Capítulo 3 «Un accidente millonario»

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Anne aspiró el aire con fuerza antes de dirigirse al hombre que le llamaba sin ni siquiera mirarle. Mientras caminaba hacia él, su corazón empezó a palpitar locamente, «como si se dirigiera a su propia muerte», pensó irónicamente.

Trató de calmar su agitación, luego sonrió amablemente antes de hablarle a sus clientes recién llegados.

—Buenas tardes.

—Buenas tardes —dijo el hombre con una voz tremendamente sensual que le dio escalofríos.

—Aquí tienen el menú, hoy tenemos el especial de la casa con un descuento del 5% —Marcus levantó la cabeza para mirarle, «¿por qué la mujer le estaba ofreciendo el producto con descuento?», «¿acaso no se daba cuenta de que era un hombre millonario?»

—Quiero un café expreso sin azúcar —dijo él tratando de no reírse.

—¿Y usted? —le preguntó Anne a Frank.

—¿Yo? —respondió muy sorprendido, él ni siquiera se había sentado.

—Puedes tomar algo si quieres —espetó su jefe.

—Ah, le agradezco la consideración, señor, pero no quiero nada, muchas gracias.

—De acuerdo —dijo ella y fue caminando hacia el mostrador.

—Siéntate al menos —le indicó Marcus.

—Está bien.

—¿Crees que la muchacha sabe que no necesito el descuento?

—Ja, ja, ja, no creo que se haya fijado en su traje italiano, señor.

—¿Qué quieres decir?

—Nada, nada.

—¿Cuánto tiempo tenemos?

—Como 30 minutos.

—No llegaremos a tiempo si no se da prisa.

—Seguro volverá en breve, solo ha pedido un café muy simple.

Anne estaba muy molesta con los repartidores, no pudieron elegir un peor momento para llegar, justo ahora que tenía clientes que atender. Su jefe aún no había vuelto del banco, y la recepción de los suministros la estaba retrasando para elaborar el café que le habían pedido, necesitaba darse prisa.

—Ya no puedo esperar más —espetó un muy fastidiado Marcus.

—Ahí viene señor.

—¡Vaya!, ya era hora.

—Disculpen el retraso, tuve un inconveniente.

—Hemos estado esperando por media hora —le respondió malhumorado Marcus.

—Lo siento señor... —ella intentó disculparse, pero fue interrumpida.

—Señorita, ¿sabe cuánto cuesta cada minuto de mi tiempo?

—Mis disculpas, tuve que recibir los suministros de la tienda.

—¿Siempre ignora a sus clientes para ocuparse de otras cosas?

—No lo estaba ignorando, señor.

—Desde su punto de vista tal vez no, pero desde mi punto de vista sí lo hizo.

—Creo que está exagerando, señor —espetó ella intentando bajar la tasa en la mesa, pero Marcus indignado por su respuesta, se levantó y golpeó sin querer el brazo de Anne, haciendo que el café se derramara por su traje carísimo.

—¡Qué mierda! —espetó Marcus, ella se tapó la boca por la sorpresa, fue un accidente desastroso, el hombre estaba manchado de café colombiano, «nunca más podrá usar el traje», concluyó Anne desesperada.

—Lo siento mucho, señor —ella intentó limpiarlo pasando ambas manos por su tórax, Marcus saltó para atrás como si lo hubiera quemado.

—¡Suélteme!, ya ha hecho demasiado.

—Lo siento, señor —volvió a disculparse.

—¿Qué sucede aquí? —espetó llegando el señor Pitt, cuando vio a Marcus, cambió de expresión— señor, qué placer tenerlo aquí, Anne, ¿qué sucede?

—Su empleada acaba de tirarme el café encima.

—¿Qué?. ¿Qué hiciste Anne?

—Yo... fue un accidente —intentó excusarse.

—Lo siento, señor, mi empleada...

—Es una inepta, hizo que esperara media hora por un simple café expreso y luego se molesta y me lo tira encima.

—Mil disculpas, señor, me encargaré de que nunca vuelva a suceder algo semejante.

—Vámonos Frank, ya estoy muy atrasado.

—Por supuesto señor.

Cuando el señor Castle salió, el jefe de Anne la miró muy molesto por lo que acababa de pasar.

—¿Tienes una remota idea de a quién acabas de ofender?

—No, señor, escuche por favor yo...

—No quiero disculpas, no es la primera vez que causas problemas en la tienda.

—Pero señor...

—Lo siento Anne, pero tendré que despedirla.

Su día terminó peor de lo que había pensado, un simple error y estaba desempleada, «al menos esta vez podría pagar el alquiler y el préstamo a tiempo», pensó, intentando ver el lado positivo de la situación, pues su jefe le pagó la liquidación de 2 años de trabajo.

No le sobraría mucho, pero al menos tendría lo suficiente para sobrevivir otro mes, necesitaba conseguir un nuevo trabajo urgentemente, mañana empezaría a buscar otro empleo en los periódicos, concluyó tristemente de camino a casa.

Marcus consiguió llegar, pero muy tarde. Tuvo que ir a casa para cambiarse antes de dirigirse a su reunión, se retrasó exactamente 45 minutos y eso le costó el futuro de su empresa, cuando llegó a la reunión, su cita ya se había ido muy molesto.

—¿Qué hará ahora?, señor.

—No lo sé, que se haya retirado solo puede significar dos cosas.

—¿Qué cosas, señor?

—Uno, se arrepintieron de la venta, dos, creyeron que me estaba burlando de ellos.

—Ninguna de esas opciones suena muy alentador, señor.

—Admito que he perdido... por ahora, pero ya veré como recuperar este trato.

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