- Capítulo 7

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— N-no... Puedo andar —afirmé.

Hrathen no dijo nada y yo me limité a acurrucarme entre sus brazos mientras apoyaba una de mis manos a su armadura.

Llegamos a mi tienda al cabo de unos diez minutos. Fue agradable tenerle tan cerca a pesar de mi herida.

— Déjame en el suelo. Tengo que...

No terminé la frase pues me empezó a bajar y cuando mi pierna tocó el suelo sentí un pinchazo de dolor.

Hrathen cogió mi mano dándome apoyo. Yo la aparté lentamente.

— No necesito ayuda. Gracias, en serio. Puedo hacerlo sola.

Me dirigí sujetándome de las mesas hasta mi estantería y saqué dos pociones.

Apuré una y la otra la llevé en mis manos hasta llegar a mi silla, delante de mi mesa de trabajo.

Cogí unas hierbas secas que tenía colgando y las mezclé tirándolas en la poción. Se hizo una sustancia cremosa que saqué del frasco y puse en un plato hondo. La dejé sobre la mesa. Tenía que reposar.

Hrathen se acercó sentándose cerca de mí.

— ¿Estás bien? —dijo.

Asentí.

— No es nada... yo... bueno. Aún no puedo poner esto. Solo tengo que limpiarme la pierna. El sangrado se detendrá con la poción.

Hrathen asintió.

— ¿Te llevo?

Negué sonriendo.

— No hace falta.

Sujetándome a las paredes fui por el pasillo.

Me giré unos momentos.

— No quiero robarte tu tiempo. Puedes irte... buenas noches y grac-...

— Nada de eso —dijo siguiéndome.

Fruncí los labios pero no me quejé. Entré en mi habitación y tiré una toalla sobre la cama para no mancharla.

Cogí un líquido especial y me subí el pantalón sentada en la cama.

— ¿Tienes que tirarte esto?

Asentí.

— Cicatrizará. Entonces luego solo hará falta aplicarme la crema que estará lista en una hora.

Hrathen cogió el botecito del líquido y un papel.

Me tumbé en la cama y extendí mis manos para recuperar lo que había cogido de ellas. No me lo devolvió.

Levanté mi pierna y gemí cuando me echó el líquido en la herida. Apreté mis labios entre mis dientes y dejé la rodilla flexionada.

Hrathen se acercó a mí y con sus dedos me levantó el mentón. Le observé a los ojos dándome cuenta que se había quitado sus guantes.

Cuando tuve la cabeza levantada me echó el líquido en el cuello. Cerré los ojos respirando rápidamente.

Me tendió una mano y me senté. Mi piel había absorbido el líquido, mis heridas no sangraban y Hrathen también había limpiado mi sangre.

— Gracias —susurré extendiendo mi mano para coger su nuca com cuidado y acercarlo a mí para darle un beso en la mejilla.

Él se quedó desconcertado unos instantes pero me siguió ayudando a levantarme.

Tragué saliva sintiendo mi rostro enrojecer de vergüenza por lo que había hecho.

Me levanté. Pudiendo andar.

— Estoy bien, en serio —afirmé saliendo de mi habitación y él me siguió.

— No pruebes la poción esta noche —dijo.— Descansa.

Sonreí.

— Siempre dices lo mismo. —Pasamos a través de mi tienda hasta llegar a la puerta. Puse la mano en el pomo.— No la probaré, tranquilo. Será mejor que los dos descansemos.

Hrathen asintió. Abrí la puerta.

Le miré a los ojos antes de que saliera de mi casa.

— Gracias. Me has salvado la vida.

— Te las habrías apañado tu sola —sonrió levemente. Acarició mi hombro y salió del edificio.

Se dio la vuelta.

— Buenas noches —dije.

Él cogió una de mis manos entre las suyas. Yo me ruboricé al completo. No sabía que decir. Iba a balbucear algo pero fui incapaz.

Agachó levemente la cabeza y besó el dorso de mi mano.

— Buenas noches, ______ —dijo antes de marchar. Titubeó unos instantes, como si quisiera decir algo más. Terminó dándome la espalda mientras volvía a ponerse sus guantes.

Dejándome anonada mirándolo mientras me sentía una completa idiota. Ese hombre me quería, pero no me amaba como lo hacía yo. Me apreciaba, incluso me tenía cariño. Pero no anhelaba lo mismo que yo.

O eso pensaba yo, una necia, como siempre.

No cerré la puerta hasta que no le vi desvanecerse en la oscuridad.

Caminé dejando de ocultar mi aún presente cojera y comprobé la crema. Más o menos estaba lista.

Fui al baño y me la apliqué para luego lavarme la cara y cambiar mi ropa.

Me dejé caer sobre la cama. Me sentía agotada completamente.

No podía apartar mis pensamientos de él. Había sido tan dulce y suave conmigo ¿Por qué se había molestado?

Por lo que yo sabía, él estaba muy ocupado diariamente, no solo en los asuntos de la capilla, tenía que mantener su reputación y la del Shu-Dereth en Arelon. No dejar que la princesa, esposa de Raoden, hundiese la religión. Que, por lo que yo sabía, era una acción que estaba intentando hacer.

A parte de todo eso y de mantener esa rivalidad también tenía que hacer discursos, lidiar con el horrible Dilaf y, encima, ahora se ponía a preguntarme que cómo estaba yo.

¿Qué importaba eso?

¿No tiene suficientes problemas? Ya ni siquiera se molesta por que no le llame "mi señor" cuando estamos a solas. Este hombre empieza a confiar en mí y yo, tonta, me limito a pensar que tengo alguna posibilidad amorosa con él.

Idiota. Soy una idiota.

Ay, Jaddeth. Si alguna vez me has escuchado me gustaría que mis pensamientos dejaran de enredarse de este modo. Ojalá olvidarlo a él.

Me revolví en la cama y fruncí el ceño cuando un pensamiento llegó a mi mente.

¿Por qué me ha preguntado qué le he hecho? ¿Acaso la poción que le di ha tenido algún otro efecto secundario que no vi venir? Soy tonta, tendría que habérselo preguntado.

Seguramente ha pensado que lo he hecho a propósito para molestarle y por eso me ha dicho eso.

Aunque ha parecido aliviado cuando le he dicho que no sé de qué hablaba. No entiendo nada.

Y, evidentemente, me negaba a considerar la posibilidad de que mis sentimientos fuesen correspondidos.

Es un sacerdote.

Repetía mi mente.

Pero no hace voto de castidad...

Volví a girarme en la cama.

Y si le aumento la cantidad de afrodisíaco y...

Me detuve.

Idiota. Ni se te ocurra pensar eso.

Me dije a mí misma.

Me acaba de ayudar y yo solo pienso en llevarle al catre. Sin duda, debería alejarme de él.

Debería, pensé. Pero no quiero ni voy a hacerlo.

Me da igual que sea un pecado... aunque... no lo es ¿no?

PECADO | Hrathen x TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora