- Capítulo 3

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La ciudad de Elantris estaba iluminada por la luna. La observé apenada. En algún lugar de allí estaba mi padre...

Ni siquiera me había permitido llorar su pérdida. Porque, prácticamente, había muerto.

Me lo permití allí, mientras observaba los edificios llenos de mugre.

Mi paz duró poco. El sonido metálico de si armadura llegó a mi lado.

Sequé rápidamente mis lágrimas con mis dos manos.

- ¿Qué haces aquí? -preguntó mientras observaba Elantris.

- Lo mismo podía preguntar -dije. Con un hilo de voz.

Pasaron cinco minutos. En silencio absoluto. Di un respingo cuando puso su enguantada mano sobre mi hombro.

- Lo siento.

Bajé la mirada. No sabía qué decir.

- Me gustaría saber por qué Dios permite todo esto... -susurré.

Hrathen no replicó.

Estuvimos en silencio unos minutos más. Los guardias pasaban a nuestras espaldas, bastante alejados.

- Arelon será de Fjorden sin necesidad de luchar -susurró Hrathen.- Nada de sangre. -dijo cerrando los ojos.- Ni una gota. Si la población se vuelve derethi no será necesario.

- Pero el rey Iadon es korathi.

- Ese es un punto -me miró.- Una molestia en el plan.

Sonreí levemente. Obviamente quería poner otro rey.

- No creas que voy a ayudarte en tus discursos; los he presenciado un par de veces. Hablas bien, pero la población no parece entusiasmada.

- En cambio, cuando habla Dilaf sí lo parecen.

Suspiré.

- Ese hombre... -callé. Estaba siendo demasiado sincera. No estaba hablando con cualquiera.

- Habla -dijo Hrathen.

- Dilaf es exageradamente religioso. No me parece mal que tenga fe pero tenerla tan en exceso, su odio hacia Arelon...

Harten asintió.

- Ya habrás visto que es un problema.

- ¿Quieres... deshacerte de él? -dije en un susurró.

Hraten sonrió levemente.

- No es mala idea. De momento no. Su pasión es una de mis carencias.

Asentí y seguí mirando Elantris.

- A mí también me gustaría saberlo -miré a Hrathen cuando habló.- Por qué Dios permite esto. Pero estoy seguro que es una prueba, tiene que haber equilibrio.

- Es injusto. -dejé de mirarle.

- Es la decisión de Jaddeth.

- Tú eres diferente -dije.

- ¿Qué? -Hrathen me miró alzando una ceja.

- A los demás del Shu-Dereth. No tienes esa fervor por asignarle todo a Jaddeth. Eres organizado y lógico. Todo los sacerdotes deberían poner la razón por delante de la fe, como tú.

Hrathen se quedó callado unos momentos.

- Intento hacer lo mejor.

- Y aún así dudas. -le miré de reojo.- Hay algo que te atormenta; lo veo. Sé que dudas de la fe. Por eso no has respondido antes.

PECADO | Hrathen x TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora