CAPÍTULO 2

40 16 2
                                    

                                                                                       PRESENTE

—No, no y no. Me niego a escuchar más detalles asquerosos sobre tus encuentros amorosos con la jefa —masculló Arissa, tapándose los oídos con las manos mientras que el ascensor continuaba subiendo con un susurro agradable y una tenue melodía acústica. Trevor le dio un codazo, fingiendo estar ofendido.

— ¡Shhh! —los ojos azules de Trevor parecieron desorbitarse con pánico—. Solamente te falta usar un megáfono. ¿Te lo traigo?

—No pasa nada, Trev. Todos parecen estar concentrados en otra cosa. Hacía un buen tiempo que no había tanto alboroto —Arissa se encogió de hombros, apoyándose contra el espejo de la pared del fondo en el que ambos estaban, y pasando la mano por el sweater que llevaba puesto, corroborando que nada se haya enganchado, no podría tolerar un tercer sweater deshilachado por habérselo enganchado con algo y no darse cuenta.

—No puedo creer en la nube que vivís —Trev se cruzó de brazos, luego de pasarse la mano por el pelo. Su tono de piel contrastó con el rubio de su pelo—. Hace días que lo único que se habla en la empresa es de la llegada del hijo del dueño de la editorial. Los rumores dicen que pronto el viejo se va a retirar, y quedará su hijo a cargo. Si bien hay muchas sedes a lo largo del mundo, la de acá es la más importante, con la que se inició y llegó a la cima. No puedo creer que no lo sepas, tenés la oficina principal frente de tu escritorio...

—Qué interesante —murmuró Ari, mirando hacia el techo, también espejado, sin darle importancia a todo lo que su amigo decía. Ya estaba aburrida de que el ascensor se detuviera en cada piso, y todavía les faltaba un trecho para llegar al piso quince, en el que la pareja de amigos trabajaba—. A nosotros no nos va a modificar en nada. Solo tenemos que seguir trabajando, como siempre. Bueno, eso yo ya lo hago sin distracciones, no como alguien que conozco —Arissa se aclaró la garganta y miró acusadoramente a su amigo.

—Tenemos que caerle bien, no vaya a ser cosa que se le dé por despedir gente a diestra y siniestra. Al menos vos tenés doble trabajo, no presumas —Ari detectó una ligera carga de celos en el tono de voz que utilizó, y le dedicó una mirada de reproche, entrecerrando los ojos sutilmente.

—Al menos no me acuesto con la jefa, lo cual da muchas más posibilidades de que exista un despido. Pensalo así, si algún día se aburre, o se pone en modo tóxica, no le cuesta nada echarte de una patada a la calle —Arissa suspiró, no era la primera vez que esas palabras salían de su boca. También sabía que, a veces las palabras se atravesaban antes de que las pensara, y no era algo que le gustaba de sí misma.

—Eso no me hace sentir mejor... —masculló Trev, dejando caer los hombros, con el ceño fruncido, y su mirada pareció perderse al ser consumida por sus pensamientos. Ari suspiró, pocas veces extrañaba su versión más antigua, esa que vivía de abrazos, cariño, sonrisas y puros pensamientos positivos. Enroscó el brazo con el suyo, en un intento de pasarle algo de ánimo. Le dio un apretón.

—Sabes que yo siempre te voy a apoyar con mi pequeña gran ventaja que tengo en la empresa —le guiñó un ojo, y los músculos de Trev se relajaron un poco—. Pero de verdad intenta dejar de acostarte con quien no debes. No estás enamorado de Judith, no la trates para nada más que no sea lo laboral. A pesar de todo, ella continúa teniendo más poder que yo. Mi situación no te va a salvar siempre...

—Presumida —bromeó él, esquivándole la mirada, con el mentón ligeramente inclinado hacia arriba, dándole dramatismo al asunto. Arissa rodó los ojos, y le dio otro apretón, ésta vez un poco más fuerte, clavándole las uñas por sobre la ropa—. Voy a intentarlo. No lo prometo, es que, ¿vos viste esos pantalones ajustados como le quedan? Se le meten en el culo... y es tan...

Anhelos EscritosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora