VII

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Advertencias: Manipulación, menciones a las relaciones tóxicas.

Advertencias: Manipulación, menciones a las relaciones tóxicas

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~•~

La azabache estaba junto a su compañero limpiando los vasos que usaría en unas horas. Reji era más energético de lo que esperaba, pero no era desagradable -a no ser que mencionara la perfección de su relación paternal- se comportaba como un verdadero amigo.

—Oye, ¿entonces hace cuánto follaste?— preguntó el más alto.

—Relativamente poco…

—¿El número dos de Boten la tiene grande?— bromeó recibiendo un golpecito—. Simple curiosidad.

—No lo hicimos, solo salimos a cenar…

—¡¿No cogieron?!— podía jurar que al menos ya lo habían hecho—. Siempre te ve como si te quisiera arrancar la ropa.

—Lo sé, yo también pensé que lo haría, pero creo que le molestó algo que dije— suspiró reflexionando lo de aquella vez.

—Dios, los hombres somos extraños cuando queremos serlo— siguió en su labor prestando nula atención a los deseos de su compañera.

La de ojos oscuros pensaba que había hecho algo más, y si así era al fin se libraría de Sanzu. Pero algo se sentía similar al rechazo.

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Salió temprano por la mala racha de las bailarinas, en realidad era debido a la constante presencia de Sanzu que la mayoría de hombre evitaran visitar el lugar, pues era bien sabido que el número dos de Boten no actuaba conforme a la lógica.

Arrastró los pies por las tristes calles notando que en realidad si era más trágica sin esa chispa de diversión que le agregaba Sanzu, porque últimamente sonreía más -también sufría ansiedad producto del miedo-. Llegó a casa casi al amanecer y se tumbó en el suelo sin ganas de levantarse.

Ese siempre fue su problema, se enamoraba rápido y pagaba un alto precio hasta el punto de abandonar su autonomía como persona. Era dependiente.

Pero eso no le pasaría de nuevo, y menos con un loco, así que -aún en el piso- buscó su celular y envió un mensaje “Siento que no debimos salir, fue un lindo detalle pero prefiero tu presencia solo en el bar”. El mismo número llamó unas doce veces en respuesta.

No le daría nada, ni la oportunidad de quitarle algo.

Lo apagó y miró el techo con una única emoción, la melancolía. Su mente divagaba en las probabilidades de tener una relación con alguien decente, y lamentablemente el resultado era cero.

Al día siguiente volvió al trabajo con la novedad de que Sanzu estaba detrás de la barra. Sonrió cuando la observó atravesar la entrada—. Que mala cara, de mal cogida.

—Señor, ese es mi trabajo…

—Es mi negocio, y yo decido quien trabaja para mí— recargó su codo en la barra, y posó la barbilla en la palma de su mano—. ¿Eres inteligente?.

—Disculpe— el compañero de la joven la trataba de ayudar—. Debería hablar con Lee sobre esto…

—Cierra la boca, no eres la mitad de hermoso que ella— ni se molestó en mirarlo—. Quiero hablar contigo en privado. ¡Todos vayanse a la mierda!.

Akiko no podía sentir más vergüenza, ciertamente descubrió que le gustaba verlo, pero debía dejar algún límite—. Creo que es mejor ir a fuera.

—¿Quieres salir por aire fresco?— asintió dejándola ir al frente de él, disfrutando la belleza de su cuello, y deseando apretar esa zona hasta dejarla morada. La muchacha se dirigió al callejón donde hablaron por primera vez.

—No sé cuál sea tu juego, pero no quiero terminar metida en eso— dijo con firmeza.

—No tiene sentido que trabajes aquí si no planeas hablarme— era un hijo de puta, y lo sabía perfectamente—. ¿Por qué no te gusto?.

—No es eso, solo que si te soy sincera eres demasiado volátil. Amenazas a mis compañeros y lo haces solo para molestar porque en realidad no te intereso…

—¿Fue por qué no lo hicimos?— trataba de ser amable -a su modo- para ganarse un poco más de su confianza—. De haber sabido que querías tener sexo pude tomarte frente a tu casa, o en un hotel costoso, lo que pidieras te lo daría.

—¿Solo quieres eso?— ella solo quería eso, pero preguntó para no dejar cabos sueltos.

—¿Cuánto puedes darme? ¿Qué quieres que te de?— se acercó peligrosamente a la mujer—. Quiero besarte, tocar tu cabello…quiero cada cosa que puedas darme, porque lo necesito.

Akiko cerró los ojos dejándose llevar por sus palabras. Dulces susurros que pocas veces recibió porque salía con idiotas. Asintió nerviosamente apretando los puños.

—Eres tan brillante— susurró sobre sus labios antes de devorarlos porque era verdad que la necesitaba. Pasó la mañana recordando la textura de su lengua.

La joven apretó sus brazos sosteniendose, pues sentía que sus piernas fallaban. El más alto aprovechó para meter una de sus manos bajo su blusa tocando su espalda baja.

El de ojos turquesos se separó apenas queriendo sacar su lengua de la cavidad bucal contraria. Era una obsesión enfermiza la que tenía por la menor, la encontraba sumamente emocionante, no particularmente especial, pero eso la hacía destacable.

—No intenté nada más que besarnos porque pensé que querías ir despacio— susurró nuevamente—. No estoy acostumbrado a rogar, así que no lo haré.

—Es que ni siquiera sé…— el tacto del más alto la volvió gelatina—. Mierda.

La azabache no lo entendía en lo más mínimo, algunos días era grosero, otros más amable y ahora un maldito caballero.

—Podemos tener más citas, algo casual como hasta ahora, ¿Qué dices?.

—Podemos tener más citas, algo casual como hasta ahora, ¿Qué dices?

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Notas de la autora:

Me la impresión de que Sanzu fácilmente podría manipular a las mujeres cambiando su actitud.

Perdonen las faltas de ortografía, lo voy a corregir después.

Dealer [Sanzu x Oc]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora