Capítulo 6. Migajas

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Después de aquella fabulosa noche en que Kanon lo había besado, Rhadamanthys había cambiado totalmente su humor en el GGW, incluso tenía palabras amables para con Pharaoh, que agradecía este cambio. Ahora todos los días el griego iba a entregarles sus bebidas, pero en el vaso del té de cierto inglés siempre ponía mensajes lindos y coquetos.

Es cierto que después de aquel avance, ninguno de los dos estaba seguro de qué hacer y sus bocas no se habían vuelto a tocar, pero poco a poco los gestos afectuosos habían aumentado. Milo observaba complacido a su amigo, quien no podía parar de hablarle de lo increíble que era Cejitas. Ni siquiera cuando el gemelo se había involucrado con Julián lo había visto así de emocionado.

El inglés estaba sumamente interesado en empaparse en todos los aspectos de la vida del gemelo, e incluso había asistido ya al bar para verlo tocar su guitarra. Si bien, el abogado no apreciaba para nada el metal, el hecho de observar al peliazul en el escenario le había parecido hipnótico.

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Aquel sábado el griego recibió la invitación a una fiesta de su amiga Thetis, aunque no estaba seguro de ir porque ella no tenía ningún problema con su ex, Julián, pero a Kanon le apetecía mucho volver a ver a sus antiguos compañeros de trabajo. Originalmente invitó a Milo, pero este ya tenía un compromiso con Camus, así que invitó a Rhadamanthys, esperando no hacerlo sentir incómodo por involucrarlo con tanta gente desconocida. El rubio no se negó, pero le advirtió que tenía una junta importante con clientes del GGW que podría prolongarse un poco.

El gemelo llegó solo a la fiesta, y todo estaba de maravilla: buena música, sus antiguos colegas, el trato afectuoso de su amiga Thetis, excelente comida y bastantes bebidas. Lamentablemente el griego tenía un defecto, y era la razón por la que Milo siempre lo acompañaba a las fiestas: con apenas unos tragos se le subían los efectos del alcohol, y siempre se ponía sumamente caliente con solo un par de cervezas.

Ya estaba comenzando a beber cuando escuchó que abrieron la puerta de la casa de Thetis, cuando se aproximó a verificar si era Cejitas pero tuvo una desazón al ver de frente a Julián, que no pudo evitar el recorrer descaradamente de pies a cabeza al gemelo. -Vaya, Kanon, no pensé que estuvieras tan desesperado por volverme a ver, creí que después de que te bloqueé de todos lados aún te quedaba algo de dignidad- se mofó el recién llegado, entregándole su abrigo a la anfitriona de la fiesta.

El griego intentó simplemente dar la vuelta y dejarlo hablado solo, pero no se lo permitió. -Ah, ya veo, estás bebiendo, lo que significa que ya estás buscando a quién chupársela, ¿verdad, zorrita? No has cambiado nada- nuevamente lo provocó el joven magnate, en ese momento el gemelo extrañó a su amigo Milo, que sabía cómo poner en su lugar a mequetrefes de esa calaña.

-Julián, escucha, no quiero problemas, no te estaba buscando a ti, déjame en paz por favor, estamos en casa de Thetis, ten algo de respeto por ella- puso en claro las cosas el griego, pero el heredero Solo no era alguien que estuviera dispuesto a ceder fácilmente -Ay Kanon, por favor,  te doy diez dólares ahora mismo si eres capaz de chupármela aquí frente a todos, porque seguro que sigues siendo el mismo pobretón de siempre, ¿no es así? Vamos, acepta el trato, sabes que nunca encontrarás algo mejor que yo- el gemelo ya estaba al punto de las lágrimas de rabia, la misma Thetis había tratado de llevarse a Julián, pero este la hizo a un lado -Cariño, déjalo, va a aceptar porque a él le encantan las migajas- siguió haciendo befa.

No supo en qué momento dos manos rodearon su pequeña cintura, causando un sobresalto en el gemelo y el silencio repentino de Julián cuando un par de labios bien conocidos se plantaron sobre los suyos en cuanto quiso voltear a ver quién era. -Perdóname por llegar tan tarde, Kanon. Los clientes extendieron la junta, pero ya llegué. Veo que te estás divirtiendo sin mi, ¿quieres presentarme a tus amigos?- la voz grave y armoniosa de Rhadamanthys le habló cerca del oído, provocándole un estremecimiento. -No en realidad, Rhada. No vale la pena- respondió con una sonrisa apenas a un par de centímetros del inglés. -Entonces, ¿quieres ir a un sitio más privado?- le preguntó con un tono seductor, y esta vez fue el gemelo quien lo besó en los labios -Larguémonos de aquí, cariño- respondió llevándose al rubio tomado de la mano y dejando a Julián parado con su dinero en la mano.

-Te vuelves a acercar a mi Kanon y yo mismo te meto tus diez dólares por el culo- se despidió de forma poco cordial el rubio.

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Esa noche de sábado sería diferente a otras. En el umbral de la habitación del gemelo, él y Wyvern se besaban con frenesí mientras sus manos no paraban de recorrerse mutuamente, y fue el peliazul quien llevó a su acompañante hasta su cama mientras se quitaba la camisa y los pantalones, quedándose únicamente en calzoncillos y camiseta.

-Kanon, aguarda, ¿no está tu hermano en casa? – alejó un poco al griego, que estaba sentado encima de él besándolo -No, se fue a un evento en Londres y regresa el lunes por la noche, así que tenemos la casa para nosotros, Cejitas- respondió para seguir devorando sus labios y bajando poco a poco por su cuello blanco.

-Rhada, quiero chupártela- le avisó sensual antes de deslizarse hasta su entrepierna para después abrir con agilidad los pantalones gris Oxford del abogado y bajar sus bóxers, dejando salir aquella soberbia erección. El griego miró con una sonrisita lasciva al rubio mientras acercaba sus labios a aquella punta que ya comenzaba a dejar escapar gotas de néctar y que la juguetona lengua del peliazul limpió con deleite.

Rhadamanthys pensó en pedirle que se detuviera, los hombres heterosexuales no hacen tales cosas, pero si esto no era el cielo, la lengua que acariciaba su longitud y los labios que querían devorar su hombría completa, se le parecían mucho. Miró cada detalle del rostro de Sea Dragon mientras le obsequiaba semejante felación, y pronto comprendió que en aquella habitación tenían lugar las sesiones fotográficas del Just for your eyes que atesoraba en su teléfono. Le llamó la atención el espejo de cuerpo completo que tenía enfrente, pero le encantó la vista que le proporcionaba: parecía estar observando una cinta erótica en tercera persona.

Estaba por venirse cuando el griego se detuvo para lanzarse a sus labios, y el sabor de sus propios fluidos en la lengua de Kanon le pareció extraño, pero no dejó de maravillarse. El peliazul besaba su cuello y estaba concentrado abriendo su camisa, en tanto el inglés observaba el culo perfecto del hombre que tenía encima a través del espejo, por lo que decidió tomar algo de acción y comenzó a estrujar las espectaculares nalgas del otro, deslizando poco a poco sus manos debajo de sus calzoncillos hasta jalar hacia un lado el pedazo de tela color negro y abrir aquellas mejillas. Gracias al espejo pudo ver la entrada al paraíso. No aguantó su curiosidad y comenzó a masajear aquel orificio apretado, sintiéndose más motivado por los jadeos del griego.

El abogado llevó sus dedos índice y medio a la boca del gemelo para que este los lamiese como un gatito hambriento. Una vez hecho lo anterior, los llevó de vuelta hacia el punzante orificio del otro y comenzó a meter con cuidado un dedo. Los gemidos del griego en su oído le indicaban que estaba listo para introducir el segundo, cosa que hizo para iniciar un movimiento de tijeras en aquel tibio interior. La mirada que tenía en el espejo lo estaba enloqueciendo, jamás había visto en persona cómo se dilataba un hombre y sintió su  virilidad endurecerse a su máxima capacidad.

El peliazul dejó de besarlo un instante para quitarse por completo la prenda que obstaculizaba al rubio, quien sintió la verga endurecida del otro rozar la suya, y esto le pareció lo más erótico en su aburrida y casi inexistente vida sexual. Estaba disfrutando la fricción de ambos falos cuando el moreno tomó el mástil del inglés y lo llevó a su entrada preparada: vio en el espejo cómo su glande buscaba ingresar en aquel hambriento orificio.

Súbitamente, el abogado bajó al sorprendido gemelo de encima de él. -No, Kanon. No está bien. Me muero por tenerte, pero no así. Bebiste demasiado, y si lo hago, estaré aprovechándome de ti, y yo quiero que hagamos el amor cuando estés en tus cinco sentidos. Discúlpame- expuso su punto mientras le daba pequeños besos en los labios al otro, quien lo miró enternecido y se limitó a abrazarlo hasta quedarse dormido.

Julián se había equivocado: no le gustaban las migajas, le gustaba este hombre que era un plato en hotel de cinco estrellas.

Nolens volensDonde viven las historias. Descúbrelo ahora