los bancos por la capilla.

- Vale -dijo él un poco anonado.

- ¿Por qué llevas armadura? -pensé en voz alta mirándole de reojo. Es algo que nunca le había preguntado.

Hrathen me miró de soslayo. Ignoró mi pregunta.

- _______ -dijo.- Vete a casa.

Fruncí el ceño.

- Dilaf me reprende constantemente -empezó a hablar yendo hacia mí. Nos quedamos de pie.- Diciéndome que me aleje de ti.

Asentí escuchándole. Dilaf no advertía mal.

- Ya sabes que es mi arteth. A pesar de eso, él se atreve a aconsejarme.

- ¿Por qué me explicas esto? -susurré.

- Porque quizá tenga razón -dijo seco.- Quizá deberías dejar de venir aquí y deberías limitarte a enviarme las pociones. Dárselas a algún sacerdote que venga a tu casa a buscarlas y hacerlas llegar a mí. Ya no puedes dar más información de Elantris: no sabes más. No estabas en mis planes, ______.

PECADO | Hrathen x TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora