CAPÍTULO 21

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PASADO

Arissa miró de reojo a Willem, y él le devolvió la mirada. Ambos rieron en voz baja, al verse con la frente perlada de transpiración, mientras se acomodaban la ropa de forma disimulada. Estaban sentados uno junto al otro en las butacas de un cine, en la última fila, donde eran los únicos, y en el rincón. La película pasó a segundo plano cuando las manos de ambos comenzaron a hurguetear bajo la ropa del otro. Arissa había disfrutado que la mano de Willem se hubiera metido por su pantalón y por su ropa interior, tanto que no le importó no haber visto nada de la película. Cuando se terminó de acomodar, se inclinó hacia un costado, y se apoyó en él, relajada, con una sonrisa en los labios. Sintió que él dejó un beso en su cabeza, y luego en su frente.

El tiempo pasaba, y los momentos que ella pasaba con Willem se volvían cada vez más preciados. Estaba demás decir que eran una gran fuente de inspiración para cuando volvía por fin a lo de su abuela, aunque tanto ella como su hermano ya sabían que Arissa podía no volver por la noche, y que quizás por uno o dos días no la veían. Ella y Willem estaban exprimiendo a más no poder el tiempo que tenían juntos, ya que era limitado. Tal vez por eso se volvía tan preciado. Incluso varias veces, la idea de quedarse ahí cruzó la mente de Arissa, pero nunca dijo nada, pensando en que quizás era algo apresurado, o que tal vez Willem se espantaría, imaginando que ella querría casarse o algo así. En realidad, lo que Arissa quería, era estar con él, seguir compartiendo, porque, a pesar que todo era como una luna de miel, tenían sus encontronazos en los que discutían. El primero fue sobre Charles, cuando él temió decirle sobre él, y a partir de ahí hubo un par. Arissa estaba aliviada que ante cualquier problema, ambos encontraban la solución, juntos, ya sea algo que perturbara a Willem con el trabajo, o las preocupaciones de Arissa por su hermana Aleska, estando tan lejos, y que notaba por su voz cuando no estaba bien. Todo era juntos, tanto lo bueno, como lo malo, y eso le gustó, eso hizo la diferencia de la primera vez que se enamoró, o de las veces que le gustó alguien. Todo era felicidad hasta el primer obstáculo. Willem parecía diferente, se manejaban ambos de manera diferente.

Arissa rodeó el cuello de Willem con los brazos para no caerse, trepada en su espalda, mientras que él pasaba las manos por debajo de sus rodillas. Habían vuelto a aquella plaza que se volvió cotidiano visitar. A Arissa le gustaba ver las estrellas, y más si se trataba de estar en compañía de Willem. Supieron de antemano que esa noche no iban a poder pasarse de manos con los juegos pervertidos, porque había algunas personas merodeando, e incluso un grupo que parecía estar entrenando que iban y venían por todo el lugar.

Arissa se bajó de la espalda de Willem cuando él se detuvo, y se descolgó la mochila en la que tenían algunas latas de cerveza para compartir. Willem se sentó junto a un árbol, con la espalda pegada al tronco, en un punto estratégico para que al levantar la vista, no había ramas que interrumpieran la gran visión de las estrellas que tanto le gustaban. Arissa se sentó delante de él, y Willem abrió las piernas para que ella pudiera acomodarse en medio, y poder abrazarla. Ella sonrió al sentir sus brazos rodeándola, y se acurrucó un poco más. No tenía frío, pero todo era una buena excusa para estar abrazada a él. Willem inclinó la cabeza hacia adelante, y le dejó un beso en la mejilla, uno ruidoso, provocándole la risa.

—Hoy temprano me encontré con papá en la oficina —Arissa no lo veía, a pesar de tener la nuca contra su hombro, pero ella supo que estaba sonriendo por el tono de su voz—. Tal parece que los negocios van bien, más que bien, excelente. Mejor de lo previsto... —Arissa levantó la lata de cerveza.

—Hay que brindar por eso, por supuesto —Willem estiró la mano por el costado y sonó el ruido de las latas golpeándose entre sí con suavidad.

—Si todo va bien, quizás pueda ir a visitarte bastante seguido... Si me aceptas... —Arissa soltó una carcajada, dejó la lata a un costado, y se retorció un poco para quedar de costado, y rodear su pecho con ambos brazos.

—Las veces que quieras —levantó la cabeza y repartió una buena cantidad de besos en toda su cara. Arissa se imaginó recibiéndolo en el aeropuerto, saltando de emoción, y luego saltándole encima a él. Se imaginó que se lo presentaría a La Banda, los planes que podrían hacer todos juntos, que Aleska lo conociera, y conociera su vida allá...

Arissa cerró los ojos y sintió que él dejó una buena cantidad de besos sobre su pelo. Sonrió, acomodando la cabeza contra su cuello, permitiéndole que aferrara su agarre. Solo levantó la cabeza para dejar un beso en el mentón de él, antes de volver a acomodarse. Soltó un suspiro de alivio, de felicidad, de amor, y no se dio cuenta cuando fue que comenzó a quedarse dormida, acunada con el sonido del corazón de Willem y de su respiración. Su cuerpo se relajó, y se permitió dejarse llevar por el sueño. 

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