Soy más mortal que mi cuerpo
——Vladimir Holan
Mama ya había hecho todas sus llamadas ya afortunadamente se había negado a las visitas, lo cual le agradecí. Me informo que mi tía Simona se había estado quedando con ella en casa desde que yo había desaparecido. Percibí que quería contarme, o contarle a alguien, lo mucho que había sufrido y las cosas que había pensado. Estaba forzándose a callar. Observe mis rodillas desnudas: no tenían ningún rasguño. Lo mismo mis codos, la mordida del tobillo se había desvanecido. Parecía que nunca había estado lastimada. Solo tenía la piel enrojecida en todos los lugares donde me había dado el sol. El corte de pelo había quedado fatal y mama ya había tomado en cuenta una visita a la peluquería como parte de la agenda del día siguiente. Mi asistencia al colegio estaba descartada por el momento.
No había llamado a Abel. Mama lo sugirió y yo dije que prefería llamarlo al día siguiente, cuando estuviera más calmada, pues Abel vendría de inmediato si lo llamaba y no quería ver a nadie. La verdad es que tenía miedo de verlo, o sabía por qué. Solo recordar su cara me paralizaba por completo, y aunque quería abrazarlo y tranquilizarlo más que nada en la vida, no me atreví.
Al llegar a casa, mama me arropo en la cama como cuando era niña. Ofreció cocinar algo, pero yo no tenía hambre. Ella y Simona se sentaron en la orilla de la cama, esperando que yo hablara. Era lo normal después de tanto tiempo y angustia, pero no sabía cómo narrar lo que si recordaba sin espantarlas más. Se abrazaron y mama empezó a llorar de nuevo. Se tendió a mi lado y le acaricie el pelo. Observe mis dedos, más delgados que de costumbre, y las uñas que habían crecido mucho en las últimas semanas, y se habían quebrado, Mama se limpió las lágrimas e hizo un gesto que interprete como ''no necesitas esto después de lo que pasaste''.
--bueno, además del peso no te ves tan mal—dijo, queriendo sonar ligera. Pero al instante estallo en llanto de nuevo, desesperada por no saber que le había pasado a su hijita.
--Me siento bien, estoy feliz de estar aquí—dije y pensé en limarme las uñas antes de lastimar a alguien.
--Estas pálida, puedo ver tus venas---dijo en un tono triste. Supe que no iban a irse y me sentí incomoda por no tener una explicación, ni para ellas ni para mí misma. Entonces fingí un bostezo y entrecerré los ojos. Mi tía comprendió de inmediato.
--Estas agotada, después de los días que ha pasado... Dejemos que duerma y mañana nos contara todo. Ven, vámonos---.Se puso de pie, pero mama se quedó a mi lado en la cama.
--Si quieres, claro, mi vida---. Se metió bajo las cobijas y me abrazo. Yo no tenía sueño y más bien quería pensar, pero comprendía que quisiera quedarse y asegurarse durante la noche de que yo estaba ahí en realidad, que no era un sueño. Simona se fue y cerró la puerta.
Nunca pude conciliar el sueño, y mama se estremecía a cada rato, seguro tenia pesadillas relacionadas conmigo. Entonces la tocaba y la despertaba suavemente, le decía que ahí estaba, que todo estaba bien. Su piel estaba demasiado caliente y le quite las cobijas de encima, pero empezó a temblar de frio. Volví a cubrirla. No podía salir del cuarto, por si me buscaba, pero tampoco podía seguir acostada. Me senté en la silla el escritorio y observe en la penumbra los marcos de fotos que tenía ahí, todas de Abel y yo. No se distinguen muy bien, pero las conocía a detalle, hasta sabía en qué orden estaban. ¿Por qué no había querido llamarlo? Una frase me rodeaba la cabeza: ''Tengo tantas ganas de verlo, que da miedo''. No tenía mucho sentido, pero tampoco cambia duda de que lo amaba, que lo había extrañado, que quería protegerlo de verme así. ¿Así como? Volví a sentir mis codos lisos y extrañamente suaves. Mama tenía razón, fuera de la delgadez extrema y el mal corte de pelo, no me veía tan diferente.
Estaba amaneciendo cuando decidí volver a la cama. Cerré los ojos, pero había demasiadas preguntas en mi cabeza como para dormir. Mama despertó a las siete, sobresaltada. Vio que estaba ahí y me abrazo eufóricamente. Estaba tan feliz que quizá olvidara preguntar qué había pasado. Me pidió que la acompañara mientras se bañaba. Le pregunte qué fue lo último que supo de mí y el agua que caía lleno el silencio. Después dijo con voz muy seria que Abel había venido por mi como cualquier sábado. Que cuando dieron las tres de la mañana y yo no había llegado, ella comenzó a preocuparse. Me llamo veinte veces, telefoneo a la mama de Abel: él había llegado a su casa a las dos y estaba dormido.
--Le exigí a su mama que lo deportará, quería saber dónde te había dejado. Dijo que se habían peleado y que te habías ido del bar con un tipo. Hable a los hospitales, a la policía, seguí intentando con tu celular, nada. Abel llamo después de un rato... tenías que haberlo odio, estaba como loco. Había regresado al antro a buscarte, a preguntar por ti, Nadie sabía nada. ¿Con quién te fuiste? ¿Qué te hizo? Te juro que no voy a enojarme, necesito saber si te hicieron algo... ¿Qué paso?
No pude contestar. Tenía un horrible dolor de cabeza y algunas imágenes aparecían en mi mente por segundos, nunca el tiempo suficiente para comprenderlas. Ese bar. Abel y yo gritándonos. Alguien dándome una hoja doblada en cuatro. Yo metiendo la hoja a mi bolsa. Una pluma fuente y una mano tomándola, una mano hermosa, pálida, de dedos blancos. Después, nada. Cuando abrí los ojos vi a mama me miraba espantada, envuelta en una toalla.
--¿Estás bien? ¿Qué pasa? Estas pálida---pregunto asustada.
--Me duele la cabeza... Mama, no recuerdo nada de esa noche. No puedo decirte que paso. Solo sé que no estoy lastimada, me siento bien.
--De todas formas te tiene que ver el doctor y no quiero que discutas. ¿Qué paso? ¿Por qué no regresaste con Abel? ¿Con quién te fuiste?
--Nos peleamos... creo que nos peleamos. No sé nada más---. Entendió la última frase, en la que le estaba pidiendo que dejara de preguntar. Para mí era mucho más frustrante de lo que se imagina.
................................................................................................................................................................
¡Tratare de actualizar lo mas rapido que pueda!.❣
ESTÁS LEYENDO
ɠơɬɧıƈ ɖơƖƖ - [¿Reanudada?.]
AcakA sus 17 años, maya es una chica más o menos normal: su vida se revuelve entre las ideas de su mama, los besos y pleitos con Abel, las tocadas de rock, las amigas, la escuela, las interminables tareas. Hasta que un día, despierta en un callejón, sol...