CAPÍTULO 5

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                                                                                       PASADO

Willem caminó impulsado por la risa de Arissa. La había tomado de la mano después de un rato de estar sentados en el banco de la plaza charlando y riendo. Ella había hecho un comentario de que las palabras solían hacerla volar, y él no se lo pensó dos veces. La idea llegó a su cabeza, y si hablaba, o le preguntaba, de seguro lo arruinaría, como normalmente él solía hacer en cada aspecto de su vida. Apretó la mano de Arissa entre la suya, y sonrió por el simple hecho de que sus manos estaban entrelazadas... las conexiones bonitas no se buscan, solo surgen. Y eso sintió en el momento en que la angustia llegó a él, no para hacerlo llorar, pero sí para que su sonrisa desapareciera, y su semblante cambiara. Ella solo lo hizo reír, y Willem volvió a cambiar, como si tuviera un interruptor, y Arissa lo hubiera encendido en cuanto saltó hubo un cortocircuito que lo dejó en la oscuridad. Sí, su familia era complicada, y era algo en lo que no le gustaba caer en la cuenta, pero ahí, con Arissa, sintió que quizás no era tan malo. Que nada era tan malo como parecía, siempre había un lado positivo, algo bueno, ver el vaso medio lleno.

— ¿Me vas a secuestrar? —le preguntó Arissa, en un tono de diversión a medida que se acercaban al auto de Willem. Él entonces se detuvo, y se giró para verla, haciéndola frenar a ella también. Soltó su mano, pero ella no lo hizo. Por un momento temió que ella no quisiera ir con él, a fin de cuentas, apenas se estaban conociendo, lo entendería. Sintió ansiedad de que le dijera que no, que todo lo bien que estaba yendo la cosa entre ambos fuera cosa suya solamente. Inseguridad, miedo.

—Pensé en darte una sorpresa, pero si no tenés ganas, o no querés, lo entiendo, en definitiva, nos acabamos de conocer... —intentó alegar, levantando un hombro, Arissa continuó sosteniendo su mano con un poco más de firmeza que antes.

— ¿Y qué es lo que tenías en mente? —inquirió ella, sin negarse, aceptando lo que él quisiera sin protestar, en otras palabras, confiando, y Willem no pudo evitar sonreír ante el plan que se le había ocurrido tan de repente, y algo que no era habitual en él, tener ideas relacionadas a la diversión.

—Una forma de volar —solo tomó un segundo que Arissa escuchara sus palabras, llegaran a su cabecita, y fue ella quien tiró de su mano hasta llegar al auto por delante de Willem.

—¿Qué esperas? ¡Hay que ir ya mismo! —exclamó con una sonrisa radiante. Soltó la mano de Willem para agarrar la manija del auto e intentar abrirlo sin éxito, como si eso hiciera que se abriera más rápido. Willem sonrió, se sacó la llave del bolsillo, y con un botón la alarma se desactivó. Arissa dio un grito y un salto de emoción antes de correr y rodear el auto para subirse en el asiento del acompañante. Fue tan rápida, que una vez que estuvo dentro, se estiró contra el volante y comenzó a tocarle bocina—. ¡Vamos, hay que volar!

Willem dudó que Arissa tuviera veinte años, como le dijo en un momento, porque tuvo la sensación de estar manejando junto a una niña ansiosa por llegar a una juguetería en la que podría elegirse una muñeca. Arissa había encendido la radio por su cuenta, y bailaba en el asiento, cantando en voz alta, sin ningún pudor. Lo que no podía negar Willem, era que parecía una mujer feliz, no porque no tuviera problemas, pero su manera de expresarse, de disfrutar cada mínimo detalle le hacía dar esa impresión. Más de una vez se inclinó contra la ventanilla creyendo que ya habían llegado, y una decena de veces también le preguntó si ya habían llegado. En un momento se quedó callada, y cuando Willem la vio, ella estaba sacando algo de su mochila. Un cable, conectó su teléfono al auto, y empezó a toquetear la pantalla.

What if we rewrite the stars?... Say you were made to be mine... —cantó en voz baja, mientras se inclinó hacia adelante y tocar también algún botón. Willem contuvo una sonrisa al verla tan concentrada. Unos segundos después, la canción que había tocado para ellos aquel artista callejero comenzó a sonar en los parlantes del auto de Willem. La canción, y la voz de Arissa que se elevaba cada vez más, y no siempre le pegaba las notas, pero eso no la detuvo. Willem la miraba de soslayo a cada rato, con una sonrisa, y rio al ver que ella se acercó a los labios la mano hecha un puño, fingiendo que era un micrófono. Willem se sorprendió al ver su puño delante de su cara. Levantó las cejas, y la miró. Ella estaba inclinada, con una rodilla sobre el asiento, y con la mirada parecía incitarlo a que también se sumara al concierto. Willem, tan aburrido, como decía Violeta que era, por lo general no lo hubiera hecho. Pero en ese momento, apretó los labios para contener una sonrisa, y le hizo caso a ella, a la música, a la canción, y comenzó a cantar, aunque no se sabía la letra, y acababa diciendo cualquier cosa. Arissa exclamó algo, eufórica, y dio un salto en el asiento. Willem rio, y ambos continuaron aquel concierto improvisado en lo que llegaban a destino.

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