El canto de las aves que volaban buscando árboles para refugiarse en cuanto el sol se ocultase más se escuchaba con claridad ante el silencio sepulcral que se hizo en cuanto Kanon y Rhadamanthys se miraron tras la inexplicable huida del primero del departamento del segundo.
Por un momento el gemelo sintió que las rodillas le temblaban y un escalofrío recorrió su espalda. Su primer impulso fue darse la vuelta y salir huyendo de allí, pero también el saber que el abogado había encontrado su paradero y estaba ahora frente a él porque -lógicamente- tenía interés en su persona, lo hizo abandonar la idea. Mientras reflexionaba aquello, había dado media vuelta y un par de pasos en dirección opuesta al rubio, pero se detuvo en seco.
El inglés observó con genuina turbación al antiguo barista porque había cortado su cabello y no portaba su arete en la oreja, además de que aquel outfit le parecía sumamente extraño: el griego usaba un traje azul marino y corbata. Este no era el Kanon que él conoció en la cafetería, este oficinista cualquiera se le antojó tan ajeno que por un momento pensó en ser él quien emprendiera la retirada.
-¿Cómo me encontraste? Ni siquiera Milo sabe dónde vivo- el gemelo cuestionó tras dar la vuelta para encararlo -No me enorgullezco de lo que hice, pero seguí a tu hermano. Una vez dijiste que él trabajaba en un hotel de lujo- respondió con nerviosismo. Los ojos del griego se desviaron hacia la casa, sitio donde a través de la ventana pudo ver a su hermano atento, y con un movimiento de cabeza le hizo entender que todo estaba bien. Eran gemelos, se comprendían incluso sin abrir la boca.
-Entonces, ¿qué quieres? Huí de ti, de todo, creí que habías entendido mis palabras en la playa cuando te dije que hasta allí llegábamos- abrió fuego el peliazul. El otro clavó sus irises ambarinos en el hombre que tenía frente a él -Vine porque necesitaba hablar contigo, quiero que me escuches. Y porque creí que después de lo que pasó en mi departamento, tú...- intentó argumentar el abogado -Rhadamanthys, solo fue sexo. Yo te lo había prometido y cumplí. Estoy harto de los malentendidos entre tú y yo; esta situación me rebasa. ¿Crees que las cosas tan horribles que me dijiste cuando el estúpido de mi creyó tener la posibilidad de que fueras mi novio se olvidan así de fácil? ¿Qué crees que sentí cuando te vi besando a esa mujer?- comenzó a llorar el gemelo. Se sentía bien sacar lo que había callado todo este tiempo.
-Kanon, por favor, en la playa ni siquiera me dejaste explicarte lo que había sucedido...- respondió a la defensiva el rubio -No. Y tampoco me importa ya. Porque no es el beso lo que me dolió, Wyvern. Lo que me tiene así y lo que me hizo separarme de ti es el hecho de que no aceptas lo que eres en realidad, porque si lo hicieses, el que tus padres llegasen a verte no te habría puesto nervioso en aquella ocasión, y Morticia te besó porque tú no le dijiste la verdad. Y no puedo seguir contigo porque tendría que soportar situaciones similares mientras tú crees que puedes venir a pedir disculpas o comprarme con regalos para después continuar escondiéndote en tu fachada de hombre hetero. Te tengo una pregunta, si yo te perdono ahora ¿me llevarías a presentar con tus padres, o vamos a seguir besándonos a escondidas?- los ojos verdes del griego esta vez lo miraban fijamente. Le hubiera gustado verlo así de decidido en otra ocasión, porque era sexy, pero en la situación actual, se sintió incluso intimidado.
El abogado se quedó sin palabras en ese instante. Bajó la mirada avergonzado. -De esto es de lo que hablo. Fue lindo todo lo que vivimos, y el sexo contigo fue maravilloso, pero no te quiero más en mi vida. Adiós, Rhadamanthys- quiso zanjar aquella dolorosa situación. Caminó con firmeza hacia su casa, y cuando pasó junto al rubio, le dio una suerte de palmadita de consuelo en el hombro. Sin embargo, una mano fuerte aprisionó su muñeca. -Tienes razón. He vivido negando quién soy, porque hasta que te conocí es que empezó esta lucha interna con todo lo que había conocido. Voy a dejar tu vida solo después de decirte una última cosa – soltó la mano con la que se había asido a la muñeca del gemelo y con ambas manos tomó el rostro moreno que tanto lo enloquecía para después depositar un beso en los labios del peliazul, que se sorprendió un poco pero no lo rechazó -Kanon, yo también te amo.
El griego no había notado que Wyvern había comenzado a llorar también. Y de pronto volvió a percibir los ruidos exteriores, había familias paseando, Saga seguía mirando desde la ventana con inquietud, las aves seguían con su canturreo y los autos transitaban con normalidad y uno que otro claxon se distinguía: lo había besado en público y había confesado sus sentimientos en aquellas condiciones. Pero el inglés ya había dado media vuelta y estaba caminando hacia su automóvil.
-Cejas...- lo llamó tras caminar a prisa para alcanzarlo. El aludido se detuvo -Qué ciego estás. Estoy loco por ti desde la primera vez que te vi- no pudo evitar una risita cuando reconoció las palabras que él le había dicho a Kanon en la playa. Dio la vuelta -Oye, conozco un buen lugar de hamburguesas y malteadas, ¿quieres ir a cenar?- el gemelo se estaba limpiando las lágrimas con la manga del saco y también se rió -Pero creo que tendremos que ordenar para llevar, porque quiero cenar en tu departamento. Y mañana podríamos pasar todo el día acostados viendo películas, ¿qué dices?- se acercaron. No cabía duda, Kanon había resuelto sus problemas dando la cara como un adulto y Rhadamanthys estaba admitiendo públicamente quién era, nolens volens, lo quieras o no.
Una mirada fue más que suficiente para saber que la respuesta a todo era sí.
*Fin*
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Nolens volens
عاطفيةTres jóvenes abogados abrirán su despacho en la zona gay de su nueva ciudad. Rhadamanthys, quien está férreamente convencido de su heterosexualidad, por accidente conoce al chico de la cafetería de enfrente, Kanon. ¿Qué podría salir mal? Todas las i...