PRESENTE
Arissa le dedicó una mueca de dolor a su propio reflejo del espejo, con el ceño fruncido, y más de una queja. Aleska estaba detrás de ella cepillando su pelo, e intentando inventar algún peinado rebuscado, lo cual le fastidiaba bastante a Arissa, quien se arrepintió enseguida de decirle a su hermana que saldría a cenar con nada más y nada menos que Willem, su antiguo amor. Aleska pareció más feliz que ella misma por los saltos de emoción que empezó a dar por todo el departamento.
—Deja la cara de culo para otro día, ahora por favor sonreí un poco, que no vas a ir a un velorio —le reprochó Aleska, desarmando el quinto peinado que le estaba haciendo. Arissa se movió veloz para que su hermana no pudiera volver a agarrarla para peinarla. Le gustaba el pelo más natural, suelto, no con tantas hebillas y rebusques, incluso ya lo tenía algo ondulado de los peinados que su hermana intentó—. ¡Ven acá, Arissa! Tenés un pelo precioso, es un desperdicio que no me dejes hacerte algo.
—Ya me maquillaste —Arissa se señaló la cara con una mano. Su hermana, que con mucho esfuerzo había logrado abrir un salón de belleza luego de trabajar por años en lugares que no eran suyos. Era completo, maquillaje profesional, peluquería, y hasta había logrado contratar a una chica para que hiciera uñas. Arissa fue su primera rata de experimento cuando empezó, y por eso Aleska estaba tan familiarizada con la cara y el pelo de su hermana. También le encantaba continuar con su trabajo aunque fuera lejos de su salón.
La cara de Arissa estaba preciosa, mucho más de lo normal, con todos los detalles que se había ocupado su hermana. Algo de base, muy natural, un delineado negro y por el mismo borde un delineado aún más fino con un brillo platinado, y había iluminado estratégicamente distintas zonas de su cara. Quiso pintarle los labios, pero Arissa se negó a usar algo más que un tono rosa muy claro, solo para darle apenas un tono de color, y no un rojo como su hermana sugirió.
Arissa se sentó en el borde de su cama, suspirando, cuando Aleska abrió de par en par su placar y comenzó a sacar cosas para examinar qué podría hacerle hacer a su hermana. Arissa solo agarró su teléfono y comenzó a enviar stickers divertidos en el grupo de La Banda, su grupo de amigos del secundario que prevaleció a lo largo de los años. Arissa no quería darle importancia a la situación, y quizás por eso intentaba concentrarse en stickers bizarros. Tenía miedo, miedo a los recuerdos, pero muy en el fondo, estaba feliz. Una mezcla impresionante de emociones. Pero ella podía hacerlo, podía con eso, con eso y mucho más. En un arranque de valor, se paró de un salto, y agarró algo de las manos de Aleska. Era un vestido que se ajustaba al escote, y en la cintura se aflojaba dándole una caída con movimiento que le llegaba hasta el muslo, y tenía detalles en varios colores, lilas, celestes, y rosas.
—No —Arissa le apuntó con el dedo a su hermana cuando se dio cuenta de que ella iba a decirle algo—. No me vas a decir que me ponga otra cosa. Ya hiciste más que suficiente, y te lo agradezco. Pero basta, me hartan estas cosas —Aleska bajó la mirada, pensativa. Arissa suspiró—. Bueno, elegí los zapatos —cedió, suspirando, al ver como volvió a entusiasmarse.
— ¡Hola! —se escuchó después de que la puerta de entrada se abrió. Arissa salió descalza a la sala y vio a Aidan entrar, cargando con bolsas. En una sobresalía la punta de un paquete de fideos. Cuando él vio a Arissa, apoyó las bolsas en la mesita ratona. La miró de arriba abajo, con el ceño fruncido—. ¿Te vas?
—Sí... Pero ustedes coman. Asegurate que Aleska coma todo —le dijo Arissa, señalando la bolsa, y bajando un poco la voz. Era algo bastante cotidiano que los hermanos se reunieran para cenar, más que nada, para que Arissa y Aidan se aseguraran de que Aleska no se salteaba la comida, y lo hiciera de la forma más idónea. Ya había tenido muchos problemas alimenticios, más que nada por su autoestima baja y falta de confianza. Era habitual en ella esconderse detrás del maquillaje y la ropa para intentar gustarse a sí misma un poco más.
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Anhelos Escritos
RomanceÉl, su inspiración. Ella, su anhelo. Amor a primera vista. Romance. Pasión. Sentimientos. Hasta que todo se tuerce, destrozandolos a ambos... Cinco años después, la vida vuelve a cruzar sus caminos. La pasión vuelve a encenderse, el amor florece...