Capitulo 3

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-¿Lea? ¡LEA!

Mi madre llego corriendo, mientras se limpiaba las manos con una toalla amarilla de la cocina.

-¿Qué paso?

Siento las manos heladas de mamá agarrándome por los hombros. Estoy histérica, ni siquiera puedo hablar. Tiemblo como un perro chihuahua, y no quito la vista de la entrada del baño.

Consigo apuntar hacia el espejo.

-Ahí... Hay algo- digo como un murmuro

Mi madre entra, y comienza a buscar algo inusual, pero no hay nada.

-Lea... si esto es una broma...

-No, ahí en el espejo- le digo.

-Sí, se ha empañado

-No- consigo pararme y entrar- está escrito... mira- pero ya no hay nada.

-Lea... tal vez necesitas dormir- me dice- Deberías cancelar tu cita... yo haré lo mismo

-No, no, tal vez sólo fue mi mente.

-¿Estas segura?

-Sí- no sueno segura.

Mi madre, un poco molesta sale. Tal vez puedo conseguir una excusa, tal vez que por la obra o por alguna película que vi, incluso le puedo echar la culpa a una novela.

Limpio el espejo nuevamente, y cierro la puerta para arreglarme.

Me paso el vestido por la cabeza, vaya, me queda perfecto. Hace que mis pocas curvas resalten y me vea bien. Tal vez deba comprar más vestidos a partir de ya.

Comienzo a pintarme la cara, rímel.... Labial... polvo... rubor. Cuando miro abajo para limpiarme las manos, miro una pequeña pluma de pájaro, que al parecer se atoro detrás del espejo. Lo tomo por el marco y lo levanto, viendo como la pluma cae lentamente y termina en el suelo. Me agacho para recogerla y sé que por la ventana una mugre pájaro debió haber entrado y no me di cuenta. Si esta pluma esta atorada, entonces choco contra el espejo empañado y sin querer garabateo el nombre.

Claro, todo tiene sentido... o al menos intento de creer que es así.

Salgo y me pongo unas zapatillas plateadas de tacón bajo. Dejo la pluma sobre la mesa y me dirijo hacia la cocina por un vaso para lavarme los dientes.

-Un pájaro ha entrado al baño- le digo a mi madre con el cepillo en la boca- he encontrado esa pluma entre el espejo y la pared- señalo la mesa.

-Lea, es un pedazo de papel usado y viejo.

Volteo, y tiene razón. Es un papel doblado, viejo y usado.

-No me hagas tener que llevarte a un psicólogo- me dice y se va.

Dejo el cepillo sobre el lavabo, y me acerco al papel y si, tiene razón, es un papel viejo. Pero eso no me detendrá.

-¡Ya me voy, estaré a tiempo!- le grito y me voy.

Me pongo en camino hacia la casa de Andrew, que por cierto, creo que mi atuendo fue toda una total mala elección, ¡No había notado el viento helado que corría!, y los tacones se me atoraban en las grietas y se me mojaban con los charcos. Genial, tanto que me gustaban.

En cuestión de minutos ya estoy en su casa. No he sudado, de milagro, me acerco y toco. Y toco. Y vuelvo a tocar, y nadie sale.

Estoy derrotada, ¿Cómo es que un chico te da un plantón y sobre todo si es en su casa? Estoy a punto de pararme en medio de la calle y gritar "¡SOY UNA FRACASADA, EL CHICO QUE ME GUSTA ME HA DEJADO PLANTADA EN SU PROPIA CASA!

Cuarto intento, y nadie abre. Me detengo a observar su casa, el color amarillo pastel le queda muy bien, ya que la puerta parece ser de madera blanca. Solo hay una ventana a un lado, del mismo color. Camino y trato de observar y no veo ni una luz encendida.

Pero de repente, que se prende un foco y veo su cabello caminando. Me apresuro, rápidamente a la puerta, como si hubiera llegado.

-Hola- Dice él. No respondo, no sé qué hacer. Esta él, de frente, sin camisa, con un abdomen marcado que..., trae un pantalón negro puesto, y su cabello mojado, que con una mano se lo seca con una toalla.- ¿Lea?

-¡Hola!- digo, cayendo en cuenta.

-Pasa, solo me pongo una camisa y salgo, siéntate en el sofá si gustas- cuando estoy adentro, el me muestra la sala. Es una casa un poco pequeña pero es muy acogedora. Elijo sentarme en un sofá de color rojo sangre, que es muy cómodo en realidad.- Ahorita regreso

Cuando se ha dado la media vuelta, miro como sobresale una letra cursiva en su espalda, en la parte baja de la cadera que al parecer dice "Stay".

Me vibra el celular.

"¿No están solos en casa, verdad?" Dice mamá.

"Claro que no" Miento con delicadeza

Y no responde, es extraño. Pasan 6 minutos cuando vuelve a vibrar.

"Vestido rojo, ¿perlas o rubíes?"

"Perlas", estoy segura de que se pondrá las zapatillas que le regale hace como unos dos años, que son de color blanco, y quedan muy bien con las perlas.

"¿Me regalas de tu perfume?"

"Claro"

El teléfono vuelve a vibrar, pero es un número desconocido... fuera de área, ni si quiera aparece el número del cual se mandó.

"¿Me extrañas?"

Siento un escalofrío recorrer por todo el cuerpo.

"¿Quién eres?"

Y ya no vuelve a vibrar.

-Hola- dice Andrew sonriendo, se ha puesto una camisa de manga corta de color verde oscuro, sin embargo, creo que se nota mi cara de susto, porque pregunta- ¿Está todo bien?

-Si... no- le digo, y parece interesarse en lo que estoy diciendo- Me ha llegado este mensaje... - se lo enseño

-"LEA, NO TIENES TU PERFUME EN LA REPISA"- dice en voz ala tratando de parecer asustado y escandaloso- ¿Te preocupa no hallarlo?"

¿Qué? Pienso para mis adentros, "¿qué demonios?", le quito el celular y en realidad, el mensaje dice eso. No hay números extraños, números desconocidos.

-Sí, que tonta- le digo con una sonrisa

-No importa- me responde

-¿Te puedo hacer una pregunta?

-Claro

-¿Qué significa tu tatuaje?

-¿Stay?- dice- Es como un recordatorio... me lo hice antes de llegar aquí. Siempre es bueno recordar de dónde vienes, y a dónde vas- yo no estoy cómoda...

-¿sabes qué?- le digo- creo que tendré que regresar ya... digo, al parecer mi mama está desesperada. Quizá la próxima vez vayamos a tomar un café ¿te parece?

-Mmm... está bien- dice- te acompaño a tu casa

Entonces caminamos, a unos cm de distancia cada uno.

Vamos pasando por la avenida, y voy viendo los autos, que en realidad, son muy escasos. Veo el teatro... espeluznante. ¿Qué habrán pensado cuando lo estaban diseñando?

Y por tanto ir distraída, me resbalo y caigo, mis manos tocan el frio pavimento de la calle lleno de lodo. Pero cuando levanto la vista, algo cambia.

Veo todo borroso, y de colores cafés... hasta que se aclara un poco y veo a una joven que viene corriendo, en un largo vestido verde y se tropieza, justo del otro lado de la calle. Veo como toma un frasco que se le ha caído. Otro joven aparece y se la lleva, pero cuando ella levanta la cara, veo, a través de sus rizos caídos, que soy yo.

AmnesiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora