❝Taehyung nunca se imaginó que aquel hombre que prometió amarlo hasta la muerte, fuese alguien que incluso hiciera que él llegara a desearla.❞
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El 29 de marzo del 2021, a las 6 de la mañana, el lago Juidud se convirtió en testigo mudo de la tragedia. El cuerpo destrozado de Kim Taehyung reposaba en sus aguas, su cráneo marcado por una herida profunda que había sellado su destino. La sospecha inicial de suicidio se desmoronó ante las marcas en sus muñecas, revelando un sombrío secreto: fue un homicidio.
Muerto.
La noticia golpeó como una ola a sus allegados. Park Jimin, su amigo cercano, identificó el cuerpo entre lágrimas desgarradoras que resonaron en el silencio de la mañana. Cada oficial y forense compartió en silencio el dolor palpable de aquellos que enfrentaban la pérdida de una vida joven y prometedora.
Silencio.
Desaparición.
Sospecha.
Jeon Jungkook.
Las acusaciones llovieron sobre él: abuso físico y psicológico, amenazas de muerte, y el terrible secuestro. Durante dos días, Jeon se escondió, solo para ser encontrado en un burdel olvidado, sin resistencia al arresto que lo llevó directo a la cárcel.
Condenado a 34 años tras las rejas, sin indulgencia.
Jeon Jungkook, ahora en el mismo sufrimiento que infligió.
El universo tiene sus formas de equilibrar las cuentas. La venganza y el karma acechaban, preparándose para desencadenar su justicia divina sobre él. Porque tarde o temprano, el castigo que merecía alcanzaría a Jeon Jungkook, una sentencia más allá de la humana comprensión.
El ciclo de la tragedia cerraba su círculo, guiado por una poesía oscura de justicia implacable.
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