CAPÍTULO 13

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PASADO

— ¡¿Lo ves?! ¡Te dije que no estaría lejos! —le gritó Arissa, correteando por delante de Willem, dando giros sobre sí misma, divertida, moviéndose como si la música resonara solo en su cabeza. Willem se mantuvo unos pasos por detrás, con la cabeza inclinada, y una sonrisa tonta por solo estar viéndola. Atribuyó todo eso al alcohol, al igual que la sensación en la boca que le exigía seguir consumiendo, ya que un hambre atroz lo atenazaba. No recordaba desde la última vez que se había emborrachado que siempre que bebía, un rato después, comenzaba a tener hambre. El helado que se le antojó a Ari no había sido suficiente.

Willem rio al ver que Ari intentaba abrir la puerta sin éxito al no tener la llave, pero aún así no pareció darse por vencida, con los labios fruncidos, el pelo ligeramente revuelto, y el bléiser colocado con las costuras hacia afuera. Willem pensó que era una imagen que no le gustaría olvidarse, podía parecer desaliñada y poco femenina, pero a él le pareció, otra vez, que era de las mujeres más hermosas que había visto. Willem se apoyó contra la puerta del auto, a su lado, inclinando la cabeza para poder verla con más atención, notando que sus mejillas estaban un poco enrojecidas. Willem estiró la mano y le tocó la mejilla con un dedo. Ari lo miró con curiosidad, dejó de pelear con la puerta del auto, y estiró la mano, para tocar la mejilla de él de la misma manera que él lo hizo.

—No creo que pueda manejar así —comentó Willem. Sí, estaba un poco borracho, pero era consciente del peligro que había en que intentara manejar en ese estado, y no solo para él, Ari estaba con él—. Esperemos un rato, total no anda nadie por este barrio —señaló a su alrededor. Cuando llegaron no habían encontrado lugar para estacionar cerca del bar, asique tuvieron que dejar el vehículo un poco más lejos.

—Te diría que sí, pero perdí las llaves —Ari se volvió a mirar el auto, con las manos en las caderas, pensativa. Willem por un instante pensó en donde ella podría haberlas dejado, pero entonces recordó, llevó la mano al bolsillo del pantalón, y las sacó. Las hizo sonar en el aire para llamar la atención de ella, quien comenzó a dar saltitos en el lugar, lo cual provocó que su falda se levantara un poco, y Willem tuvo que mirar hacia otro lado para no sentir la descarga hormonal que provocaría en él.

Willem abrió el auto, y fue gratificante la sensación de calidez que había dentro en contraste con el exterior. Se sentó en el asiento de atrás para poder tirar la cabeza hacia atrás con más comodidad. Ari subió delante, y se giró para verlo confundida, notando que él no se sentaría junto a ella. En parte, Willem lo hizo apropósito, tenerla cerca era... una tentación, y luego después de haberla besado, de haber probado sus labios, y la manera en que su boca se adaptó a la suya para corresponderle con la misma urgencia.

—¿Qué haces atrás? —Willem mantenía los ojos cerrados, recostado en el asiento, y no los abrió ni cuando ella le habló. Tampoco se detuvo a pensar en la respuesta que le daría.

—Me alejo un poco para que me ayude a contenerme, porque quiero volver a besarte —respondió, y sintió la garganta seca en el momento en que las palabras salieron de su boca. No se atrevió a volver a abrir los ojos para verla, para verla a los ojos. Apretó los labios, y tragó al percatarse del silencio que se generó dentro del auto. Hasta que sintió el ruido de que ella se estaba moviendo. Le costó no querer abrir los ojos para verla, pero enseguida dio un respingo al sentirla cerca de él, y luego sobre él, sentándose en su regazo, con una rodilla a cada lado de él, a horcajadas. Willem la sintió contra él, muy cerca, y cuando las manos de ella se deslizaron desde su cuello hasta sus mejillas, no resistió, y los abrió. Enseguida se encontró con ese par de ojos celestes que tanto le gustaban, oscurecidos por el deseo, detrás de una leve cortina de pelo negro de algún mechón que se le había desacomodado. Willem estiró la mano y se lo acomodó, y se encontró con la cara de Ari frente a él, y la pudo ver de cerca. Quiso que ella entreabriera los labios, quería hacer que ella disfrutara, y ser él el causante de su placer.

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